El pasado martes 21 de febrero el ex secretario de Seguridad Pública de México, Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública —y prácticamente mano derecha— del ex presidente de México Felipe Calderón Hinojosa, fue declarado culpable de todos los cargos que pesaban en su contra en Estados Unidos.
Su defensa, con el abogado César de Castro a la cabeza, intentó sin éxito dibujar la imagen de García Luna como un hombre de familia que había forjado un “pequeño capital” (dos viviendas y dos restaurantes en México), gracias a su esfuerzo y al de su mujer, que fueron ganando capital gracias a la compraventa de viviendas.
Para ello la defensa llamó a declarar como único testigo a la esposa, Linda Cristina Pereyra, quien describió a una familia casi humilde, muy alejada del obsceno derroche de los narcotraficantes que se sentaron en la tarima de la sala para señalar al expolítico como uno de sus principales socios.
La defensa desplegada por De Castro reiteró desde un inicio lo mismo: que la fiscalía no había aportado las suficientes pruebas físicas como grabaciones, documentos, mensajes de textos o fotografía y que el testimonio de los ex narcotraficantes convocados por la Fiscalía no tenían credibilidad.
Para los abogados, todos eran “criminales que han mentido toda su vida” y que se presentaron o bien para conseguir reducciones de sentencias o bien para vengarse contra el supuesto responsable de sus detenciones.
Sus intervenciones, dijo el abogado, “no se pueden creer, son inconsistentes y desafían el sentido común”.
“Los trucos del oficio”
“El gobierno ha hecho un pacto con el diablo”, agregó el letrado, en referencia al currículum criminal de muchos de los testigos que reconocieron en la sala asesinatos, secuestros y torturas.
La falta de evidencias sólidas fue una de las características más mencionadas durante el caso de García Luna.
“La interceptación de conversaciones, la obtención de videos y mensajes o el hallazgo de rastros documentales de los sobornos son todas tareas de la mayor dificultad, más aún cuando el objetivo es un oficial de orden público que conoce los trucos del oficio”, explicó la organización especializada en narcotráfico Insight Crime, a través de un análisis sobre el resultado del juicio al ex funcionario.
A dichas dificultades, añadió la organización, se suma el hecho de mantener un balance entre la lucha anticorrupción y la necesidad de mantener la cooperación y la confianza entre aliados cercanos, en este caso México y Estados Unidos, para apoyarse en las operaciones antinarcóticos.
“La razón por la que no tenemos la evidencia es que en ese momento no la estábamos buscando. Estábamos tan cautivados con García Luna hace una década o más que nadie cuestionaba seriamente su integridad ni trataba de recabar evidencia en su contra”, explicó a Insight Crime el director del programa Justicia en México de la Universidad de San Diego, David Shirk.
El abogado de García Luna lo describió como “la cara de la guerra contra el narcotráfico” durante el sexenio del presidente Felipe Calderón (2006-2012), una época que acabaría convirtiéndose en una de las más sangrientas de la historia de México, y en la que García Luna fungía como mano derecha del presidente.
García Luna trabajó en el cuerpo de inteligencia por una década, encabezó la Agencia Federal de Investigación (AFI), cuyo objetivo principal era luchar contra el crimen organizado, durante el gobierno de Vicente Fox (2000-2006), y tras ello fue secretario de Seguridad Pública con Calderón.