Asediado por la guerra en Ucrania, mexicano descarta regresar a su país por temor a la inseguridad

Temor e incertidumbre son las palabras usadas por Pablo Ferrat, originario de Veracruz, para tratar de describir lo que ha vivido durante el primer año de la invasión rusa. Pese a ello, prefiere no regresar a México

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Una operación militar rusa en Ucrania ha cambiado la vida de Pablo Ferrat, un mexicano que ha vivido en Kiev por más de 10 años (Foto: Archivo)
Una operación militar rusa en Ucrania ha cambiado la vida de Pablo Ferrat, un mexicano que ha vivido en Kiev por más de 10 años (Foto: Archivo)

“Aquella noche yo me fui a dormir normal, de lo más tranquilo. Por lo general a las 5:00 de la mañana mi gato me despierta para comer. Va conmigo y yo lo acompaño a la cocina. Esa vez no fue la excepción. Cuando estaba frente a la mesa vi que el teléfono se encendió. Lo tomé y era un mensaje que decía: ‘Oye, Pablo, (Vladimir) Putin acaba de anunciar una operación militar. ¿Qué está pasando?’ Cuando terminé de leerlo, en ese momento escuché la primera explosión”.

Así recuerda Pablo Ferrat, un mexicano que se encontraba a más de 10 mil kilómetros de distancia de Veracruz -donde nació-, el inicio de la guerra en Ucrania. De una noche a otra, las circunstancias de su vida cambiaron radicalmente y, conforme ha transcurrido el tiempo, ha tenido que encontrar la manera de adaptarse a una situación donde asecha el peligro.

El 24 de febrero de 2022, tropas militares rusas irrumpieron por la frontera este de Ucrania y, desde entonces, han protagonizado un conflicto bélico que ha dejado más de 8 mil civiles muertos y ha obligado a 7,7 millones de ucranianos a abandonar su país, según cifras aproximadas –podrían ser mayores- de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, así como su Agencia para los Refugiados (ACNUR).

Ahora, a un año del primer bombardeo ruso, Pablo cuenta a Infobae México que vive con temor e incertidumbre en Kyiv, en la capital de Ucrania, pues en una situación de guerra nunca sabes qué es lo que va a pasar. Te mueves en un terreno inestable en el que es difícil hacer planes a futuro, comenta. Pese a ello, prefiere no regresar a su país natal. La razón: la inseguridad.

Pablo Ferrat, originario de Veracruz, llegó hace más de 10 años a Ucrania, donde ha formado una familia junto a su esposa (Foto: Facebook/pablo.ferrat/)
Pablo Ferrat, originario de Veracruz, llegó hace más de 10 años a Ucrania, donde ha formado una familia junto a su esposa (Foto: Facebook/pablo.ferrat/)

Pablo Ferrat llegó a Kiev hace poco más de 10 años, tiempo en el que ha logrado formar un patrimonio y una familia. Está casado y es padre de una niña de dos años. Es diseñador gráfico y trabaja para una empresa internacional, lo que le facilita realizar sus jornadas a distancia. Su esposa, en cambio, necesita estar cerca de su país por cuestiones laborales.

Dos días después de que cayó la primera bomba rusa en Ucrania, Pablo se enteró de que el edificio donde vivía contaba con un refugio antibombas. Para ese entonces recuerda que sonaban alarmas, pero desconocía lo que significaba su sonido: podía ser una amenaza de un bombardeo, un misíl, movimiento aéreo, marítimo u otra operación militar. Las tropas rusas habían entrado a varias localidades de Kiev y junto a su familia se trasladó al sur del país gobernado por Volodímir Zelensky.

Pasaron por las localidades de Vinnitsa y Lyviv. Al cabo de una semana estaban en otro país: Polonia. Estuvieron ahí tres meses, donde Pablo dice haber vivido una de sus mayores crisis, pues la incertidumbre era tal que incluso llegaron al grado de no saber si volverían a casa. Pero sucedió que a la esposa de Pablo le pidieron regresar a Lyviv por cuestiones de trabajo y en junio ya estaban de vuelta en Ucrania. Para agosto se encontraban en Kyiv de nuevo, donde había comenzado su experiencia de la guerra.

Un edificio residencial destruido por un ataque con misiles rusos, en medio del ataque de Rusia a Ucrania, en Kramatorsk, Ucrania (Foto: REUTERS/Vitalii Hnidyi)
Un edificio residencial destruido por un ataque con misiles rusos, en medio del ataque de Rusia a Ucrania, en Kramatorsk, Ucrania (Foto: REUTERS/Vitalii Hnidyi)
“No ha sido fácil, pero te sientes en casa. Cuando tú estás viviendo en un país extranjero, por más bello que sea, te sientes refugiado. Eres un refugiado. Es muy difícil lidiar con esa sensación porque es una decisión que tú no tomaste, alguien más la tomó por ti. Te da miedo de no pertenecer a ningún lugar”, recuerda Pablo de su estancia en Polonia.

“Y bueno, cómo ha cambiado de ese día a hoy. Te puedo decir que la primera impresión es de terror, de incertidumbre, porque no sabes qué es lo que va a pasar. Nunca (he) estado en una guerra, no sabes cómo esto evoluciona”, recuerda Pablo desde su departamento en Kyiv, cuando horas antes Rusia había efectuado un bombardeo aéreo en varias localidades de Ucrania, dejándolos sin luz ni internet.

