El segundo emperador mexicano, de origen austriaco, Maximiliano de Habsburgo, fue uno de los personajes históricos que marcaron la formación republicana de México.
Su muerte fue uno de los hechos más documentados de la época, y controversiales a nivel nacional como internacional. Su fusilamiento fue ordenado por Benito Juárez, en el famosos Cerro de la Campanas, un 19 de junio de 1867. Tras una larga persecución por el bajío de México, el emperador falleció al recibir 5 impactos de bala.
De acuerdo con los registros históricos, el cuerpo del emperador fusilado pasó por distintas intervenciones, por lo que sus restos fueron llevados a Ciudad de México para ser presentados ante Benito Juárez.
Existen distintos mitos sobre la muerte de Maximiliano I, no obstante, para la sociedad mexicana de la época, esta situación fue reportada en los distintos diarios con una versión oficial.
En el diario El Globo se mostró una de las imágenes del cadáver del emperador, la cual revelaba el ataúd del aristócrata, así como la vestimenta que portó tras su fusilamiento.
El retrato fue tomado por el fotógrafo Francois Aubert, recuperado por el Instituto de Investigaciones Estéticas UNAM. De acuerdo con los registros, la imagen fue acompañada de la noticia, la cual destacaba las distintas heridas que recibió el emperador.
“El emperador recibió cinco tiros, cuatro en el vientre y uno en el pecho: cayó en tierra estremeciéndose y haciendo señal de que se acabase la obra. Dos soldados dispararon sobre él a quemarropa y los dos tiros se cebaron. “, destacaba el documento.
A la par, fueron fusilados dos de sus generales, quien acompañaron al emperador durante su persecución en Querétaro. De acuerdo con crónicas históricas, el día de su ejecución el emperador aceptó su destino, pues a pesar de ser representante de los imperialistas, sus ideas liberales predominaron hasta el final.
“Mexicanos, voy morir por una causa justa: la de la independencia y libertad de México, ¡Quiera Dios que mi sangre haga la felicidad de mi nueva patria, Viva México!..”,mencionó el emperador antes de morir.
En algunos documentos y libros históricos como Los harapos imperiales, se describe que la muerte de Maximiliano de Habsburgo fue un evento que causó conmoción y morbo, pues se aseguraba que en la preparación del cadáver fueron robados objetos importantes del personaje, e incluso sus órganos.
De acuerdo con dichas crónicas, se menciona que los médicos encargados del embalsamiento y más, extrajeron ciertas partes del cuerpo del emperador, como cabello, pañuelos, e incluso sus ojos.
Ante esto, acusaron a los responsables de dichas tareas por los tratos al cuerpo, no obstante, esta información nunca fue aclarada en su totalidad.
Lo cierto es que el cadáver fue enviado a Europa, saliendo de la Ciudad de México para llegar al puerto de Veracruz y a su vez partir a su natal país. Sus restos descansan, hasta ahora, en unto a la Cripta de los Emperadores de la Iglesia de los Capuchinos en Viena, Austria.
Maximiliano de Habsburgo, conocido como José María de Habsburgo-Lorena, llegó a México en 1864, en compañía de su esposa Carlota.
Con 32 años de edad, el emperador fue respaldado por Napoleón III, quien lo habría puesto al mando del Nuevo Mundo, obteniendo de igual manera el apoyo de la sociedad conservadora mexicana.
Ambos emperadores se asentaron en el Palacio de Chapultepec, en donde permanecieron hasta la persecución de Maximiliano en 1867. A pesar de ser parte de la nobleza que buscaba seguir con el imperio en México, el militar era reconocido por sus ideas liberales, la cuales apoyan los ideales de los grupos contrarios.