El mes de febrero es recordado en México como uno de los más trágicos de la Ciudad de México y definitivos para la historia del país debido a que fue cuando se dio el golpe de estado por parte de Victoriano Huerta para derrocar a Francisco Ignacio Madero.
De aquel mandatario, reconocido por haber sacado del poder a Porfirio Díaz en tan solo meses (de noviembre de 1910 a mayo de 1911), también es considerado como uno de los más ingenuos.
Ya que al llegar al poder con la ayuda de las fuerzas revolucionarias lideradas por Francisco Villa, Emiliano Zapata y Pascual Orozco, mantuvo el régimen militar de Díaz, a varios de los miembros de su gabinete, así como sus políticas y le dio la espalda a quienes lo apoyaron al no atender sus demandas.
Sin embargo, aquel hombre idealista asesinado a sangre fría, junto a su vicepresidente José María Pino Suarez, por órdenes de Victoriano Huerta, también es reconocido por una etapa que ha sido señalada por historiadores como fundamental para el impulso de su ideología.
El revolucionario espiritista
Los asuntos paranormales, el esoterismo y las prácticas de magia han estado ligadas al poder a lo largo de la historia humana, así como en el país. El periodista Gil Olmos, en un libro llamado Los Brujos y el poder publicado en 2008, habló de la fascinación por parte de políticos mexicanos a lo sobrenatural.
Entre ellos se encuentran Elba Esther Gordillo, las exprimeras damas Margarita Zavala y Martha Sahagún, así como el expresidente Carlos Salinas de Gortari, quienes habrían visitado brujos. También hay que mencionar el altar de la Santa Muerte que habría puesto en su oficina el exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna.
Pero quizá quien más ha destacado con respecto a este tipo de relaciones sea Madero, pues tuvo la singularidad de desempeñarse como médium en sesiones espiritistas. Y más aún, quizá el único presidente que ha hablado con los muertos.
Ignacio Madero comenzó a acercarse a la corriente espiritista a partir de 1892, cuando este se encontraba en Francia realizando sus estudios, durante su juventud gracias a los textos de Allan Kardec y su padre, quien también era espiritista. Incluso ecribió artículos sobre la materia bajo un pesudónimo.
Igualmente, esta corriente tuvo fuerza en México, especialmente en los estados del norte a finales del siglo XIX. Ahí, entre las clases altas, se propagó el saurinismo, una corriente derivada de los adivinos arabes zahorí, quienes alegaban poder ver más allá del tiempo.
Entre 1900 y 1901 formó el Círculo de Estudios Psicológicos de San Pedro, Coahuila, en la que organizaba y presidía sesiones de invocación. Durante estas, contactaba a los fantasmas y dejaba que tomaran posesión de su cuerpo para escribir y comunicar sus ideas.
De acuerdo con Yolia Tortolero Cervantes en su libro El espiritismo seduce a Francisco I. Madero, uno de los espíritus con los que mantuvo contacto y fueron esenciales para él, fue un espíritu llamado Raúl, un hermano suyo que falleció a los 3 años.
Este le daba consejos acerca de cuestiones morales o financieras, así como filosóficas, los cuales afectaron e influenciaron a Madero en el transcurso de su vida.
Uno de estos estaba relacionado con el desempleo generado cuando se terminaban las cosechas de algodón en Coahuila, en el que habló de la importancia de comederos públicos para ayudar al “bienestar de la gente proletaria”.
“Yo, aunque poco perito en operaciones financieras, porque en mis últimas encarnaciones me ocupé de otras profesiones, como médico, literato, pintor, etcétera, voy a intentar someter una especie de proyecto a su aprobación y a la de todos sus amigos que se interesen por el bienestar de la gente proletaria”
Otro consejo de los espíritus, quizás el más importante, fue que escribiera su libro La sucesión presidencial en 1910, texto que sería crucial para el inicio de la Revolución Mexicana.