En plena década de los 90 Ari Telch se consolidaba como uno de los actores más famosos de la televisión en México, gracias a su participación en recordadas telenovelas como Mirada mujer, Imperio de cristal y Muchachitas.
Pero fue a principio de la década de los 2000 cuando empezó a ser catalogado como “irresponsable” o “difícil de tratar” por algunos compañeros, esto derivó en que Telch hiciera público su padecimiento.
El actor hoy de 60 años, un hombre sensible y padre de dos hijas adultas, padece de manera congénita un trastorno de Bipolaridad tipo ll, enfermedad mental incurable, pero tratable, la cual requiere cuidados habituales.
La Bipolaridad de Telch irrumpió en su vida pública cuando estaba en su apogeo como actor y comenzó a perder el control de su persona, como él mismo lo relató más tarde, en 2018, en su espectáculo unipersonal D’Mente, donde a manera de catarsis se sinceró con su público y contó cómo llegó a vivir en distintos momentos de su vida extremos anímicos de euforia, alegría y sexo, pero también de tristeza y hasta pensamientos suicidas.
“Tienes largos periodos de normalidad y, de pronto, así, nada más, te vas a la manía, a la hipersexualidad, combinada con el parloteo y conductas de riesgo. No necesitas dormir, no por insomnio, sino porque no puedes, basta un par de horas al día y el resto te la pasas echando relajo y gastando en exceso. Es una enfermedad sumamente delicada”, explicó el histrión en una entrevista con Adela Micha.
Tras acudir con el psiquiatra, y luego de episodios depresivos de los cuales derivó también un periodo de alcoholismo, hoy Ari Telch puede identificar si está recayendo en su enfermedad o si debe cambiar de medicación, y para ello debe mantenerse en alerta.
De la euforia a la tristeza y de la alegría al llanto
En el marco del Día Mundial del Trastorno Bipolar, Infobae México entró en contacto con un especialista para conocer precisiones respecto a este padecimiento que afecta a casi tres millones de mexicanos, según los más recientes datos de la Secretaría de salud.
“Lo primero que habría que decir es que la bipolaridad es un trastorno mental que afecta esencialmente la regulación de los estados de ánimo. Esto quiere decir que la persona, sin una causa aparente, puede sentirse muy triste, deprimido y en otro momento pasar a un estado maníaco de mucha energía, irritabilidad, conductas invasivas con los demás, no duermen, pueden hacer actividades peligrosas o de riesgo, consumir drogas, sexo sin protección, etc., es decir, pasan de un estado de ánimo a otro de manera muy intensa en ciertos periodos de tiempo, sin que la persona entienda el porqué“, cuenta el psicólogo Iván Lozano.
Como la mayoría de los padecimientos, la Bipolaridad es susceptible de ser controlada con una combinación en balance entre medicamentos antipsicóticos o anticonvulsivos y una ayuda profesional de orientación psicológica.
“El tratamiento es integral, con el médico tomando reguladores del estado de ánimo, que ayuden a la persona justo a poder encontrar cierto nivel de bienestar y de reducir los cambios abruptos de ánimo, ya que muchas veces esto les afecta mucho en todos los aspectos de su vida. Pero es importante recalcar que sí hay tratamiento y se debe acompañar de terapia psicológica para ayudar a la persona a llevar su padecimiento”, añade el especialista, quien resalta la importancia del apoyo y la comprensión de los cercanos.
Acompañamiento y comprensión frente al estigma
“Y otra cosa que es esencial es educar a la familia y a las personas cercanas para combatir el estigma. La bipolaridad no se elige, no se quita sólo por voluntad, es necesario el apoyo y la comprensión de sus familiares y amigos para además de apoyar a la persona, pues es algo con lo que se aprenderá a vivir, sin reducir a la persona a ese diagnóstico, ella es mucho más”, recalca Lozano.
Y es que para quien conviva de cerca con una persona que padezca Trastorno Bipolar, el médico subraya la importancia de no perder de vista que los cambios de ánimo repentinos y hasta las actitudes que puedan incomodar son consecuencias directas de la enfermedad y no un tema “personal”.
“Lo más aconsejable es dar acompañamiento, no presionar, no decir ‘échale ganas’ si está triste o no tomarse personal sus actos si esta maníaco eufórico, invasivo, recordar que es un padecimiento y mejor buscar ayuda profesional, a veces se necesitan ajustes en el tratamiento”, señala.