La tarde del 18 de junio se llevó a cabo una misa en la Basílica de Guadalupe en conmemoración de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora y Javier Campos —asesinados en Cerocahui, Chihuahua el 20 de junio de 2022—, a la cual asistieron colectivos y familias de personas desaparecidas.
Después del acto religioso, las y los activistas se reunieron en la Capilla de los Juramentos con representantes de la Iglesia, como el Monseñor Francisco Javier Acero; Hernán Quezada, de la Compañía de Jesús; Juana Ángeles, de la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM); y Paola Clericó, de la Red Jesuita con Migrantes (RJM).
En el encuentro, las familias exigieron que la institución tenga una mayor empatía y brinde acompañamiento en la lucha por buscar a sus seres queridos.
Entre las más de 100 madres buscadoras que viajaron a la Basílica para este encuentro estaba la señora María Herrera Magdaleno, quien lleva más de una década buscando a sus cuatro hijos: Jesús y Salvador fueron secuestrados en 2008 en Guerrero, mientras que Gustavo y Luis Armando fueron vistos por última vez en 2010 en Poza Rica, Veracruz.
Una de las acciones concretas que solicitaron a las y los eclesiásticos fue que en cada parroquia y templo del país se habilite un espacio dedicado exclusivamente a colocar fotografías de sus desaparecidos, con el objetivo de que los sacerdotes puedan rezar por ellos y, de este modo, mantener su memoria.
“Ustedes pueden llegar al corazón y eso es lo que les pido, llevar nuestras historias al corazón de otras personas”, mencionó Herrera. “Necesitamos que nos hagan visibles y que hagan visible el dolor. Hemos pasado de ser víctimas a ser factores de cambio”, agregó en la reunión.
Asimismo, enfatizó la importancia del papel que puede jugar la Iglesia como un espacio de acompañamiento para quienes viven la tortuosa experiencia de no tener noticias sobre sus familiares.
“Desde el momento que desaparecen mis hijos, tuve el acompañamiento de mi párroco, pero ha habido otras personas que no lo han podido recibir y es primordial que lo reciban [...] Como católicos pensamos que tenemos que ser abrazados por nuestros sacerdotes”, comentó María Herrera.
En este mismo sentido, la mamá de Andrea Michael Dávila Martínez —desaparecida el 6 de agosto de 2014— le pidió a los representantes religiosos que llevaran sus historias “al corazón de otras personas”.
Sumado a ello, las integrantes de los colectivos Una luz en el camino y Colectivo Uniendo Esperanzas Estado de México solicitaron que se celebre una misa anual en la Basílica de Guadalupe para orar por las más de 111 mil personas desaparecidas en México.
Por su parte, el Monseñor Acero externó algunas palabras de apoyo y se comprometió a mantener una estrecha cercanía con las madres buscadoras y su lucha.
“Hay que visibilizar esta realidad en las parroquias. Tenemos que sentarnos a dialogar, pues lo grave de esto es que sigue pasando [...] No están solos, porque esto que ustedes viven a todos nos toca y les agradezco el compartir”, dijo el eclesiástico.
La misa y la reunión se celebraron un par de días antes de que se conmemorara el primer aniversario del homicidio de Joaquín Mora y Javier Campos, así como del guía de turistas Pedro Palma, quienes fueron asesinados presuntamente por José Noriel Portillo Gil, alias “El Chueco”, fallecido líder del brazo armado de Gente Nueva, adscrito al Cártel de Sinaloa, en Chihuahua.