Porfirio Díaz es uno de los personajes más polémicos que ha tenido la historia de México, pues si bien, algunas personas piensan que fue un gran gobernante, otras señalan que durante el Porfiriato, México vivió una de sus peores épocas.
Algo que si es cierto, es que la Revolución Mexicana dio inicio al buscarse quitar del poder a Díaz, quien había acumulado más de 30 años en la presidencia de México.
Al final de su gobierno, Díaz tenía 80 años, y una serie de enfermedades relacionadas con problemas bucales que lo afectaron los últimos años de su vida, que terminó mientras se encontraba exiliado en París, Francia, el 2 de julio de 1915.
Según una columna publicada por la periodista Sonya Santos, Díaz sufría de dolor de dientes, encías y oídos, los cuales se le intensificaron en los días previos a su renuncia, que ocurrió el 25 de mayo de 1911.
Para el 31 de mayo de ese mismo año, el presidente Díaz embarcó en el vapor Ypiranga junto a Carmen Romero Rubio, su esposa, miembros de su familia, algunos colaboradores de su gobierno y personal de servicio, incluyendo una cocinera y un valet. Desde el puerto de Veracruz, a donde había llegado tras su salida de su casa ubicada en la calle Cadena número 8, actualmente Venustiano Carranza, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, partió el 26 de mayo, con rumbo a su exilio, en el que terminaría sus días.
Cuando abordaron el barco, que pertenecía a la Hamburg-America Linie, prácticamente era nuevo. Ese barco fue construido en el astillero Krupp Germaniawerft, en la ciudad de Kiel, Alemania, y botado en mayo de 1908. Fue bautizado con el nombre de Ypiranga, que significa agua roja en lenguaje tupiguaraní, nombre que tomaron de un riachuelo en Sao Paulo, Brasil. Aunque algunas fuentes lo escribieron con i, la naviera anunciaba los itinerarios trasatlánticos, en periódicos mexicanos, y siempre lo hizo con la y, lo que confirma que esa es la forma correcta de escribirlo.
Porfirio Díaz, durante su viaje en el barco que lo llevaría a su nuevo destino, sufría un severo dolor y malestar debido a las afecciones en sus encías. Su boca estaba llena de llagas que intentaba aliviar de manera temporal con varios remedios, entre ellos, el de consumir un poco de opio. Los dolores también le desataron altas fiebres que lo mantenían postrado en su cama, según la información de Sonya Santos.
En su columna, la periodista compartió detalles de algunos menús que se servían en los barcos de la misma naviera durante los trayectos a América. Por ejemplo, menciona, el 17 de mayo de 1905, para el almuerzo, se ofrecía guisado y puré de papas, albóndigas de carne y papas asadas. También se dio una variedad de carnes frías, como ensalada de salmón, jamón ahumado, carne salchichón ahumado, arenque en salmuera y sardina en aceite. Esto demostró que los barcos de vapor de la época disponían de alimentos que se conservaban gracias a técnicas naturales como el ahumado, salmueras y curados.
Además, Santos mencionó los horarios: “Comidas. Primera Clase: El café se sirve de 6 a 8, el desayuno de 8 a 10, el almuerzo a las 12:30 y la cena a las 6:30. Para todas las comidas se ofrecerán menús impresos. Los asientos son asignados por el mayordomo. Se anunciará la comida 30 minutos antes mediante una señal; cuando se dé la segunda señal, se servirá la comida”. “Música: La banda del vapor tocará de 10 a 11 am en la cubierta de recreo y en el comedor durante la comida”.
Otro de los servicios que probablemente utilizó Díaz en su trayecto a Francia, fue el de “Médico y botica: Hállase á bordo un médico aprobado por el Estado. Los viajeros que enfermen durante la travesía serán atendidos gratuitamente, no cobrándose nada por los medicamentos aplicados. En cambio el médico tiene derecho a cobrar el acostumbrado honorario á los pasajeros que le consulten padeciendo de males no contraídos en el viaje”, señala la autora de la columna.
La familia Díaz llegó a París a principios de julio de 1911. Es probable que durante el viaje en el Ypiranga el expresidente no pudiera disfrutar del jamón, bailar ni deleitarse con la música, y en definitiva pasó la mayor parte de su tiempo en el servicio médico.
El 19 de julio del mismo año, Díaz y su esposa partiron a una clínica en Interlaken, Suiza, donde fueron recibidos por el equipo de un destacado dentista, que utilizó procedimientos odontológicos más actualizados de la época para tratar sus encías, y extraer una muela dañada hasta la raíz. A partir de ese momento, Porfirio Díaz experimento una notable mejoría, especialmente, en cuanto al alivio del dolor.