“El gobierno me relaciona con los capos como si fuera uno de ellos, pero yo los conocí cuando eran personas comunes y corrientes”, declaró Sandra Ávila Beltrán en La Reina del Pacífico: es la hora de contar, libro del periodista Julio Scherer García. Entre sus palabras se filtra la influencia que esta mujer logró consolidar en los círculos más poderosos del tráfico de cocaína.
Debido a su imagen de mujer poderosa dentro del narco mexicano, han surgido distintas narrativas literarias y televisivas. La más sobresaliente es “La Reina del Sur” serie de Telemundo que utilizó sin consentimiento las imágenes de la detención de Sandra Ávila Beltrán ocurrida en septiembre de 2007, como determinó el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI). Esta demanda aún sigue en proceso y podría hablarse de una compensación de 150 millones de dólares para ella.
A sus 63 años ostenta el mismo glamour de su época de lujos con el que ha conseguido 260,000 seguidores en su cuenta de TikTok @sandraavilaoficial, recién creada durante junio de 2022. El estilo de vida que muestra en esta red social recuerda una época de ascenso en el crimen organizado hasta el declive que la llevó a permanecer tres años en prisiones de EE.UU y México.
La reina del Pacífico entre el tráfico de cocaína
“Soy la verdadera, la real”, dijo en un video de TikTok con el que anunció su llegada a las redes sociales tras un tiempo en prisión. La mujer se convirtió en una las figuras más icónicas en el mundo del narcotráfico tras haber cooperado en operaciones de tráfico de cocaína en la zona norte de México y estar al mando de las ganancias de este mercado ilegal.
Antes de convertirse en “La reina del Pacífico”, Sandra Ávila Beltrán nació en octubre de 1960, dentro de una familia involucrada con el Cártel de Guadajalara. Su padre, Alfonso Ávila Quintero era el fundador del Cártel Guadalajara y su estilo de vida abrió a la joven las puertas al mundo de los fraudes financieros y los negocios con organizaciones criminales.
Su glamour la delataba como pariente de narcotraficantes. Usaba joyas y collares gruesos de oro, según recordó en entrevista con BBC un excompañero de la Universidad Autónoma de Guadalajara, donde Ávila Beltrán estudió Ciencias de la Comunicación. Las sospechas se confirmaron cuando en la década de 1980 afirmó ser sobrina de Miguel Ángel Félix Gallardo, “El Jefe de Jefes”, aunque lo negó al hablar con el periodista Scherer García.
El hombre que fue clave para su participación en el narcotráfico fue su expareja Juan Diego Espinosa Ramírez, “El Tigre”, cabecilla del Cártel de Sinaloa y segundo hombre de importancia en el Cártel Valle del Norte de Colombia. Él se encargaba de almacenar la cocaína en Guadalajar, donde se estableció en 1990. Uno de los golpes de este hombre fue el envío de 40 toneladas de esta droga a Estados Unidos al mes, que fue posible con la ayuda de mucha gente, como declaró en entrevista a Telemundo. Entre esas personas se involucraba Sandra Ávila Beltrán.
Con su inteligencia, “La reina del Pacífico” manejó las ganancias obtenidas en las operaciones de “El Tigre”. Incluso en 2007, la policía de investigación mexicana la acusó de traficar nueve toneladas durante el 2002, año en el que el narcotráfico operaba con mayor presencia.; sin embargo, fue imposible comprobarlo frente a los juzgados.
El hecho que la llevó a admitir su participación en estos crímenes fue su plan de huida para “El Tigre”. Ella misma ha declarado antes autoridades de Estados Unidos y México que entre 2002 y 2004 financió a su exnovio para que pudiera viajar y esconderse en territorio mexicano mientras era perseguido por la policía.
Otro punto clave que posicionó a la mujer dentro de esta organización criminal fue proporcionada tras las investigaciones de la Administración de Control de Drogas (DEA). En diciembre de 2001, en México fue asegurado un buque de nombre Macel que transportaba nueve toneladas de cocaína. El transporte pertenecía a Juan Diego Espinosa Ramírez y su hermano Mauricio Espinosa Ramírez. En el informe que entregó la instancia estadounidense a la Agencia Federal de Investigación (AFI) el nombre de Sandra Ávila Beltrán aparecía como uno de los cabecillas.
La caída de Sandra Ávila Beltrán
El 18 de abril de 2002 un comando armado secuestró al hijo de “La Reina del Pacífico”: José Luis Fuentes Ávila, en ese entonces con 15 años de edad, fue raptado a manos de alguien que se había hecho pasar por amigo de su propia familia. Sandra Ávila Beltrán acudió a la Procuraduría General de Justicia del estado de Jalisco. Al notar que la mujer poseía los recursos para pagar cinco millones de dólares del rescate, las autoridades comenzaron a investigarla.
La unidad antiestatal antisecuentros rastreó llamadas de “La Reina del Pacífico” a “El Tigre”, Ignacio Nacho Coronel e Ismael “El Mayo” Zambada, hombres de alto rango en el crimen organizado. Luego de 17 días, José Luis Fuentes Ávila fue liberado tras el pago que Zambada realizó: 1.4 millones de dólares.
Fue hasta el 17 de julio de 2002 que los policías y miembros del Ejército Mexicano incautaron un barco atunero “Macel”. Con las acusaciones de la DEA, México detuvo en febrero de 2007 a Sandra Ávila Beltrán y “El Tigre” en la CDMX. “La reina del Pacífico” fue entregada a las autoridades estadounidenses en cumplimiento del acuerdo de extradición y, en julio de 2013, la Corte Federal para el Distrito Sur de Florida (EEUU), dictó una sentencia de 70 meses en prisión. “La reina del Pacífico” se declaró culpable de ayudar a su expareja a huir de la justicia y brindarle “asesoramiento”.
El 5 de septiembre de 2014, fue condenada a cinco años de prisión y mil días de multa por ser penalmente responsable en la comisión del delito de operaciones de procedencia ilícita y fue recluida en el Centro Federal de Readaptación Social, en el estado de Nayarit, hasta que la noche del 7 de febrero de 2015 fue liberada definitivamente.