Torturas, asesinatos y masacres son algunas de las actividades delictivas perpetradas por el Cártel de Sinaloa en México para expandir su negocio criminal y mantener el control de su territorio. Gracias a ello han logrado consolidarse como uno de los grupos más poderosos en el hemisferio occidental dedicados al tráfico de fentanilo.
Durante los últimos ocho años, los miembros del Cártel han sido los responsables de la entrada masiva de dicho opioide sintético a territorio estadounidense. Esto gracias a que cuentan con diferentes facciones para operar, las cuales son lideradas por Ismael Zambada García, alias El Mayo, Juan José Esparragoza Moreno, alias El Azul, y por los hijos de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo.
La facción de Los Chapitos ha sido identificada por Estados Unidos como “la más violenta, grande y prolífica” de la organización. Actualmente es encabezada por Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, así como por su hermanastro Joaquín Archivaldo Guzmán Loera. Si bien también era liderada por Ovidio Guzmán, su detención a principios de enero lo dejó fuera del negocio familiar.
Para continuar con sus actividades criminales, Los Chapitos dirigen un fastuoso aparato de seguridad que recurre a la violencia por diversas razones, aunque todas están encaminadas a un mismo objetivo: ejercer y mantener el control sobre el tráfico de fentanilo. A continuación se enlistan los motivos detrás de los múltiples asesinatos, ejecuciones, masacres y secuestros en manos de esta facción.
La receta de violencia de Los Chapitos
A mediados de abril el Departamento de Justicia de Estados Unidos dio a conocer una serie de cargos en contra de 28 personas de diferentes nacionalidades relacionadas al Cártel de Sinaloa, entre ellas los líderes de Los Chapitos. En el documento se explica su modus operandi y la violencia que han desencadenado bajo una campaña de derramamiento de sangre, con la intención de mantenerse en la cima del narcotráfico.
“Para proteger y promover su operación de tráfico de fentanilo, Los Chapitos y sus socios dependen de ejecutores armados, conocidos como sicarios, así como de la corrupción y el pago de sobornos para garantizar la lealtad al Cártel”, se menciona. Las autoridades estadounidenses han identificado cinco principales razones por las cuales esta poderosa facción recurre a la violencia. La mayoría de estos actos son perpetrados con armas de grado militar.
1) Promover y mejorar la reputación del Cártel, especialmente respecto a grupos rivales. Debido a la existencia de múltiples bandas criminales, los sicarios de Los Chapitos han protagizado diversos enfrentamientos armados con sus enemigos, como parte de la disputa por el territorio y el control del tráfico de drogas.
Ejemplo de ello fue cuando en mayo de 2017, los hermanos Guzmán Salazar -acompañados de Nestor Isidro Pérez, su jefe de seguridad- torturaron y asesinaron a tres miembros de Los Zetas en el rancho de Iván Archivaldo, ubicado en Navolato, Sinaloa, donde usualmente interrogaban a sus víctimas y posteriormente se deshacían de sus cuerpos.
2) Proteger y mantener el poder. Con la finalidad de que el Cártel conserve el control del territorio, los Chapitos envían a sus sicarios a diversas partes del país donde se encuentran las rutas clave del tráfico de fentanilo. A esta acción se le conoce como “limpiar” la zona de los grupos rivales que se encuentran en dichas regiones.
El Departamento de Estado de EEUU señaló que en 2022 Los Chapitos enviaron a sus hombres armados a Ciudad Juárez, Chihuahua, para desplazar a las bandas delictivas asentadas en la demarcación, desatando así una serie de actos violentos que se ven reflejados en enfrentamientos armados.
3) Disciplinar y castigar. Aquellos socios y miembros del Cártel de Sinaloa que no cumplen con sus deberes, son irrespetuosos o desleales, son sometidos a cruentas sanciones físicas. El poder, en esta ocasión, se ejerce dentro de la organización contra sus mismos integrantes, en un acto de rígida obediencia.
En ese sentido, las autoridades estadounidenses recuerdan cuando en 2013, Néstor Isidro Pérez disparó a un sujeto que supuestamente le había robado a uno de los hijos de El Chapo: Jesús Alfredo. Por esta falta de conducta, la víctima perdió uno de sus pies.
4) Intimidar a la población civil. La exhibición de los cuerpos sin vida sobre la vía pública -en ocasiones descuartizados, colgados y acompañados de un narcomensaje- representa un acto encaminado a generar terror entre los habitantes. Esto, a su vez, es un mensaje dirigido a los grupos rivales y a los funcionarios del gobierno que interfieren con el negocio ilícito del Cártel de Sinaloa, apunta el Departamento de Estado.
5) Proteger a los líderes del Cártel. Una de las principales causas del derramamiento de sangre a manos de Los Chapitos es para evitar que las cabecillas de la facción no sean arrestadas por las autoridades o asesinadas por bandas contrarias. Esto se ha visto ejemplificado más claramente en dos ocasiones: en los intentos de captura de Ovidio Guzmán, mejor conocidos como “Culiacanazos”.
El primer “Culiacanazo” ocurrió en octubre de 2019, cuando fuerzas federales detuvieron a Ovidio en Culiacán, Sinaloa, pero debido a los narcobloqueos, balaceras y amenazas de Los Chapitos, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio la orden de liberar al narcotraficante.
El segundo ocurrió a comienzos de enero de este 2023. Si bien los sicarios del Cártel de Sinaloa intentaron replicar la hazaña realizada hace más de tres años con una serie de eventos violentos perpetrados en Culiacán, Ovidio Guzmán no corrió la misma suerte y finalmente quedó en manos de la justicia. Actualmente lucha para que no sea extraditado a Estados Unidos.
Los Ninis
La espiral de violencia generada por Los Chapitos ha sido gracias a uno de sus grupos de sicarios: “Los Ninis”, liderados por Néstor Isidro Pérez Salas, alias Nini, y Jorge Humberto Figueroa Benítez, alias 27. Estos dos sujetos recibieron entrenamiento militar en múltiples áreas de combate, por lo que cuentan con experiencia como francotiradores.
Reportes de inteligencia indican que Los Ninis llevaban a sus víctimas -entre autoridades locales y enemigos- al rancho de Iván Archivaldo Guzmán, donde los sometían a un interrogatorio mediante tortura. Una vez obtenida la información requerida, los asesinaban de múltiples maneras. En ocasiones, sus cuerpos eran arrojados a los tigres que el capo sinaloense tenía en ese predio.
“A medida que el poder del Cártel se expandía fuera de Sinaloa, Los Chapitos utilizaban la misma receta de violencia brutal e implacable en otras zonas de México”, señala el Departamento de Estado.
Entre 2016 y 2022, los sicarios de esta facción secuestraron, torturaron y asesinaron a narcotraficantes y funcionarios del gobierno en los estados de Coahuila, Michoacán, Sonora, Tamaulipas y Chihuahua, como parte de la “limpieza” de la zona norte del país, la cual es codiciada por el Cártel de Sinaloa debido a su ubicación geográfica para el tráfico de fentanilo.