La muñeca más famosa del mundo ha vuelto al ojo público, ya que el 21 de julio de 2023 se estrenará en México la película Barbie, la cual es protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling. Además, como si el furor de los fans no estuviera en su punto máximo, el próximo jueves se realizará la alfombra rosa en la Ciudad de México y los actores vendrán directamente desde Hollywood a tierra azteca.
Fue por todo esto que en Infobae no nos quedamos atrás y platicamos con Vanessa Munguía, quien además de ser la coleccionista de Barbies más grande de Latinoamérica, también llegó a presentar una parte de sus muñecas en el museo Franz Mayer en 2009.
El origen del Barbie-Mundo
Al abrir una puerta que cuenta con la leyenda “Vanessa’s Room”, decenas de cajas bien acomodadas saltan a la vista. Además, el color rosa de las cortinas, los rompecabezas temáticos, los coches de juguete y los accesorios no pasan desapercibidos ante la primera impresión.
“Tengo una hermana mayor y un hermano que tiene cuatro años menos que yo. Entonces, la verdad es que estábamos bastante separados en edades y jugábamos juntos, pero no mucho, porque cada quien estaba en un canal. Las barbies era algo que yo hacía en solitario, inventaba mi espacio, mis historias, les ponía mis nombres. Me gustaba ese espacio de egoísmo de que las decisiones las tomara yo y fuera reina de mi reino”, comenzó a decir Vanessa, quien con su cabello rubio, no deja de darle un aire a la famosa muñeca que fue lanzada en 1959.
Al rememorar sus años de infancia, la mujer no dudó en tomar de entre su colección una peculiar pieza. La cual era una réplica de la primer Barbie que tuvo.
Se trataba de una Barbie Fashion Photo, la cual se podía poner en una base y contaba con una cámara. Entonces, cuando se presionaba el obturador, la muñeca giraba modelando y haciendo poses.
De un gusto al coleccionismo
Respecto a cómo fue que todo inició, Vanessa contó que en realidad ella nunca esperó ser coleccionista, sino que su cariño a las barbies fue tal que sólo fue haciéndose de más y más modelos a lo largo de los años.
“Tuve unos padres muy consentidores, sobre todo mi mamá porque a ella también le encantaban las barbies. Era mi cómplice al cien por ciento, en navidades, reyes magos, cumpleaños, pero siempre pedía barbies y sí me lo cumplían, me apoyaban en mi vicio”, ahondó y agregó:
“Sólo sucedió, la verdad es que me encantaban, se convirtieron en mis amigas, en mi constante, mi papá trabajaba mucho entonces yo me empacaba unas tres barbies y ya me sentía muy acompañada”.
Las barbies se volvieron tan importantes para Vanessa que incluso cuando estaba en la escuela, lo único que deseaba era regresar a su casa para continuar jugando. Pues con ellas -sus autodenominadas “amigas incondicionales”- sentía que podía imaginar cómo sería su vida cuando fuera adulta.
La adolescencia y los Kens de “carne y hueso”
Aunque parecía que las Barbies la acompañarían por toda su vida, Vanessa confesó que este gusto tan particular que tiene tampoco ha sido sencillo. Pues conforme fue creciendo, las críticas por parte de ciertas personas comenzaron a generarle ciertas incertidumbres.
“Cuando cumplí XV años, me preguntaban que cuándo dejaría de jugar barbies y cuando me preguntaron eso yo dije: ‘¿por qué dejaría de jugar Barbies’’, es como si dijeran: ¿por qué no dejas de respirar?”.
Pese a que ella se mantuvo firme en su decisión, con el paso del tiempo, también empezó a experimentar otras etapas de su vida, como el enamoramiento.
Esto habría sido un detonante en su vida, ya que en algún punto prefirió dejar a un lado sus muñecas y vivir otro tipo de experiencias. No obstante, tiempo después volvió a reencontrarse con las Barbies y desde entonces no las ha soltado.
“Cinco minutos después debo confesar que sí me empezaron a gustar los Kens de carne y hueso, entonces ya como que jugar barbies ya no era tan prioritario. Las guardé con mucho cariño en cajas, no las regalé, vendí o tiré y se puso en pausa unos añitos y de repente empecé a ir a tiendas otra vez y voltee y ya tenía bastantes cajas. Nunca tomé la decisión de coleccionar”, puntualizó.
¿Una colección cara?
Al ser cuestionada sobre cuántas Barbies componen su colección, Vanessa no dio una cifra en concreto, pero sí resaltó que cuenta con toda una base de datos en donde ha colocado datos como: dónde las compró, los modelos, quién se las regaló y el precio en que las adquirió.
No obstante, la coleccionista remarcó que llegó a un punto donde eran tantos los objetos que tenía que decidió dejar de registrar todo y sólo disfrutar de su gusto.
“Llegó el momento en que ya dejé de ver el número final, porque además son las barbies, el tocador, el caballo, son muchos objetos, no sé cuántas son. Siempre digo que las barbies llegan a mí, yo no las busco. Trato de no acudir a subastas, porque siento que lo especial es que ellas me encuentren ”, añadió.
Para reiterar su punto, Vanessa explicó que tampoco tiene idea de cuál es el valor real de toda su colección.
“No quiero saber justo porque lo hago por amor, si supiera que vale una barbie 5 mil dólares, ya no la sacaría, no la enseñaría, por eso no quiero tener esa información en mi cabeza”.
“Quiero ser todo”
Finalmente, Vanessa contó que esta franquicia de muñecas ha tenido un gran peso en su vida, pues le ha inspirado a probar todo tipo de profesiones.
“Soy abogada pero yo creo que Barbie sí tuvo una influencia no sé si buena o mala, pero influyó en el querer reinventarme cada tantos años, porque he sido barbie modelo, abogada, traductora, funcionaria pública, rp, la verdad es que sí tengo una inquietud que me sembró barbie. Era un juguete que me hablaba y me decía, tú puedes ser lo que quieras y me hizo sentir que podía y quiero ser todo”, concluyó.