La directora de Cultura y Situaciones de Emergencia, Krista Pikkat, anuncio a finales de enero que, desde el comienzo de la guerra, 239 sitios culturales han sido dañados y destruidos, además de las 3 mil escuelas afectadas a lo largo del país. En tanto, las instalaciones sanitarias han recibido más de 800 ataques y se han reportado más de 75 mil edificios reducidos a escombros.

Pese a la invasión y destrucción a gran escala, Pablo asegura no haber presenciado ninguna muerte, lo cual no disminuye el impacto que la guerra ha tenido sobre él. Aunque afirma que vivir un conflicto armado no es algo a lo que te puedas acostumbrar, dice que ha logrado adaptar su vida a las nuevas circunstancias y proseguir con su día a día.

La vida en general sigue. Tú sales a la calle y todas las tiendas por lo general están abiertas. Aún después de un bombardeo, la gente vuelve a su vida normal”

Esa “vida normal” implica, además de la sensación de “peligro” e i”ncertidumbre”, un toque de queda de las 11:00 de la noche a las 5:00 de la mañana, cortes de luz de cuatro a ocho horas (debido a los ataques a la infraestructura eléctrica que comenzaron en octubre), caída del PIB del 30%, imposibilidad de planificar a futuro y que la más mínima actividad de lo que antes solía hacer, como ir de compras o al gimnasio, se vea interrumpida por una alerta de bomba.

No obstante, el veracruzano no tiene pensado regresar a México de momento. Desde 2019 no ha pisado su territorio. En parte, dice, porque ahora su casa y su familia están en Ucrania. En parte, dice, por la inseguridad. En parte, dice, porque tiene una hija y su instinto protector le advierte no llevarla ahí.

Para mí es más peligroso México (…) Yo aquí tengo una alarma y sé que mi seguridad depende de irme a un bunker y refugiarme ahí el tiempo que sea necesario. En México el problema es que tú sales a la calle y nadie te avisa (…) Es una situación muy triste. Yo no puedo decir que aquí se viva muy seguro ahora, pero siento que sí hay más posibilidades de cuidarte. Tengo una niña de dos años, me daría miedo llevarla a México”
Cientos de ucranianos han salido de su país ante la invasión rusa y han encontrado refugio en México (Foto: REUTERS/Henry Romero)
Cientos de ucranianos han salido de su país ante la invasión rusa y han encontrado refugio en México (Foto: REUTERS/Henry Romero)

En 2022, 9 de las 10 ciudades más violentas del mundo se encontraron en México, debido al número de homicidios dolosos registrados por cada 100 mil habitantes, según cifras del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. Entre ellas están Colima (Colima), Zamora (Michoacán), Ciudad Obregón (Sonora), Zacatecas (Zacatecas), Tijuana (Baja California), Celaya (Guanajuato), Uruapan (Michoacán), Juárez (Chihuahua) y Acapulco (Guerrero).

De acuerdo con la organización Artículo 19, al menos 12 periodistas fueron asesinados por su trabajo a lo largo de 2022 en México, siendo Veracruz –donde es originario Pablo- una de las entidades más peligrosas para ejercer dicha profesión, ya que concentra el mayor número de víctimas mortales a nivel nacional. En Ucrania, por su parte, fallecieron 12 profesionales de medios de comunicación, según la Federación Internacional de Periodistas (FIP).

Aunque una comparación entre ambos países puede resultar imprecisa, lo cierto es que así como hay mexicanos que deciden permanecer en territorio ucraniano –pese a la guerra-, también hay personas de Ucrania que salieron de su país y han encontrado refugio en México.

En los primeros 100 días de la guerra, cerca de 200 ucranianos se refugiaron en un albergue ubicado en Iztapalapa, Ciudad de México. Algunos de ellos optaron por permanecer en territorio mexicano, mientras que otros esperaban llegar la ciudad fronteriza de Tijuana, Baja California, donde había miles de personas de Ucrania que huyeron de la guerra, con el fin de pedir asilo en Estados Unidos, según la organización United with Ukraine.

AMLO ha mantenido una política de no intervención ante la invasión rusa a Ucrania (Fotoarte: Infobae México)
AMLO ha mantenido una política de no intervención ante la invasión rusa a Ucrania (Fotoarte: Infobae México)

La postura que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha mantenido sobre la invasión rusa a Ucrania ha sido de no intervención, por lo que ha evitado aplicar sanciones políticas y económicas al Kremlin. Por ello, la embajadora de Ucrania en México, Oksana Dramaretska, ha solicitado más apoyo por parte del Gobierno de México para poner fin a la guerra.

“En cuanto al gobierno de López Obrador, no estoy muy feliz con su postura. En algún momento escuché que también tenía su plan de paz, pero estoy seguro de que desconoce por completo las razones históricas de por qué está pasando esto. Creen que si Ucrania da territorio como Crimea o el Este, esta guerra va a terminar. No, esta guerra es existencial. Es por la existencia del país de Ucrania y de su gente como tal”, concluye Pablo, sin saber si algún día regresará a su país natal.

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