El origen de los sonideros que pasa por un viaje salsero desde el Caribe hasta la “Colombia chiquita” en la CDMX

Los jóvenes de 1960 escucharon por primera vez esta música en Peñón de los Baños. El hallazgo a través de bocinas instaladas en las calles comenzó un movimiento urbano

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Los sonideros en México han
Los sonideros en México han difundido ritmos caribeños en las fiestas callejeras que organizan desde la década de 1960. (MOISÉS PABLO /CUARTOSCURO.COM)

Pablo Perea de León amenizaba fiestas en su barrio, Peñón de los Baños, con sus discos de salsa a todo volumen en sus bocinas; pero decidió ofrecer a sus conocidos nuevos ritmos que los hicieran bailar. En la década de 1960 comenzó a viajar por Cuba y Colombia, donde encontró la música que caracteriza a los sonideros vigentes hasta la fecha.

Según el artículo “Los Sonideros en México”, escrito por Ernesto Rivera, publicado en 2009 por Antropología. Revista Interdisciplinaria del INAH número 86, la música caribeña, compuesta por ritmos venezolanos, cubanos y colombianos fue el hallazgo que Perea compartió con los capitalinos en los bailes sesenteros. El lugar ideal para experimentar este ambiente fue Peñón de los Baños, ubicada en la delegación Venustiano Carranza de la Ciudad de México (CMDX), conocida también como la “Colombia chiquita”, de acuerdo con el sitio de la Fonoteca Nacional.

Con el paso de los años, los sonideros se han consolidado como parte de la historia del país, por la forma en que se convirtieron en una especie de maestros de ceremonias en las fiestas. Incluso algunos han participado en festivales musicales como el Cervantino y el Vive Latino. Aquí te contamos cómo surgió esta cultura en México y cuáles son los protagonistas en la CDMX.

Peñón de los Baños, “La Colombia chiquita”

En la década de 1950, explica Rivera en su artículo, las familias en los barrios de clase media y baja comenzaron a amenizar fiestas con la contratación de un sonido. A través de esta solución, las personas encontraron una forma de conocer música proveniente de Centro y Sudamérica. Tiempo después, los bailes se convirtieron en una forma de acercarse a otro tipo de sonidos caribeños como la rumba, ritmo batanga y cha-cha-cha.

Los ritmos colombianos y cubanos
Los ritmos colombianos y cubanos fueron el aporte que los sonideros ofrecieron a los mexicanos. (Archivo/Infobae).

En este punto de la historia, aparece Pablo Perea de León, mejor conocido como Sonido Arcoíris. Pasó a la historia por ser el primero en salir hacia otros países como Colombia, donde encontró un ritmo nacido en Panamá que fascinó tanto a músicos como al público mexicano en general.

La colección de Perea, única en el país, ubicó a su barrio Peñón de los Baños, CDMX, como el punto de encuentro con nueva música. Los amantes de estos géneros bautizaron a la colonia como “Colombia chiquita”. Con el nacimiento de una capital del sonidero, también surgió el baile “tibiri” que imitaba los pasos del actor mexicano Germán Valdés “Tin Tan”.

El sitio web de la Fonoteca Nacional, considera a Peñón de los Baños, la “Colombia Chiquita”, como el auténtico difusor de la cumbia y la salsa en México. La importancia de Perea para los sonideros significó un cimiento para ampliar la oferta musical y el estilo de este movimiento.

Tepito, el barrio de la salsa y los sonideros

Antes de que los sonideros se convirtieran en un movimiento cultural, las personas detrás de ellos tenían equipos precarios, según el artículo “Los Sonideros en México”. La mayoría solo contaba con un amplificador, una tornamesa, un bafle y una enorme cantidad de discos. Con el objetivo de ofrecer un entretenimiento que pudiera competir con los grupos musicales, incorporaron el micrófono para amenizar las fiestas y formar parte de ellas.

Cada sonidero tiene una forma
Cada sonidero tiene una forma particular de amenizar el ambiente de una fiesta e iniciar el baile. (GRACIELA LÓPEZ /CUARTOSCURO.COM)

Cada sonidero se transformó en una especie de maestro de ceremonias. Desde bodas hasta fiestas de quince años, ellos interactuaban con las personas, anunciaban a los festejados o el momento de terminar las celebraciones. De esta forma, un amenizador construía identidad propia frente a otros, y la gente podía reconocerlos.

Además de Sonido Arcoíris, existieron otras familias que fundaron sus sonideros en la CDMX. El texto “De fiesta callejera: historia de los sonideros de Tepito”, publicado en junio de 2019 por la revista Tierra Adentro de la Secretaría de Cultura, identifica a Sonido Pancho como uno de los primeros que ganó relevancia en el barrio bravo ubicado en la alcaldía Cuauhtémoc.

En 1968 Francisco González, mejor conocido como Pancho, fundó este sonidero junto a sus siete hermanos. En la actualidad, Jesús González selecciona la música, salsa en general, y otorga el estilo urbano que lo llevó a presentarse en el Vive Latino de 2015, junto a músicos del mismo género.

El festival musical también fue escenario en 2014 de otro pionero en Tepito: Sonido La Changa. Ramón Rojo es el fundador que desde 1968 ha puesto a bailar a los mexicanos fuera de la capital, pues se presentó en el festival Cervantino del 20 de octubre de 2022, realizado en Guanajuato. Debido a su trayectoria, Rojo fue homenajeado el 20 de agosto de ese año en el Faro Aragón.

Sonido La Changa ha formado
Sonido La Changa ha formado parte de distintos festivales nacionales e internacionales. (Archivo/Infobae).

Aunque la escena musical de los sonideros parezca ser dominio de hombres, desde inicios de 1960, Guadalupe Reyes Salazar fundó Sonido La Socia. En la actualidad, ella es considerada la primera mujer sonidera del país originaria de Tepito, de acuerdo con el sitio de la Secretaría de Cultura y la Fonoteca Nacional.

Reyes fue amiga cercana de los integrantes de la Sonora Matancera, lo que mantenía popular su sonidero. Además, la Fonoteca Nacional la identificaron como la pionera que definió gran parte de las estrategias de los sonideros, cuya vigencia perdura hasta hoy.

La mujer conocida como Sonido La Socia también influenció con su amistad y estilo a Pablo Perea en aquel 1968, el año en el que los sonideros formaron una cultura de baile y ritmos caribeños en la “Colombia chiquita”. Ella enseñó a varias generaciones cómo convertir las calles en salones de fiestas, con un par de bocinas y un micrófono para lanzar comentarios graciosos entre las canciones reproducidas en las bocinas. Sin embargo, Reyes falleció a inicios de 2022 sin recibir el reconocimiento que merecía, según el investigador Benito Salazar.

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