El español de México es producto de la conjunción del idioma que llegó con los europeos en el siglo XVI y las lenguas nativas de la región mesoamericana. Por ello, diversas palabras del uso cotidiano tienen su origen en dicha simbiosis. Ejemplo de ello es tlapalería.
Palabras de uso común entre la población mexicana como cuate, apapachar o aguacate son propias del náhuatl, el idioma hablando en el antiguo imperio mexica y diversa regiones del altiplano central. No obstante, hay otras más que surgieron de la mezcla del español y lenguas originarias.
La término tlapalería tiene sus raíces en la voz nahua. Deriva de tlapalli, cuyo significado literal es “colores”, aunque también quiere decir color o tinte en singular. Fue este término que, más el sufijo “ería”, comenzó a utilizarse para nombrar aquellos lugares en donde se vendían elementos para pigmentar, aunque también era usado para referirse a talleres u oficios.
De esta manera, tlapalería es una palabra híbrida, productos de dos lenguas distintas, cuya traducción puede ser lugar donde se encuentran los colores. En la actualidad, de acuerdo con al Real Académica Española, se trata de una “tienda de pintura, donde también se venden materiales eléctricos y herramientas”.
El escritor español José Moreno Villa habló sobre qué es una tlapalería en su libro Cornucopia de México, en el que plasmó sus vivencias en tierras mexicanas luego de huir de la guerra civil en su país natal. “La tlapalería, en primer lugar, no es un establecimiento claramente definido por lo que yo veo. Y su condición imprecisa es ya un obstáculo para pasar la frontera”, destacó.
Retomando la definición “tienda de aceites, pinturas, gomas, etc.”, señaló la importancia del etcétera, pues deja “abierta la frase para lo que nos guste agregar”, consideró. “Y en efecto, no todas las tlapalerías tienen el mismo surtido. Las hay pobres y ricas”.
“Hice un intento de catalogar los artículos en algunas de ellas, pero vi que, aparte de los fundamentales citados en la definición dicha, contaba con objetos de ferretería, codeles, papeles, brea, focos eléctricos, cera para los pisos, cubetas, vacinillas, jarras, pocillos de peltre, alambre, cemento, vidrios, mastique para tapar agujeros y útiles de cocina”, escribió el también pintor, quien falleció en 1955 en la Ciudad de México.
De acuerdo con Moreno Villa, la tlapalería —ahora entendida también con ferretería— es una especie de almacén y no un bazar, en el se venden “todas esas cosas groseras y oscuras necesarias en las casas”.
Por su parte, la palabra ferretería deriva del latín ferrum, cuyo significado es hierro. Es decir, la definición de dicha locución es “lugar donde se vende hierro”, lo que en origen en distinto a tlapalería, aunque en el uso común entre la población mexicana no existe distinción entre una y otra.
Y así como dicho vocablo, el abanico de palabras mexicanas está repleto de diversas cuyas raíces vienen del antiguo náhuatl, tal como canica. Esta palabra tiene su origen de un llamado durante juegos infantiles en Mesoamérica. Según se cree, cuando los niños jugaban con pequeñas pelotas decían “ca, nican nican”, que significa “aquí estoy”.
Otra más es chicle, cuyo uso está relacionado con la goma de mascar. Sin embargo, originalmente deriva de tzictli, nombre que los antiguos pobladores utilizaban para nombrar al árbol del chicozapote, de donde obtenían una caña para masticarla.
En ese sentido, chocolate es otra palabra que se internacionalizó a partir de un término nahua. Xocolatl era la forma en que se referían a una bebida elaborada con granos de cacao molido y tostado, en ocasiones preparado con chile o incluso miel.
Por último, popote también es una palabra con raíces prehispánicas. También llamado pajilla o pitillo en la actualidad, su uso era para referirse a los tallos secos de las gramíneas.