La impunidad que permea en el sistema de justicia mexicano llevó a María Herrera Magdaleno a encabezar una incansable lucha no solo para localizar a cuatro de sus hijos que llevan más de una década desaparecidos, sino también para apoyar y solidarizarse con las familias que han padecido una situación similar a la de ella.
Los esfuerzos que la mujer de 73 años originaria de Pajacuarán, Michoacán ha realizado fueron reconocidos la mañana de este jueves 13 de abril cuando su nombre apareció dentro de la lista de las 100 personas más influyentes del mundo publicada por la Revista Time.
En el listado, la activista mexicana aparece a lado de personalidades como Salma Hayek, Lionel Messi, Elon Musk, Joe Biden, Michael B. Jordan entre otras. No obstante, la abismal diferencia entre María Herrera Magdaleno y los personajes que contempla el listado recae precisamente en una historia que tiene como protagonista uno de los fenómenos sociales más dolorosos de la historia de México: la desaparición forzada.
La familia Trujillo Herrera
María Herrera Magdaleno se casó con Guillermo Trujillo y, aunque su esposo falleció en 2011, el matrimonio tuvo ocho hijos: María, Rafael, Juan Carlos, Miguel Ángel, Gustavo, Jesús Salvador, Luis Armando y Raúl.
No obstante, la vida de la familia Trujillo Herrera dio un giro radical cuando entre 2008 y 2010 cuatro de los integrantes desaparecieron en circunstancias violentas y misteriosas, dejando un gran vacío en el corazón de su madre pero también un precedente para la incansable lucha de María Herrera Magdaleno.
Información compartida por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez A.C (Centro Prodh) señala que los primeros integrantes de la familia Trujillo Herrera en desaparecer fueron los hermanos Raúl y Jesús, de quienes perdieron rastro el 28 de agosto de 2008.
Jesús y Raúl Trujillo Herrera habían viajado junto a cinco compañeros de trabajo desde Pajacuarán, Michoacán a Atoyac de Álvarez en el estado de Guerrero para concretar un negocio de compra y venta de metales.
Los siete jóvenes -que en el momento de los hechos tenían entre 17 y 27 años- acudieron aquella noche a un bar del municipio guerrerense pese a que habitantes de dicha localidad les advirtieron que en la zona había una fuerte presencia del crimen organizado que operaba con conocimiento de las autoridades.
Los jóvenes fueron advertidos de que habría desapariciones por una pugna entre grupos delincuenciales. Esa fue la última noche que se tuvo conocimiento sobre el paradero de los dos hijos de María Herrera Magdaleno.
Las investigaciones realizadas por la familia revelaron que la responsabilidad de la desaparición forzada fue por parte del grupo delincuencial que controlaba territorialmente la zona.
Aunque el informe del Centro Prodh no revela el nombre en específico de la organización criminal a la que fue atribuido dicho crimen, una base de datos creada en 2019 por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) expuso que en el estado de Guerrero operan más de 20 grupos delictivos, entre los que destacan Los Caballeros Templarios, el Cártel del Sur, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la Familia Michoacana, Guerreros Unidos, Los Viagras, etc.
Por la desaparición de Raúl y Jesús Trujillo Herrera se han abierto al menos seis carpetas de investigación tanto a nivel estatal como federal. Del mismo modo, existe una averiguación por previa por los hechos realizada por la Fiscalía Especializada en Investigación de los Delitos de Desaparición Forzada en la dependencia que encabeza el fiscal Alejandro Gertz Manero.
Tan solo dos años después de la desaparición de Raúl y Jesús Trujillo Herrera, la tragedia volvió a la vida de María Herrera Magdaleno y su familia el 21 de septiembre de 2010 cuando perdieron rastro alguno de los hermanos Luis Armando y Gustavo.
En su afán de obtener recursos para continuar la búsqueda de Raúl y Jesús, los otros dos hermanos Trujillo Herrera salieron de Pajacuarán, Michoacán con destino a Vega de Alatorre en el estado de Veracruz en donde concretarían un negocio de compra venta de pedacería de oro y otros metales.
La última información que se tuvo sobre Luis Armando y Gustavo fue el aviso que dieron acerca de que llegarían tarde por un incidente ocurrido en la carretera a la altura de Apapantilla, Puebla; no obstante, nunca llegaron a su destino.
De acuerdo con las investigaciones que la propia familia realizó, en la zona existía un punto de revisión de la Policía Intermunicipal Poza Rica-Tihuatlán-Coatzintla, institución que fue vinculada con el grupo delictivo Los Zetas.
Al ser Veracruz un estado controlado por dicha organización criminal, todos los vehículos con placas de Michoacán eran interceptados por la policía, quienes entregaban a los detenidos a los mismos integrantes del grupo delictivo, según el relato del CentroProdh.
Al igual que en el caso de sus hermanos, por la desaparición de Luis Armando y Gustavo fueron abiertas al menos 10 carpetas de investigación a nivel federal y estatal, así como una averiguación en la Fiscalía Especializada en la Investigación de los Delitos de Desaparición Forzada.
Impunidad y activismo: la incansable lucha de María Herrera Magdaleno
Negligencias, omisiones, corrupción y una serie de inconsistencias en las investigaciones que autoridades realizaron en la búsqueda de los hijos de “Doña Mary” -como es conocida también la activista mexicana- la orillaron junto a su familia a aprender a dar seguimiento por su propia cuenta a las investigaciones penales y los temas periciales relacionados.
El activismo que María Herrera Magdaleno encabezó a raíz de la desaparición de sus cuatro hijos la llevó a fundar una red de colectivos para los familiares de víctimas de dicho delito llamado “Familiares en Búsqueda”.
Del mismo modo y de acuerdo con la semblanza expuesta por la Revista Time, tras más de una década de lucha, “Doña Mary” se reunió en mayo de 2022 con el Papa Francisco y en noviembre demandó al Estado Mexicano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por no haber investigado la desaparición de sus cuatro hijos.
La incansable búsqueda de María Herrera Magdaleno y su activismo han marcado un precedente para aumentar la presión sobre los líderes de México, quienes tienen la tarea de responder ante la crisis de las más de 111 mil desapariciones contabilizadas y, de este modo, sanar una de las heridas más profundas que se ha arraigado en la sociedad mexicana.