Los tianguis son espacios en los que se ofertan diversos artículos y gran variedad de alimentos a precios accesibles y amigables con los bolsillos de los mexicanos, además, es una manera de apoyar y fomentar el comercio local. Las raíces de este tipo de establecimientos se encuentran en el México prehispánico.
El Mercado de Tlatelolco es un claro ejemplo de los puestos ambulantes, ya que en ese lugar se ofrecían todo tipo de cosas, desde animales hasta hierbas medicinales. Desde ese entonces las sociedades optaron por adoptar ese tipo de estrategia de venta y con el paso de los años el Gobierno de México fue impulsando la creación de espacios en diferentes partes de la Ciudad de México (CDMX) con ese objetivo, ya que representaron una gran alternativa para los habitantes que eran de escasos recursos.
Posteriormente, los tianguis dejaron de ser un lugar único para personas con bajos ingresos y se convirtieron en sitios para todo tipo de usuarios. Hasta el momento se tiene conocimiento que el tianguis más grande de la CDMX y de toda Latinoamérica se ubica en el norte de la capital y se le conoce como el Tianguis de San Felipe de Jesús.
La alcaldía Gustavo A. Madero es la demarcación que alberga dicho tianguis, el cual se pone todos los días domingos en punto de las 7:00 horas, cuenta con una extensión de poco más de 7 km y recibe alrededor de 500 mil personas semanales.
El autor José Luis Ramírez detalló que los orígenes de ese tianguis se remontan al año de 1962, cuando en ese entonces fue bautizado como “Unión Emancipadora”, la razón por que su nombre se modificó tiempo después se debió a que los vecinos prefirieron que en honor a su colonia se le renombrara a “San Felipe de Jesús” para que con el paso de los años se le terminara llamando “tianguis de la Sanfe”.
Por otra parte, el tianguis más antiguo de la CDMX es el de la Lagunilla. El origen de este tianguis se remonta a la época precolombina, según los datos compartidos por la historiadora Beatriz Fernández, se trataba de una de las zonas a la que muchos indígenas acudían a “chacharear”, pues desde ese entonces se podían adquirir cientos de artículos como antigüedades, pieles de animales, hierbas medicinales, plumas de aves y piezas de oro y cobre”.
Muchos de los productos que se ofertaban eran parte de la mercancía que llegaba para Tlatelolco, ya que en ese entonces se trataba de un punto estratégico formado por lagos que conectaba con ese mercado, por tal motivo, el lugar se surtía de diversos artículos que traían los potchecas, es decir, los comerciantes viajeros, quienes se transportaban a regiones más lejanas como lo son Honduras o algunas partes del Caribe para poder traer artefactos exclusivos que después vendían o intercambiaban por cosas más valiosas.
Es importante destacar que en esa época la extensión del tianguis era limitada, puesto que las localidades que se encontraban cerca estaban rodeadas de cuerpos de agua y tenían que lidiar con todo el lodo que se formaba en algunas partes.
Gracias al abandono de la zona por parte de las autoridades en diferentes momentos de la historia, las reubicaciones de los locales no se contemplaron formalmente hasta el año 1904, en el momento en que comenzó la construcción de un nuevo espacio con el principal objetivo de mejorar el aspecto de la capital.
Dicha idea provino de los múltiples proyectos del progreso de Porfirio Díaz. Finalmente, el 14 de septiembre de 1905 se inauguró el mercado de la Lagunilla, mismo que fue construido por Ernesto Canseco. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) detalló que uno de los propósitos de este fue el que los habitantes de la colonia pudieran contar con una central de abasto.