Era la tarde del 14 de diciembre del 2004, cuando vecinos de Playa del Carmen, una de las principales zonas turísticas de Quintana Roo, alertaron a las autoridades sobre el hallazgo de un cuerpo sin vida.
Cuando los uniformados llegaron al lugar de los hechos, sobre la carretera Chetumal-Playa del Carmen, se encontraron con un escenario aún más brutal del que esperaban: un cuerpo descuartizado yacía debajo de una palapa y junto a una parrilla apagada pero que seguía caliente.
No fue difícil deducir para la policía lo que había pasado: una persona había sido brutalmente asesinada, su cuerpo desmembrado y cocinado a las brasas, para luego ser comido.
Tampoco fue complicado para los oficiales encontrar al responsable del crimen: un hombre que dormía plácidamente abajo de la misma palapa, junto al cadáver y la parrilla. Su nombre era Gumaro de Dios.
De Dios García aceptó con rapidez el crimen que había cometido: “Lo maté y me lo comí”. Su caso causó revuelo a nivel nacional y en los medios fue apodado como el “Caníbal de Playa del Carmen”.
El origen de Gumaro de Dios
Todo lo que se sabe de Gumaro de Dios se debe gracias a Alejandro Almazán. El periodista leyó sobre el caso en los periódicos y se interesó tanto que viajó a Quintana Roo, donde consiguió ingresar a su celda y entrevistarlo en varias ocasiones.
Como producto de este trabajo, Almazán publicó un libro e hizo un podcast, ambos de nombre “Gumaro de Dios, El Caníbal”, en el que se ahonda -entre otras cosas- en la brutal infancia del homicida.
Originario de Cárdenas, en Tabasco, Gumaro nació el 7 de abril de 1978, es decir, tenía apenas 26 años cuando cometió el crimen. No terminó la secundario y formó parte del Ejército, pero desertó.
Con una infancia muy desafortunada, De Dios fue abusado sexualmente por un familiar, crimen que él mismo repetiría contra uno de sus sobrinos en total impunidad. Mientras que en su adolescencia le diagnosticaron varios problemas mentales, los cuales empeoraron cuando comenzó su consumo de drogas.
Con tendencias zoofilias, Gumaro de Dios estuvo en prisión poco menos de dos años, acusado de robo. Tras salir de la cárcel, el tabasqueño dejó el estado y viajó a Quintana Roo, buscando una nueva vida.
En territorio quintanarroense, el criminal conoció a Raúl González, un joven de 19 que -al igual que él- había desertado de las Fuerzas Armadas, particularmente de la Marina.
Gumaro y Raúl pronto se hicieron amigos, luego amantes. Juntos sobrevivían realizando varios trabajos, tanto legales, como ilegales. Igual hacían trabajos de albañilería, que robando casas, así como prostituyéndose con turistas extranjeros, a quienes también cometían fraudes.
El crimen del caníbal
El crimen que marcaría la vida de Gumaro de Dios comenzó dos días antes del hallazgo. El 12 de diciembre del 2004, la pareja caminaba cerca de la carretera Chetumal-Playa del Carmen, recién habían tenido relaciones sexuales y consumido drogas.
De repente, Gumaro recordó que Raúl le debía dinero, 550 pesos. No tenía dinero para pagarle, esa fue la razón suficiente para comenzar el asesinato.
Fue entonces cuando De Dios le dijo a González: “Ya te llegó tu hora”. Tomó un cable grueso que tenía y comenzó a atacarlo. Para callar los gritos de auxilio de su víctima, le tapó la boca con un trapo.
Ya con Raúl sometido, Gumaro lo colgó de cabeza y le pegó con un bloque de cemento, acabando con su vida.
Gumaro no se detuvo tras el asesinato de Raúl, profanó su cuerpo usándolo como costal de box golpeándolo en distintas ocasiones, luego intentó pincharlo con un trinche sin éxito.
En un principio no pensó en comérselo, pero le vino el hambre y no tenía comida. Sin embargo, la razón principal para cometer canibalismo le vino de repente a la cabeza: “Creí que si me lo comía se me pasarían sus poderes”.
¿Qué poderes eran los que, según Gumaro, adquiriría de Raúl? Su talento en albañilería: “Si me lo como voy a ser el maestro de la cuchara”.
Así que De Dios comenzó a descuartizar el cuerpo y lo cocinó en una parrilla: las costillas, los riñones, el hígado y el corazón, fueron las partes que eligió para saciar su hambre.
Gumaro de Dios le contó a Almazán el sabor que le supo la carne humana: “A mi me supo como a borrego, ni amarga ni nada, está bueno, como el pollo”.
La caída del caníbal
El periodista Alejandro Almazán obtuvo el informe que escribió Alejandro Díaz, uno de los policías municipales que acudió al llamado de emergencia y descubrió la escena del crimen.
Al llegar a la palapa, el uniformado encontró a Gumaro de Dios acostado sobre un camastro de plástico y abrazado a un cadáver descuartizado y desnudo. Sobre la parrilla había un corazón a medio cocer, el caníbal ya se había comido varias costillas y una parte del riñón.
En el lugar estaba el grueso cable industrial, de color negro, llenó de sangre, con el que Gumaro había comenzado el ataque contra Raúl. Los uniformados despertaron a Gumaro, quien nunca se sorprendió por la sangrienta escena que protagonizaba, al contrario, reaccionó como si nada hubiera pasado.
El Caníbal de Playa del Carmen fue detenido, aceptando el crimen y confesando sin pudor cada uno de los detalles del caso. Estuvo en varios centros penitenciarios, incluso enfocados en presos con enfermedades mentales.
Nueve años después, en 2012, Gumaro de Dios falleció a los 34 años víctima del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Su cuerpo fue sepultado en su natal Tabasco.