A lo largo de la historia, las personas pertenecientes a la comunidad LGBT+ han sido llamadas de distintas formas. Muchas de estas palabras nacieron con una connotación puramente negativa; sin embargo, con el paso de los años, el colectivo de la diversidad sexual se ha apropiado de las mismas y ha resignificado muchas de ellas.
Y aunque existen decenas de formas para referirse, despectivamente o no, a hombres gays, mujeres lesbianas, bisexuales y personas trans, sólo existe una con la que la comunidad LGBT+ se refiere a hombres y mujeres que son heterosexuales: “bugas”.
No es extraño escuchar este concepto en charlas entre personas que pertenecen a la comunidad. La palabra buga tiene un origen que se remonta a hace más de cien años, durante el periodo del porfiriato, entre los años 1830 y 1915.
“Buga” también es un concepto o una forma para referirse a algún lugar donde la comunidad LGBT+ no tiene demasiada cabida: “Ese lugar es muy buga”; o bien, para nombrar cosas que, siguiendo la misma línea, no encajan demasiado con la comunidad de sexualidad diversa: “Tu atuendo es muy buga”.
Por supuesto, una persona heterosexual es aquella que siente atracción sexual y afectiva por personas del sexo opuesto; es decir, la mayoría de habitantes del planeta.
¿Cuál es el origen de la palabra “buga”?
La versión más aceptada sobre la comunidad LGBT+ del origen de la palabra dice que, hace muchos años, en el corazón de la Ciudad de México existía un lujoso restaurante que se reservaba demasiado su derecho de admisión.
Allí sólo podían entrar personas de la alta sociedad y de “refinada apariencia”. Algunas fuentes cuentan que, incluso, el mismo Porfirio Díaz llegó a comer ahí. El nombre de este lugar era Restaurante Bugambilia, y de ahí el concepto “buga”.
Por supuesto, la comunidad LGBT+ no estaba permitida en dicho lugar, pues, la “moral” y las “buenas costumbres” eran muy importantes para el restaurante. Hombres afeminados eran rechazados en la entrada del establecimiento y por tanto se les negaba el servicio.
Por aquella época, las libertades y los derechos de la comunidad gay y de otros miembros de la diversidad no estaban reconocidos como hoy en día. La discriminación, homofobia y odio en general a las personas que tenían otra orientación sexual o identidad de género era parte de la normalidad.
La represión era tal, que la comunidad LGBT+ se las arreglaba para organizar fabulosas fiestas a escondidas. En la clandestinidad, la diversidad sexual se permitía vivir su vida siendo ellos mismos, escondidos de las autoridades de la “moralidad” que por entonces no veía con buenos ojos nada que no estuviera dentro de las formas “heterosexuales” de vivir.
Estas fiestas clandestinas también tienen una historia. Se cuenta, que una de ellas, la que es catalogada como la primera gran fiesta gay de México de la que se tiene registro, fue descubierta por las autoridades de Porfirio Díaz. En dicho evento había 41 hombres homosexuales, algunos de ellos vestidos de mujer.
El escándalo fue tal que, aunque se prohibió hablar del tema en los medios, algunos de ellos se aventuraron. Guadalupe Posada, famoso artista que dibujó a La Catrina, hizo una caricatura de la noticia.
El mes del orgullo LGBT+ se celebra en todo el mundo durante junio. Es una fecha para celebrar los derechos que se han reconocido a lo largo de tantos años de lucha y recordar que todavía hay mucho que hacer en materia de derechos y libertades. En casi todo el territorio mexicano hay varios derechos reclamados por la comunidad de la diversidad sexual, como el reconocimiento del matrimonio igualitario.