A lo largo de la historia de México, se han registrado varios enfrentamientos entre nuestro país y otras naciones, que, en alguno de ellos, hasta se llegó a modificar la geografía. Estos conflictos iniciaron desde la llegada de los españoles en 1519, evento con el cual México sería conquistado y se convertiría en una colonia de los europeos por 300 años.
Otro de los países con los que México ha tenido conflictos a lo largo de su historia, es Francia. Y es que ese país europeo ha tenido grandes desencuentros con nuestro país en dos ocasiones, ambas durante el siglo XIX. El primero de estos se dio cuando apenas iniciaba la vida independiente del país, en 1838. Este evento fue conocido como La Guerra de los Pasteles, y el próximo domingo 16 de abril, se cumple un año más de que se inició.
Este evento también fue la primera intervención francesa en México. La historia cuenta que el origen de este conflicto se remonta a 1832, cuando un pastelero de origen francés, de apellido Remontel, que tenía su negocio en la población de Tacubaya, cerca de la Ciudad de México, pidió ayuda al gobierno de su país, pues unos militares mexicanos se habían ido de su establecimiento sin pagar unos bizcochos que habían pedido, además de causar alboroto y destrozos en su tienda.
En realidad, el señor Remontel no era el único que tenía motivos de queja, pues otros comerciantes también habían protestado ante el embajador francés, el barón Deffaudis, a causa de los supuestos desmanes provocados por los oficiales del aquel entonces presidente de México, el general Antonio López de Santa Anna, aunque cuesta creer que el simple impago de unos panes pudiera desencadenar una guerra.
En realidad, el problema era consecuencia de las tirantes relaciones que, de forma crónica, llevaban manteniendo los gobiernos de ambos países durante toda esa década, a causa de las ambiciones comerciales de Francia. Un año antes de que estallara el conflicto, el 28 de marzo de 1837, Francia había bloqueado los puertos de Buenos Aires y Montevideo, con el objetivo, según comunicó el vicecónsul francés Aimé Roger al primer ministro de su país, de “infligir a la invencible Buenos Aires un castigo ejemplar, que será una lección saludable para todos los demás estados americanos. Corresponde a Francia hacerse conocer si quiere que se le respete”.
De esta forma, el motivo real de la pugna venía de antes y partía de la negativa de quien fuera presidente del gobierno de México entre 1824 y 1829, Guadalupe Victoria, de ceder privilegios a las rutas comerciales francesas. Esta negativa se hacía extensiva asimismo a todos aquellos países que se hubieran negado a reconocer la reciente independencia de México.
A solucionar el conflicto tampoco ayudó mucho el hecho de que un ciudadano francés, acusado de piratería, hubiera sido fusilado en el puerto de Tampico, en 1832.
En 1838, el gobierno francés había sido incapaz de alcanzar un acuerdo comercial con el recién formado gobierno mexicano. El representante de Francia, el barón Antoine-Louis Deffaudis, no estaba de acuerdo con dos de los artículos que habían sido firmados entre México y España en los que se prohibía atacar un territorio reclamado por un país amigo y concederle ciertos privilegios “especiales”. Deffaudis, airado, se retiró de las negociaciones y regresó a Francia. El diplomático volvió unos meses más tarde, acompañado de diez barcos de guerra, con la clara intención de “hacer entrar en razón” al gobierno de México. Tras fondear frente a la Isla de Sacrificios, cerca de Veracruz, Deffaudis amenazó con invadir territorio mexicano si México no cumplía las condiciones de ultimátum lanzado por los franceses, que vencía el 15 de abril de 1838.
Al final, el ultimátum venció, y tras la negativa del gobierno mexicano a pagar la indemnización solicitada por los franceses, Deffaudis ordenó al almirante Bazoche que estableciera un bloqueo marítimo en los puertos de Veracruz y Tampico, el cual duró ocho meses. A pesar de ello, no lograron doblegar a los mexicanos, por lo que el 13 de noviembre 1838 llegó a las costas de México la fragata Nereida, comandada por el contraalmirante Charles Baudin, quien había sido nombrado ministro plenipotenciario de Francia, con veinte navíos más, entre ellos la corbeta Le Créole, comandada por el principe de Joinville, hijo del rey Luis Felipe I. A su llegada, Baudín dijo traer instrucciones de su país para exigir a México el pago de seiscientos mil pesos antes del 27 de noviembre. Al no cumplirse lo exigido, los franceses atacaron ese día la fortaleza de San Juan de Ulúa, situada en el puerto de Veracruz.
En vista de los acontecimientos, con las rutas comerciales bloqueadas y con amenazas de un ataque si el gobierno mexicano no accedía a las exigencias francesas, el presidente Anastasio Bustamante puso al mando de las tropas al general Antonio López de Santa Anna con la orden explícita de expulsar del país al ejército invasor. Las tropas francesas desembarcaron en Veracruz el 4 de diciembre de 1838 y decidieron tomar el puerto. A pesar del impecable historial militar del general Santa Anna, este no pudo hacer nada para evitar la derrota en la batalla que tuvo lugar a continuación. Al final, México se vio obligado a pagar la indemnización que se le pedía, y además el militar perdió una pierna a causa de una grave herida sufrida en combate, a la que, por cierto, no dudo en sepultar con honores.
El autor angloespañol Will Fowler, en su libro Gobernantes Mexicanos, explica: “... La marina de guerra francesa había tomado Ulúa y tenía bloqueado el puerto. Guadalupe Victoria fue uno de los negociadores mexicanos que se reunieron con el comandante francés en Xalapa para obtener, el 9 de marzo de 1839, un acuerdo que ponía fin a las hostilidades”.
Al final, y con la ayuda de Gran Bretaña, que veía seriamente perjudicadas sus rutas comerciales a causa del conflicto, Francia y México lograron firmar un acuerdo de paz, pero la deuda exigida por los franceses nunca llegó a pagarse en su totalidad, y años después, con el mismo argumento, sirvió de excusa a los franceses para intervenir militarmente por segunda ocasión en tierras mexicanas, cuando el gobierno de México, encabezado esta vez por el presidente Benito Juárez, anunció la suspensión de los pagos de la deuda externa del país en 1861.
Esta acción desencadenaría en la llamada segunda intervención francesa, en la que México sería invadido y gobernado por Maximiliano de Habsburgo, en el Segundo Imperio Mexicano.