“Meter dinero bueno al malo”; a todos nos pasa y puede ser catastrófico

Se trata de evitar el error de seguir asignando recursos a un proyecto o plan que, a todas luces, no dará los frutos esperados

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Dra. Claudine Moya Ponce, académica de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana (Infobae)
Dra. Claudine Moya Ponce, académica de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana (Infobae)

Seguramente ha escuchado la expresión “meter dinero bueno al malo” y sabe que se trata de evitar el error de seguir asignando recursos a un proyecto o plan que, a todas luces, no dará los frutos esperados. El problema es que, como en muchas otras cosas, tendemos a pensar que eso no nos pasa a nosotros y que ese tipo de decisiones sólo aplican para Pemex o proyectos de empresas. Sin embargo, cualquiera de nosotros puede cometer este error en proyectos personales o curso de acción que tomemos. Ello puede resultar en malas decisiones financieras que nos lleven a la ruina o a la frustración.

Si usted considera que no es de los/las que meten dinero bueno al malo, le invito a revisar las siguientes tres situaciones:

a) Va al cine y a los 20 minutos nota que la película no le gusta, pero en lugar de irse decide quedarse porque espera que después se ponga buena la película, o bien, justifica su decisión diciéndose a usted mismo: “ya pagué”, “ya estoy aquí”.

b) Usted o alguno de sus familiares, se da cuenta a mitad de la carrera que lo que está estudiando no es lo suyo -no le gusta o no es bueno(a) para ello-, pero no se cambia de carrera porque “ya va a la mitad” o porque “ya le invirtió dos años de su vida”.

Invertir recursos en proyectos que a todas luces no serán exitosos en un error más frecuente de lo que creemos Foto: (Archivo)
Invertir recursos en proyectos que a todas luces no serán exitosos en un error más frecuente de lo que creemos Foto: (Archivo)

c) Usted o algún emprendedor que conozca, ve que un proyecto de empresa va mal, pero persiste en ese proyecto porque “ya le metió mucho dinero” o porque tiene la esperanza o fe ciega de que el proyecto se recupere.

Aún si usted está muy seguro(a) de que no le ha pasado algo como lo anterior, probablemente algún familiar si ha caído en alguna de estas situaciones. Vale la pena estar consciente de qué causa el fenómeno de “meter dinero bueno al malo”, pues, como se mencionó arriba, puede llevarnos a malas decisiones financieras o de vida. “Meter dinero bueno al malo” obedece, principalmente, a dos fenómenos: falacia de costos hundidos y la tendencia a mantener basura.

La falacia de costos hundidos

Un costo hundido es dinero o recursos que ya han sido gastados y que no pueden recuperarse. Por ejemplo: la nómina, el boleto del cine, la renta, la colegiatura. Sin importar qué curso de acción se tome, ese dinero, tiempo o esfuerzo ya se consumieron; son historia. Usted no puede pedirle al cine que le devuelva las entradas si ya vio parte de la película, ni pedirle a la escuela que le devuelva la colegiatura si ya cursó el semestre o que el empleado le devuelva el sueldo por un trabajo que ya realizó. Si no puede recuperar nada del recurso invertido, es un costo hundido (diferente de un inmueble o máquina que sí puede vender y recuperar algo de lo invertido).

Debido a que se trata de dinero, tiempo y esfuerzo no recuperables, los costos hundidos son irrelevantes al momento de tomar una decisión. Si se toman en cuenta, se cae en la falacia de costos hundidos. En este contexto, “falacia” se refiere a un error de pensamiento o lógica que, en este caso, nos lleva a considerar como válido o relevante algo que no lo es. Es como continuar con un noviazgo tóxico, basándose en el tiempo que ya llevan juntos o que la selección nacional de futbol siga con cierto entrenador, que no está dando resultados, con base en los sueldos que ya le han pagado.

El ahorro es fundamental para afrontar situaciones inesperadas.
El ahorro es fundamental para afrontar situaciones inesperadas.

Uno debe decidir si seguir en un proyecto o curso de acción, con base en una seria evaluación de las probabilidades de mejora o éxito; nunca en lo ya gastado o consumido. De este modo la decisión de seguir estudiando una carrera debe basarse en la probabilidad de tener éxito profesional -a sabiendas de no tener las aptitudes adecuadas-, y no en el tiempo invertido y colegiaturas ya pagadas. Decidir si continuar o no con un negocio que se tambalea, debe basarse en la probabilidad de éxito de las medidas aplicadas para corregir el rumbo, y no en los sueldos, renta o tiempo ya invertido.

El dinero y tiempo consumido no son relevantes, lo que realmente importa es si el curso de acción a emprender justifica el dinero y tiempo a consumir en el futuro. ¿El éxito esperado en el negocio, justifica pagar la nómina y la renta de los meses/años siguientes? Tomar decisiones con base en datos no relevantes, aumenta la existencia de profesionistas frustrados y negocios quebrados, lo cual puede resultar catastrófico para todos los involucrados.

