Desde hace al menos cuatro años, las organizaciones criminales mexicanas expandieron su negocio ilícito a otras partes de Sudamérica, como Ecuador, donde se han aliado con las bandas locales para controlar el tráfico de cocaína. Se trata de los dos grupos más grandes y violentos de México, el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
A principios de noviembre del año pasado, las ciudades ecuatorianas de Guayaquil y Esmeraldas amanecieron con una serie de disturbios debido a los traslados de reos de la Penintenciaría del Litoral, considerada como uno de los centros de reclusión más violentos del país. Balaceras y atentados con explosivos eran las señales de la presencia de los cárteles mexicanos.
Y es que durante el 1° de noviembre se desplegaron panfletos de grupos locales que estarían ligados al CJNG, los cuales estaban firmados por Los Tiguerones, quienes se dedican al narcotráfico -especialmente al trasiego de cocaína procedente de Colombia-, así como a la extorsión a empresarios y comerciantes.
Aunque los cárteles mexicanos solían operar en silencio en Ecuador, el asesinato de un líder criminal aliado con el Cártel de Sinaloa detonó una cruenta guerra que aún continúa.
La periodista Emily Green de Vice News entrevistó a un traficante ecuatoriano que solía trabajar para un grupo relacionado con el Cártel de Sinaloa, quien indicó que alrededor del 2019 las organizaciones criminales de México se aliaron con bandas locales de Ecuador, aunque su presencia en el país no era tan notoria. “Nadie sabía que los mexicanos estaban aquí”, indicó el hombre de identidad reservada.
El sujeto proveniente de Esmeraldas indicó que los cárteles mexicanos están a cargo del transporte, es decir, que movilizan la droga vía terrestre. Su función es garantizar que los cargamentos lleguen a su destino final. Él se desempeñaba como conductor, trasladaba la cocaína desde la frontera con Colombia hasta Guayaquil dos o tres veces al mes.
Cada viaja duraba cerca de 12 horas y por ello ganaba alrededor de USD mil dólares. En ese entonces, los agentes policíacos eran sobornados para que la droga fuera transportada sin ninguna dificultad.
Sin embargo, el asesinato de Jorge Luis Zambrano, alias Rasquiña, ocasionó que la guerra entre el CJNG y el Cártel de Sinaloa se acrecentara, según la reportera especializada en temas de seguridad y migración.
Asesinato de la Rasquiña
Fue el 28 diciembre de 2020 cuando las autoridades ecuatorianas dieron a conocer el asesinato de Rasquiña, un poderoso líder de “Los Choneros”, un grupo aliado al Cártel de Sinaloa que se dedica al sicariato y al narcotráfico. Sus orígenes se remontan a la década de los 90 en Chone, una ciudad de la provincia de Manabí ubicada al oeste de Ecuador.
El asesinato de Jorge Luis Zambrano ocurrió en un centro comercial de Manta. Reportes preliminares de la Policía Nacional indicaron que recibió tres impactos de bala. Aunque le dieron atención médica, no logró sobrevivir al atentado. En esa ocasión, Rasquiña se encontraba en una cafetería junto a sus familiares y un custodio.
Alrededor de las 18:00 horas, un sujeto armado irrumpió en el establecimiento y abrió fuego contra el líder criminal. Aunque la agresión quedó registrada en una cámara de videovigilancia, hasta el momento no se ha esclarecido quién perpetró el asesinato, pero todo apuntaba a la disputa por el control de los puertos donde llega la cocaína.
“No está claro quién lo mató, pero tras su muerte el Cártel de Sinaloa y su rival, el CJNG, se hicieron con el control del narcotráfico ecuatoriano, utilizando las bandas locales para transportar cocaína e invitarles a dominar las rutas de la droga”, se indica en el reportaje del medio estadounidense.
Una fuente de Inteligencia de identidad reservada indicó al medio Plan V que detrás del asesinato de Rasquiña estaría una de sus principales bandas rivales, misma que anteriormente había sido una subestructura de Los Choneros. Se trata del grupo de Los Lagartos, quienes se han aliado con el CJNG para controlar las rutas de cocaína en Guayaquil.
El asesinato de Luis Zambrano provocó la fragmentación de Los Choneros (aunque no en su totalidad). pues algunos de sus miembros decidieron trasladarse a otros grupos delictivos, como Los Águilas y Los Tiguerones.
Dichas pandillas se unieron a Los Lobos, Los Pipos y Los Chone Killers para crear una nueva estructura en 2021 denominada “Nueva Generación”, lo que deja en evidencia sus vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), según reportes de Insight Crime.
Cocaína en Ecuador
Ecuador está situado entre los dos principales países productores de cocaína del mundo: Colombia y Perú. Debido a ello, el país gobernado por Guillermo Lasso funciona como una ruta de tránsito para las drogas ilícitas y los precursores químicos.
Es así como las organizaciones criminales de otros países de la región han trasladado sus operaciones delictivas a territorio ecuatoriano, con la finalidad de controlar el tráfico de estupefacientes. Para ello, han forjado alianzas con las bandas locales.
“Los cárteles colombianos y mexicanos dirigen el tráfico de drogas y otras actividades ilícitas en Ecuador, mientras que las guerras entre bandas relacionadas con las drogas contribuyeron a alcanzar niveles récord de violencia en las cárceles en 2021″, se lee en el Informe sobre la Estrategia Internacional de Control de Estupefacientes del Departamento de Estado de Estados Unidos publicado en 2022.
Como parte de los resultados para combatir a los grupos criminales, en los primeros 10 meses de 2021, el Gobierno de Ecuador destruyó poco más de 56 toneladas de estupefacientes que fueron incautadas durante ese año, gracias al apoyo de las autoridades marítimas estadounidenses que llevan a cabo operaciones de abordaje en aguas internacionales.
Y es que, según el informe citado, el presidente Lasso considera a Estados Unidos como su principal socio en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, particularmente a lo largo de la frontera con Colombia.
Durante 2022, en Ecuador se incautaron 201 toneladas de drogas, de las cuales más de 170 eran de cocaína. Dicha cifra significió una ligera disminución en comparación con el año anterior, cuando se registraron 210 toneladas aseguradas.