Cuál es la historia del creador y dueño de “La Casa de Toño”

La comida mexicana cuenta con gran reconocimiento alrededor del mundo. La mayoría de los platillos que hoy en día son ampliamente socorridos tuvo su origen o éxito en puestos ambulantes y negocios familiares. En ese sentido, el restaurante conocido como “La Casa de Toño” logró la distinción por ser una de las cadenas más reconocidas que ofrecen un variado menú de antojitos.

En la actualidad, la cadena reconocida por los colores verde y blanco cuenta con 61 sucursales distribuidas en diversas regiones de la Ciudad de México y el Estado de México. Aunque su servicio ya ha cautivado el paladar de cientos de mexicanos y personas extranjeras, su éxito no siempre estuvo tan consolidado y comenzó con un modesto puesto ambulante.

“La Casa de Toño” es un negocio que fue creado y desarrollado por iniciativa de Marco Antonio Campos, quien casi al tiempo de animarse a emprender el negocio de antojitos mexicanos, optó por el estudio de la carrera de derecho en una universidad ubicada en la capital del país.

Fue en el año de 1978 cuando, en sociedad con el esposo de una de sus primas, Marco Antonio comenzó a vender quesadillas en una banqueta ubicada en la calle de Floresta, una de las calles más reconocidas en el presente de la colonia Clavería, alcaldía Azcapotzalco.

“Fundamos la casa empezando con un puesto de quesadillas y antojitos en la colonia clavería de la CDMX. A lo largo de los años hemos ido creciendo de boca en boca gracias a ti, hasta convertirnos en la cadena restaurantera más famosa de la CDMX”, se lee en el portal oficial del restaurante.

De acuerdo con el testimonio que Miguel Prado, quien ocupa el cargo de director financiero en “La Casa de Toño”, brindó a la revista Forbes, la sociedad solamente duró unos minutos. Y es que el personaje encargado de invertir en la compra del anafre y los insumos para vender decidió retirarse del negocio casi al instante del comienzo.

Fue así que Toño continuó con la operación del negocio callejero y, lejos de renunciar a su continuidad, se encargó de darlo a conocer entre el público que día con día dio crédito a la calidad del servicio con el cual se ofrecían los productos. De acuerdo con Prado, a Toño siempre lo caracterizó su amabilidad y rapidez en el servicio, rasgos que buscó implementar entre sus empleados.

Desde el inicio, la personalidad de Toño le dio prestigio a su iniciativa. Aunque en un principio decidió llamar a su negocio como “Las dos poblanas” en honor al estado de origen de su madre y su abuela, quienes estaban a cargo de la cocina, los comensales conocían el lugar como “La Casa de Toño”.

El impacto también se vio reflejado entre sus proveedores de la central de abastos, pues Marco Antonio se caracterizó por saldar sus cuentas casi al instante de adquirir los productos, así como a negarse a utilizar créditos para evitar el endeudamiento.

El crecimiento de su negocio llegó a ser tal que en un momento de su historia las autoridades capitalinas acudieron a verlo para notificarle que no podía seguir realizando sus ventas en la banqueta. Por esa razón, y gracias al ahorro que ya tenía, decidió comprar a sus padres una casa en la calle de Floresta para adecuarla y establecer ahí su local.

Ese fue el origen del éxito en el negocio conocido como “La Casa de Toño”. El negocio establecido en la colonia Clavería, con el paso de los años, pudo tener su segunda sucursal y continuó su expansión por la zona metropolitana de la Ciudad de México al tiempo que incorporó otra serie de platillos en el menú. En ese momento, el pozole pudo tener amplia aceptación entre los clientes.