Cuando los españoles llegaron a Tenochtitlan, en noviembre de 1519, la ciudad era gobernada por Moctezuma II, también conocido como Moctezuma Xocoyotzin. El encuentro entre él y Hernán Cortés, que lideraba a los invasores, se dio exactamente el 8 de noviembre de ese año, en la esquina de lo que actualmente son las calles República del Salvador y Pino Suárez.
Moctezuma ofreció a Cortés y los suyos instalarse en el Palacio de Axayácatl, algo que los españoles aceptaron. En dicho palacio, los extranjeros descubrieron un gran tesoro, lo que despertó su interés por conquistar el pueblo y quedarse con su riqueza.
Cortés y sus hombres tomaron prisionero a Moctezuma, y poco tiempo después, el tlatoani fue asesinado. En su lugar, subió al poder su hermano, Cuitláhuac, quien también fue señor de Iztapalapa y penúltimo huey tlatoani mexica.
Con él, hubo buenos resultados, pues se enfrentó con valentía a los españoles y fue él quien lideró al bando mexica en la conocida como Noche Triste, en la que los españoles tuvieron que salir huyendo de Tenochtitlan. Sin embargo, poco después se contagiaría de viruela, enfermedad traída por los españoles que mermó severamente la salud del pueblo mexica.
En su lugar, subió quien fuera su primo, Cuauhtémoc, el último huey tlatoani mexica. Su nombre quiere decir “Sol que desciende” o “Águila que desciende”, y tomó el mando en plena Conquista para defender a su pueblo, dirigiendo con gran destreza la defensa de Tenochtitlan en 1521, hasta el momento en que fue capturado por los invasores, el 13 de agosto de ese mismo año.
Fue hijo del tlatoani Ahuízotl, octavo señor de México y de la princesa Tlillacapantzin, primogénita de Moquíhuix, quien fue el último señor de Tlatelolco, antes de la invasión de los españoles, y descendiente del Rey Poeta Nezahualcóyotl. Quedó huérfano de padre desde muy jóven y la responsabilidad de su educación estuvo a cargo de su madre Tlillacapantzin.
Una vez preso Cuauhtémoc y otros nobles, fueron sometidos a interrogatorios por Cortés, quien deseaba saber el destino del oro que guardaban los mexicas. Aunque el español recibió una canoa llena de toda clase de objetos de ese metal, Cortés no quedó satisfecho y sometió a tortura a sus prisioneros, entre ellos, a Cuauhtémoc. Al tlatoani le quemaron los pies, buscando que revelara el paradero de resto del oro. De acuerdo con Francisco Gómora, quien hizo una historia basada en los testimonios de los mismos conquistadores, uno de los principales que era torturado junto a Cuauhtémoc le solicitó que dijera algo sobre el paradero del tesoro, a lo que el tlatoani lo miró con ira y le preguntó si él estaba en algún deleite o baño.
Desde ese momento en adelante, Cortés, quien temía que el tlatoani pudiera causar algún problema con los mexicas, retuvo a Cuauhtémoc, que aunque no se le consideraba formalmente un prisionero, en los hechos lo era. Aún así, Cuauhtémoc intercedió repetidamente a favor de su pueblo ante los constantes abusos de los españoles. Las circunstancias precisas de la muerte de Cuauhtémoc aún son inciertas y objeto de controversias. Lo que sí se sabe son las razones por las que el español lo habría mandado a asesinar.
Cuando Cortés realizó una expedición a Las Hibueras, decidió llevar consigo a Cuauhtémoc y al señor de Tlacopan, pues creía que si los dejaba en México, podían levantar a los mexicas. En ese viaje, alegando un supuesto complot de parte del emperador mexica para derrocarlo, Cortés ordenó ejecutarlo. Se dice que el tlatoani fue bautizado antes de morir con el nombre de Hernando de Alvarado Cueuhtemotzin, aunque algunos documentos coloniales se refieren a él como don Fernando Cortés Cuauhtémoc Huitzilíhuitl. La muerte del último tlatoani mexica ocurrió en Itzamkánac, el 28 de febrero de 1525, por lo que el pasado martes se cumplieron 498 años de su deceso. No se sabe el destino que tuvieron sus restos.