“La primera vez que visité la cárcel fue el shock de mi vida”, comentó Brenda Bezares en EL SHOW: Crónica de un asesinato, la docuserie que cuenta los pormenores en el irresuelto caso de Pacto Stanley. Contado a través de seis episodios el ejercicio audiovisual periodístico tiene la intención de reconstruir los hechos y repasar los sucesos a través de material de archivo histórico y sobre todo de testimonios actuales de todos los involucrados, para obtener una mirada mucho más actual, fría y objetiva de un suceso que conmocionó a las esferas más altas de la política, los espectáculos, el mundo del entretenimiento y a la sociedad mexicana en general.
Luego del asesinato de Stanley fueron diversas las teorías que se manejaron sobre su ejecución. Desde asalto a mano armada, hasta un atentado de parte del mundo del narcotráfico. Pero pronto los dedos apuntaron al patiño del difunto, Mario Bezares, la edecan y bailarina de su programa Paola Dorantes y a Erasmo Pérez Garnica, alias ‘El cholo’, un hombre que fue convicto en los Estados Unidos y que a su regreso a México fue inmediatamente sospechoso de haber ejecutado el crimen.
Mientras la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal investigaba el caso, los tres fueron detenidos y posteriormente remitidos al reclusorio por aproximadamente año y medio, en lo que se tomaba alguna resolución del caso. Desde luego su experiencia tras las rejas fue un proceso tormentoso, uno del que nunca habían hablado en detalle hasta ahora. Incluso la esposa de Bezares tuvo algo que decir sobre su visita a la prisión.
“Al entrar te agarran todo y te buscan por todos lados”, dijo Brenda Bezares. “Huele horrible, huele a tristeza, huele a soledad, a unos olores de dolor. O sea, es muy feo y nada más oyes los candados que cierran”.
¿Cómo fue la primera noche de Mario, Brenda y El Cholo en la cárcel?
“Llegamos al reclusorio y ya me meten. Nos hacen que nos desnudemos, nos ponen a hacer sentadillas a hacer buches, me doblan la mano me la suben completamente [por la espalda] y casi casi beso la tierra”, relató Mario a las cámaras. “Nos mandan hasta el tercer piso, entonces ponen a Jose Luis en una [celda], mi asistente, otra estancia vacía, y a mi. Y del otro lado es donde ponen al cholo”, dice Mario.
Según contaron tanto Mario, como el Cholo, a ambos los colocaron en celdas muy alejadas entre sí porque supuestamente se odiaban a muerte y si se juntaban existía el riesgo de algún pleito entre ambos que terminara muy mal. El Cholo mencionó que incluso abrieron como siete celdas para él solito.
El problema de estar tan alejados entre sí y sin compartir la celda con nadie más es que ambos fueron víctimas de la frialdad de lugar. Sobre todo porque aquella primera noche, fue una en donde la lluvia hizo sus estragos.
“Estaba haciendo un frío. Estaba una cobija ahí y no podía dormir”, contó el Cholo. “Entonces a dos celdas mías estaba el general Rebollo. Y me dice ‘¿Oye Cholo no puedes dormir?’, me dice ‘levántate y lávate los pies, límpiate los pies con agua fría y luego ponte unos calcetines y con las cobijas’ y le dije ‘si me mojo los pies ahorita con agua, me muero’, ‘No’, me dice, ‘mójatelos, mójatelos’. Y sí, salí me mojé mis pies, me puse calcetines y al rato estaba hasta sudando”.
Mario Bezares comentó que cerca de su celda había un foco rojo como de cuarzo que se prendía y duraba 25 segundos encendido y luego se apagaba durante 28 segundos. Algo que recuerda perfectamente. “Imaginate mi mente cómo estaba que estaba yo clavado con el cuarzo y lloviendo con frío”, dijo.
“Cuando llegamos al reclusorio me acero a la rejilla y estaban todas pegadas en la rejilla y decían ‘ya llegó, ya llegó la güerita, no manches, mamacita”, contó Paola antes de decir que ella tenía mucho miedo de entrar allí. “Me meten las custodias, como pueden, porque las chavas no me dejaban pasar. Me tocaban como si yo fuera algo real. ‘Yo violé, yo maté yo degollé, te voy a explicar como lo hice’ me decían y yo de ‘Dios mío’.
Parola Dorantes especificó que cada celda del reclusorio era compartida por cuatro o cinco personas. Razón de que a su llegada la declararon ‘la jefa de piso’ de su celda. Porque era la chava que iba a dormir en el piso.
“Entonces ese dia me dormi en la celda y nada más era una chava arriba y yo abajo”, contó. “Pues ponen la colchoneta en el piso y yo ‘es que esto no es una colchoneta’, bueno es el intento, era un colchón como con un hule, pues ya nada más tenía eso y no tenía cobijas, se pegaba como mi piel al hule. Lloré tanto que me quedé dormida”.
Voces en la madrugada
“Y en la madrugada escuché ‘eres un demonio, Paola Dorantes, te voy a matar, voy a hacerle justicia a Paco Stanley”, continuó Dorantes. “Y pegaban, pero sonaba muy duro. Cuando se abren las rejas llega una señora de este tamaño, con una foto de Paco Stanley y me dice ‘le voy a hacer justicia a Paco Stanley’ y empieza a cantar con un sartén en la mano ‘que lindo soy, que bonito soy, como me quiero, ah, ah, ah’ “.
Por su parte también Mario Bezares y el Cholo fueron víctimas de las voces tormentosas en la madrugada. Según ellos varios de los presos también eran fanáticos de Paco Stanley, por lo que gran parte de ellos estaban molestos con ellos porque lo habían matado.
“No Cholo, te saliste, pa qué lo mataste, era el único programa que teníamos en la mañana. Pa que lo mataste”, contó Garnica, sobre algunas de las cosas que le gritaban. Muchos de estos gritos eran “tenebrosos” y tenían la intención de atormentar a las víctimas con insinuaciones como fantasmales o sobrenaturales.
“‘Mayito, soy Stanley y si no me das pa mi droga vengo a jalarte las patas’”, dijo Mario con voz de fantasma, sobre las cosas que le gritaban por la noche. “Y así era de una hora. Y me acuerdo que el Cholo nomas le empezó a gritar ‘Ya estuvo cabr*n, déjalo en paz, voy a salir y te voy a partir a la madre’”.
Lo más complejo para todos ellos eran los momentos en los que recibían visitas. Según Paola Dorantes ver a su madre llegar a la reclusorio y encontrarse con ella en el cuarto de visitas, es una de las cosas que más le han dolido en la vida.
“[Su madre] estaba de espaldas, se volteó y no lloró. Y me dijo ‘te voy a sacar de aquí', y le dije ‘no le digas nada a mi hija, no quiero que mi hija se entere de esto’ “, confesó Dorantes sobre aquella vez.
Tanto Mario Bezares, como El Cholo y Paola Dorantes obtuvieron su libertad año y medio después, justamente cuando existió un cambio de gobierno en la jefatura del Distrito Federal. Sin embargo, permanecieron en la cárcel durante aproximadamente 18 meses. Cuando fueron liberados, también fueron absueltos de todos los cargos y sospechas. El caso de Paco Stanley sigue sin resolver.