¿Qué ocasiona esto? Principalmente el miedo a la pérdida y al desperdicio, así como una visión equivocada del compromiso. Es sentir que “se pierde”, “se tira a la basura” o “se desperdicia” el tiempo, dinero y esfuerzo destinado a un proyecto o curso de acción, es decir: culpa. También está la creencia errónea de “seguir lo planeado” a como dé lugar, a pesar de que la evidencia indica que el plan no funciona. Pero ¿acaso no se sigue perdiendo dinero y tiempo -y futuras oportunidades- por permanecer en la carrera incorrecta o en el proyecto incorrecto? ¿No pierde usted su tiempo por seguir viendo una película que no le gusta? ¿No está perdiendo oportunidades?

Solución: evitar las culpas y el apego a los planes; hay que aprender a decidir con base en información relevante. Es importante aceptar que nos equivocamos y tomar decisiones con base en las posibilidades, no en lo que ya es historia. Dichas posibilidades deben evaluarse a la luz en datos duros, toma de consciencia sobre la situación en que se encuentra y los recursos con los que cuenta; no en corazonadas o fe. Si se decide con base en esto último, entonces ocurre el fenómeno de “mantener basura”.

Mantener basura

El fenómeno de “mantener basura”, es persistir en proyectos o cursos de acción que no están dando el beneficio esperado, bajo la esperanza de que se recuperen en el futuro. Es esperar que la película se ponga mejor o que el negocio que va mal mejore por sí solo. Es la ilusa expectativa de que mi inversión de tiempo y dinero se recupere, al menos para “quedar tablas”. Es como esperar que la selección nacional de futbol llegue al quinto partido, sin cambiar el estatus quo (situación actual).

¿Qué ocasiona esto? Nuevamente, la aversión a la pérdida y la incapacidad de autocrítica. A nadie le gusta equivocarse y, mucho menos, que ese error implique perder dinero o tiempo. La mayoría de las personas harán cualquier cosa -incluso seguir perdiendo tiempo y dinero-, con tal de evitar aceptar que se equivocaron. Por ello se recurre al autoengaño, aferrándose a lo que sea para evitar enfrentar el error y la pérdida.

Quien eligió, por error, ver una mala película suele preferir aguantarse y verla hasta el final, con la esperanza de poder encontrar algo con qué compensar y disfrazar su mala decisión; por ejemplo, las actuaciones, la música, etc. La selección nacional no gana, pero qué bien jugó fulanito. En el caso de inversiones más fuertes como una carrera o un negocio, las personas pueden mantener dicho curso de acción hasta el fracaso profesional o la quiebra del negocio.

El primer paso para no mantener basura, es aceptar que en toda decisión hay riesgo, porque no todo depende de uno. Aún investigando sobre la carrera/película o haciendo una evaluación previa de la oportunidad de negocio/inversión -además de hacer nuestro mejor esfuerzo en pro del objetivo-, siempre existe la posibilidad de que las cosas no salgan como uno espera.

FOTO DE ARCHIVO. Un comprador paga con un billete de cinco euros para comprar frutas en un mercado local en Niza, Francia, el 26 de abril de 2023. REUTERS/Eric Gaillard
FOTO DE ARCHIVO. Un comprador paga con un billete de cinco euros para comprar frutas en un mercado local en Niza, Francia, el 26 de abril de 2023. REUTERS/Eric Gaillard

El segundo paso, para evitar mantener basura, es fijar un piso de pérdida, es decir, un límite de tolerancia que nos indique cuándo abandonar un proyecto o curso de acción. Por ejemplo, tener como regla salirse de la sala de cine si a los 15 minutos la película nos aburre o nos es desagradable; revaluar el plan de negocio si lo presupuestado versus lo real se alejan en más de un 10% o si las proyecciones indican que no se recuperará la inversión en el tiempo esperado. Los estudiantes pueden evaluar la elección de la carrera al terminar el primer semestre o el primer año.

Naturalmente los minutos y otros indicadores que señalo en los ejemplos anteriores los he fijado de manera arbitraria; cada quién deberá establecer sus propios parámetros, con base en datos duros y en sus posibilidades. Tener dicho piso de pérdida o límite de tolerancia, le evitará seguir destinando recursos a lo que no le generará beneficios, y le ayudará a lidiar con la pérdida y la culpa porque, al menos, sabrá que ha evitado mayores pérdidas. Si a usted le obsesiona seguir los planes, integre este piso de pérdida a su plan; si se da el caso de aplicarlo, sabrá que está actuando conforme a lo planeado.

Incurrir en la falacia de costos hundidos o mantener basura, nos lleva caer en el problema que queremos evitar: perder recursos y sentir culpa. Es tomar el camino que nos lleva a aquello que queremos evitar.

Si bien errar en qué película ver puede ser inocuo, hacerlo en otras decisiones de más trascendencia puede mermar seriamente nuestro bienestar financiero y personal. Nadie quiere engrosar las estadísticas de profesionistas a quienes no les gusta su trabajo o de empresarios cuyo negocio no creció o quebró. Evitemos meter dinero bueno al malo, cuidemos nuestra salud financiera y mental.

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