En el mundo de los negocios en México, recientemente es cada vez más común escuchar, tanto en la formalidad de los consejos de administración, hasta en la informalidad de cualquier reunión con empresarios y directivos, qué está pasando con el tipo de cambio del peso frente al dólar, pues los niveles actuales les parece muy extraño.
Durante la primera quincena del mes de junio de 2023, el tipo llegó a niveles muy cercanos a los 17 pesos por dólar, y surge la duda sí podría llegar a romper esa barrera para ubicarse por debajo de ese nivel. No hay que olvidar que la última ocasión en que el peso frente al dólar estuvo por debajo de los 17 pesos fue en el mes de diciembre de 2015, por lo cual no es de extrañar la inquietud.
En México estamos acostumbrados, dada nuestra historia económica, especialmente para aquellos que llegamos a vivir periodos de devaluación, que el tipo de cambio tiende a depreciarse y no puede concebirse que después de varios años, vuelva a apreciarse en niveles tan importantes como en años previos.
Aquellos que, por las condiciones económicas, consecuencia de la emergencia sanitaria, entraron en pánico y compraron dólares a 25 pesos en el año 2020, y no los vendieron, hoy pegan “el grito en el cielo” y preguntan cuándo volverá a esos niveles para recuperar esa pérdida cambiaria. Lo cual requerirá, desde mi punto de vista, que ejerciten la virtud de la paciencia por un buen tiempo.
Menciono lo anterior pues, no me parece que en el corto plazo existan elementos que pudieran hacernos pensar que vienen por delante dinámicas o situaciones que pudieran depreciar de manera importante el peso mexicano. A final de cuentas, y de manera muy sencilla, no debemos olvidar que el nivel de tipo de cambio en condiciones de mercado, como lo es el peso mexicano, obedece a la ley de oferta y demanda, y por diversas situaciones ha sido mayor la oferta de dólares que la demanda.
Hay quien indica que es el diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos la razón de la apreciación, hay quien indica que el tema es de corte más estructural y se debe al nivel de ingresos por remesas, ingresos turísticos y por exportaciones, lo que ha propiciado la apreciación. Hay quien también nos recuerda que el tipo de cambio difícilmente se determina por algún renglón de la Balanza de Pagos pues la mayor parte de las transacciones cambiarias del peso ocurre entre contrapartes fuera del país.
Pero al final de cuentas, en este contexto, y bajo este sentido, me parece que no se percibe en el corto plazo, que cualquiera de estas circunstancias cambie de manera tan significativa como para depreciar de manera importante el peso.
Claro, no podemos de ninguna manera descartar que, por diversas razones geopolíticas, se disparará la aversión al riesgo a escala global, y propiciará una salida pronta e importante de dólares de nuestro país, lo cual siempre pudiera suceder. Pero al final de cuentas, el mecanismo que lo explica sería el mismo, una gran demanda de dólares.
Y en este contexto, pues sí, hay ganadores y perdedores. Los mexicanos que reciben remesas cada vez tienen menos pesos para gastar por cada dólar que reciben, los exportadores han ido perdiendo competitividad en el mercado externo y la venta de sus productos en el exterior han ido disminuyendo, el sector turismo en México se ve impactado, pues para un extranjero es cada vez más caro venir a México, y si lo hace, gasta menos de lo que gastaba en el pasado.
Pero para todo aquel importador, ha ido teniendo ganancias muy importantes por este nivel de apreciación, o todo aquel que en este verano viajará al extranjero de vacaciones, le saldrá más barato de lo que hace algunos meses, con lo cual estará muy alegre por el “shopping” que seguramente hará.
Pero creo que, en un contexto mucho más amplio, la gran beneficiada con estos niveles tan importantes de apreciación del peso frente al dólar es esa variable que nos ha quitado tanto “el sueño” a México y al mundo, desde hace ya muchos meses, y esa variable es la inflación.
No cabe duda de que estos niveles de apreciación podrían contribuir de una manera muy significativa al combate de la inflación, que tanto ha afectado a la sociedad mexicana, especialmente a las familias con menores niveles de ingreso, con lo cual si bien existen ganadores y perdedores, sí existe un gran ganador.