Aunque la presencia del Hypostomus plecostomus, pez diablo o plecos en ríos y demás cuerpos de agua de México no es una situación desconocida, los avistamientos de esta especie invasora continúan en incremento. El más reciente alertamiento se debe ante la perseverancia de su presencia en diversos puntos del estado sureño Chiapas, especialmente en el Parque Nacional del Cañón del Sumidero.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), este espécimen fue detectado dentro del territorio nacional por primera vez hace casi tres décadas en el río Mezcala (cuenca del río Balsas), que se extiende por entidades como Michoacán, Estado de México, Guerrero, Morelos y Oaxaca.
Más tarde fue localizado en la cuenca del río Grijalva, Chiapas, y en varias localidades cercanas de Tabasco. Desde entonces se le denominó como una especie exótica invasora debido a que se ha caracterizado por su alta tasa de dispersión, proliferación y capacidad adaptativa. Actualmente también se le ha ubicado en el norte del país.
Las características de su morfología, fisiología y su comportamiento, han potenciado su instinto invasor, “desde su reproducción anual con una alta tasa de supervivencia debido al cuidado parental, hasta su comportamiento de anidación con hábitos nocturnos que los hace imperceptibles”, según explica la Conanp.
Además, la presencia de escamas con espinas y placas óseas en la especie forma una coraza rígida, que provoca que tenga muy pocos depredadores. El riesgo de su presencia responden a que son depredadores de múltiples especies endémicos, a las que merman al comer sus huevos y crías, además de competir con ellas por demás comida como algas y detritos orgánicos.
“Se alimentan, incluso, de huevecillos de las especies locales, ocupan nidos y espacios en los que no deberían estar, y van desplazando a las especies nativas del parque, llegando al grado de desaparecerlas”, comentó Roberto Escalante, director del Parque Nacional Cañón del Sumidero, en declaraciones recogidas por ADN 40.
No obstante, al tener como parte de su dieta vegetación, los cardúmenes de peces diablo provocan daños por su consumo pues, algunos de estos elementos en los ecosistemas funcionan como refugios para otras especies. Todo ello tiene una repercusión negativa en otras actividades productivas como la pesca pues, la captura y comercio del los plecos no representan beneficios económicos.
“La presencia latente de especies exóticas, como el pez diablo, aunada a la pesca desmedida, a la baja o nula presencia de lluvias y al aumento de las temperaturas en el área natural protegida, exacerban las pérdidas económicas de los pescadores locales”, detalla la Conanp a través de su portal oficial.
El pez diablo como objeto de consumo humano ha sido analizado en nuestro país por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en El pez diablo en México: Guía para administradores y usuarios de recursos pesqueros (2015). En él, resultó que esta especia es bajo en grasas y presenta altos niveles de proteínas por lo que es considerado como un pescado blando.
También demostró tener sabores agradables, “con dulzor apenas perceptible y acentos minerales” tras haberse sometido a una prueba que consistió en cocer el pescado en agua con sal.
Según la investigación, se determinó que el contenido nutricional del músculo del pez diablo es de:
- Humedad 82.34 % (gr/100 gr).
- Materia seca 17.66 % (gr/100 gr)
- Materia seca 17.66 % (gr/100 gr).r/100 gr)..
- Grasa cruda base seca 4.54 % (gr/100 gr).
- Nitrógeno total 14.31 % (gr/100 gr).
- Proteína cruda base húmeda 15.79 % (gr/100 gr).
- Proteína cruda base seca 89.45 % (gr/100 gr).