El pasado martes 2 de mayo, habitantes de Nuevo Poblado “El Caracol”, en el estado de Guerrero, observaron varios dorones sobrevolando la comunidad.
Al dia siguiente volvieron advertir la presencia de los objetos voladores, pero en esa ocasión fueron lanzadas seis bombas sobre el poblado, lo que motivó que la población saliera de manera inmediata buscando proteger la vidas de mujeres y niños de las agresiones.
Cinco días después, a pesar de que varios de sus habitantes se habían desplazado, la comunidad fue atacada nuevamente con drones, los cuales lanzaron 11 bombas en contra de la población masculina que se mantuvo en la comunidad.
El párroco y la comunidad de Tlacotepec brindaron atención humanitaria a los niños y mujeres desplazados de Nuevo Poblado.
“Más de la mitad de las personas desplazadas presentan problemas de salud, como diarrea, tos, gripa, fiebre, dolor de cuerpo, dolor de cabeza y crisis nerviosa, entre otros (padecimientos)”, detalló en un comunicado el Centro de Derechos de las Víctimas de Violencia “Minerva Bello”.
Una semana antes de que iniciaran los ataques en Nuevo Poblado, otros pueblos cercanos al río Atoyac, como Nuevo Balsas, en el municipio de Cocula. también sufrieron ataques desde drones, reportó el Sur de Acapulco. También se reportaron ataques en las comunidades de Acatlán del Río, Tetela del Río, Santa María, Texocotla, El Querenque, Lagunita, y Tlatzala.
Los pobladores de Nuevo Balsas señalaron directamente al cártel de La Familia Michoacana como la organización responsable de los ataques mediante artefactos voladores.
“Llevan más de una semana atacándonos con drones, primero era al grupo de comunitarios que estamos en los cerros enfrentando el avance de la Familia que desde el mes de febrero intenta llegar a Nuevo Balsas, y ahora está atacando a las comunidades donde hay gente inocente que no tiene nada que ver con el conflicto”, explicó uno de los comunitarios de Nuevo Balsas entrevistados por El Sur de Acapulco.
“Les hemos hablado a las autoridades del gobierno estatal para decirles lo que sucede, pero hacen caso omiso (...) Las mujeres y los niños han abandonado sus comuidades, los hombres se quedaron porque al igual que nosotros vamos a pelear para defender nuestro territorio”, añadieron.
Nexo con el CJNG
Las comunidades que se encuentran cerca del río Atoyac son de gran valor para los grupos criminales por su posición geográfica y su tierra fértil para el cultivo de drogas.
En la zona se cultivan grandes proporciones de marihuana y amapola, y más recientemente, aunque en una escala mucho más baja, también hoja de coca. “Los grupos criminales han intentado con frecuencia reubicar pueblos enteros asentados a lo largo de las rutas del narcotráfico, con el fin de eliminar testigo y obstáculos”, explicó un portavoz del centro “Minerva Bello” al aorgnaización especializada en narcotráfico Insight Crime.
Los recientes ataques con drones coincidieron con la alianza entre la Familia Michoacana y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Se trata de una táctica “que le fue adoptada al CJNG, el cual le proporciona a la Familia drones cada vez más sofisticados y silenciosos para llevar a cabo ataques explosivos”, dijo a Insight Crime en periodista de Michoacán, Carlos Arrieta.
El uso de drones por parte de los grupos de la delincuencia organizado es cada vez más variado, con fines que van desde labores de vigilancia hasta ataques a grupos rivales.