Las diferencias entre narcos y terroristas que impiden ponerlos en la misma etiqueta, según expertos

Catalogar a los cárteles mexicanos de la droga como grupos terroristas supondría una errónea caracterización, que a su vez podría conducir al uso de estrategias incorrectas para afrontar la problemática, advirtieron expertos.

Antony Blinken, secretario de Estado, y Merrick Garland, fiscal general, le dijeron al senador Lindsey Graham, durante los comités del Sedado de Estados Unidos, que consideraban denominar a los cárteles del narcotráfico como Organizaciones Terroristas Extranjeras (OTE).

Más tarde, el propio Graham presentó un proyecto de ley para designar a los cárteles mexicanos como OTE bajo el argumento de que contribuyen directamente a la crisis de consumo de drogas en Estados Unidos agravados por el fentanilo.

“Es una terrible epidemia, la cual ha sido desatada a propósito por el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG)”, declaró Garland ante el Comité Judicial del Senado.

De acuerdo con analistas expertos en seguridad, designar a los cárteles como OTE no va fortalecer la respuesta de organismos estadounidenses frente al crimen organizado, pero probablemente sí va allanar el camino para una posible acción militar de Estados Unidos contra dichos grupos.

El senador Graham incluso señaló la posibilidad de atacar con drones los laboratorios de drogas de este lado de la frontera. “Vamos a desatar la furia y el poder de Estados Unidos contra estos cárteles”, dijo textualmente.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, advirtió que si EEUU toma acciones militares en territorio mexicano supondría una violación al derecho internacional y desataría una fuerte reacción diplomática no solo de México sino de otros países.

Además, de acuerdo con un análisis de la organización especializada en narcotráfico Insight Crime, lo más probable es que las estrategias antiterroristas militarizadas sean poco efectivas contra el crimen organizado debido a que los terroristas y criminales tienen motivaciones radicalmente diferentes.

Aunque los grupos del crimen organizado y los terrositas usan tácticas similares, como ataques con bombas y secuestros, sus acciones tienen objetivos marcadamente diferentes.

Por un lado, los terroristas se amparan en un fin político, mientras que los cárteles de la droga utilizan la violencia meramente por motivos de lucro, fuera de cualquier objetivo político.

Son esa mismas diferencias las que afectan directamente la forma en cómo los grupos criminales responden a las acciones de las autoridaes. Los grupos terrorristas, por ejemplo, al perseguir motivaciones ideológicas, pueden ser severamente dañados con el abatimiento de uno de sus líderes, al grado de que sus redes criminales queden por completo desmanteladas.

Los cárteles de la droga, en cambio, no han respondido de la misma manera a la caída de sus cabezas. Eliminar a un capo de la droga muchas veces ni siquiera supone una afectación real a la demanda de drogas y otros servicios ilícitos que ofrece el grupo criminal que representa.

“Muchas de las organizaciones aparecen y desaparecen... o se fragmentan. Pero, finalmente, surgen nuevas organizaciones que ingresan a las economías ilícitas”, declaró el experto en narcotráfico de la Universidad del Sur de California, Robert J. Bunker, a Insight Crime.

El senador Graham también comparó la propuesta con el proyecto “Plan Colombia”, encabezado a principios de siglo por los gobiernos de Estados Unidos y Colombia para combatir a los grupos guerrilleros, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), involucrados en el tráfico de cocaína internacional

Sin embargo, según el análisis de la organización colombiana, las FARC y el ELN eran insurgencias políticas, a diferencia de las organizaciones puramente criminales que Graham propone atacar en México. La dinámica política del momento era completamente diferente. El gobierno de Colombia consideró terroristas a dichos grupos y aceptó la asistencia de Estados Unidos en materia de seguridad.

El Plan Colombia, no obstante, tuvo resultados diversos. Más de dos décadas después del inicio del plan, el ELN continúa activo, al igual que diversas facciones de las FARC, una guerrilla ya desmovilizada. La producción y el tráfico de cocaína se mantienen en máximos históricos.