El 24 de febrero de 2022 Karina Noemí Velasco Guzmán tenía una vida prometedora en Zhitómir junto a su esposo ucraniano y su pequeña bebé de seis meses, Ivanna, cuando una serie de misiles impactaron diversas ciudades y la invasión de Rusia comenzó.
A un año de del suceso Karina Noemí relató para Infobae México cómo ha sido este largo proceso de vivir entre bombardeos y la difícil decisión de quedarse por amor a su familia.
Psicóloga, neurocientífica, originaria de Veracruz, Karina Noemí conoció a su pareja Mykola en Oaxaca, desde ese momento se han vuelto inseparables, se fueron a vivir a Ucrania donde se casaron y tuvieron a su pequeña bebé. Todo marchaba bien hasta que inició la invasión rusa.
Desde el inicio de la invasión ha narrado en su canal de youtube cómo fue vivir cada aspecto humano bajo el conflicto armado, desde la vulnerabilidad de su familia, de la incertidumbre de no saber si alguno de los bombardeos que caen a su alrededor podría destruir su hogar y por qué decidió quedarse y no regresar a México con los repatriados.
Razones hay varias: en primer lugar, porque es el país de su esposo, el de su hija y ahora el de ella. Desde un inicio decidió que querían mantener a la familia unida. Y es que los varones de 18 a 60 años no pueden salir de Ucrania, pues se les considera aptos para unirse voluntariamente a las fuerzas militares ucranianas. Si bien Mykola no ha sido requerido para luchar al frente, personas cercanas sí han sido llamados.
En diciembre Karina tuvo la oportunidad de venir a México a pasar las fiestas navideñas con su familia para que conocieran a la pequeña Ivanna, estar cerca de los suyos le llenó el corazón y enero regresó a su hogar en Zhitómir.
Si bien han tratado de regresar a una relativa normalidad, el conflicto armado sigue latente sin un final a la vista. Se estima que alrededor de 300 mil combatientes de ambos países murieron, además de entre 30 y 40 mil civiles fallecidos y más de 65 mil crímenes de guerra. Ucrania ha estimado la dolorosa cifra mortal de más de 400 niños.
— ¿Cómo han vivido todo este largo proceso de los ataques armados tanto física como mentalmente?
— La forma en la que hemos vivido este proceso físico mentalmente ha sido muy complicado, ha pasado por diferentes etapas. Así como hay etapas en la guerra, también hemos vivido con todo ese proceso de aceptar lo que está pasando, irnos preparando para lo que sigue. Uno escucha las noticias, pero cuando uno lo vive, es surrealista, es un shock, es mucho que entender que es tu vida, la que está en juego, la vida de tu familia, tu gente, porque yo me considero ucraniana por adopción.
— ¿Qué camino ha tomado tu vida con este conflicto, ha cambiado dirección de vida en algún aspecto laboral o algún otro?
— Ya después de ese primer shock empieza uno a procesar de manera fría, hasta cierto punto tratar de hacerlo más racional posible y se empiezan a tomar decisiones desde cero. Aunque tratando de ser lo más cautos posible en nuestro caso nosotros decidimos que permaneceríamos juntos todo lo que pudiéramos, en un principio yo no sabía que existía eso de la ley Marcial y decidimos mi esposo y yo que íbamos a quedarnos.
Se estaba organizando el primer y segundo avión de la Embajada Mexicana, pero ya lo habíamos platicado, decidimos que no nos íbamos a mover de ciudad ya, desde un inicio preparamos nuestras maletas por si fuese necesario, pero tuvimos la fortuna que aquí no hubo tal ocupación. Aunque si hubo batallas muy cerca porque somos la siguiente región después de la capital. Hubo un bombardeo muy cerca en el hospital y en una escuela.
— ¿La comida, agua, medicinas, luz o servicios médicos se ha normalizado en la mayoría del país?
— Aunque los bombardeos son masivos, sí hay varios lugares donde se ha podido recuperar parcialmente el entorno, la mayor parte de la gente sigue trabajando, ya sea en la parte de gobierno o negocios particulares. Lamentablemente, es notable la parte de la escasez de algunos suministros, pero gracias a Dios, aquí nunca nos hemos quedado sin agua o sin alimento, claro que nos preparamos con tiempo. Las cosas se han encarecido, es muy evidente la parte de la inflación, la moneda que es la grivna.
Muchos medicamentos escasearon en su momento, ahorita hay un suministro real lento que se está recuperando, a mi hija le falta una vacuna, se la pusimos en México y sigue sin haber esa vacuna aquí.
Y sí hay cosas que aunque haya cierta normalidad entre comillas, siguen presentes en la parte de la salud, en la parte de la economía también. Cuando hay bombardeos, hay alarmas, puede ser cuatro veces al día y por varias horas los comercios cierran. Entonces nos ha tocado que para hacer compras nos tenemos tardar todo el día, sé que hay situaciones todavía más complejas del país, pero cada territorio dependiendo de la cercanía con la zona cero (Kiev) sufre más o menos. Nosotros tenemos la ventaja de que no sufrimos tanto con relación a que no tuvimos una ocupación, pero hemos tenido bombardeos y todo lo que es la parte económica nos afecta a todos.
— ¿Cómo han sido sus condiciones económicas, han podido conseguir trabajo o se han abierto opciones laborales en el país o es una economía que aún sigue parada?
— Tuvimos la fortuna de tener algunos ahorros, pero ese dinero que estaba destinado para comprar alguna casa, que era nuestro plan o incluso viajar o lo que quisiéramos hacer con eso, pues se fueron en 10 meses que prácticamente mi esposo no tuvo ningún ingreso. Mi familia nos apoyó desde México, nos mandaron dinero, también mi suegra nos apoyó y gracias a Dios nunca nos faltó nada.
Nos dedicamos completamente a tratar de refugiarnos, los primeros tres meses fueron los más complicados, estar bajando (seis pisos al sótano) por los bombardeos, por las alarmas, un misil cayó a dos kilómetros de nuestro hogar, fue impactante, hubo bombardeos en la escuela.
Llegó un momento en que hubo un cambio, vimos que no sólo era una carrera, sino que ahora iba a ser un maratón y hubo ese cambio de mentalidad, de saber que iba a haber cosas que si iban a cambiar y cosas que no e hicimos un reajuste. Ahí fue cuando decidimos que yo iba a ir a México a visitar a mi familia porque me hacía falta esa parte emocional de que mis padres que conocieron a mi hija.
Por supuesto, mi esposo buscó trabajo, yo lo ayudé, antes de que estallara el conflicto él trabajaba para un microempresario estadounidense, pero cuando comenzaron los bombardeos se quedó sin el empleo.
Ya en iniciado el conflicto le decía que mejor aguantáramos porque si había alarmas y teníamos que movernos de lugar rápidamente. Después empezamos a buscar online porque él no necesita estar presencial ya que es programador web y tuvimos la fortuna de encontrar varias opciones. Estuvimos alrededor de un mes buscando entrevistas técnicas, ejercicios, reuniones con personal y encontró la empresa dónde está actualmente.
Es una empresa muy grande multinacional, tiene diferentes sedes, lo más importante es que están conscientes de esta situación, eso es algo que respeto y agradezco mucho que sepan y que reconozcan que estamos en guerra. De hecho, por los constantes e intermitentes cortes de luz le mandaron una batería para que pudieran seguirse conectando en caso de desconexiones. Agradezco mucho eso que haya empresas que sepan, que a pesar de que está el riesgo de él como trabajador, que lo respeten y lo ayuden, ya tenemos esa parte cubierta. Hay muchas personas alrededor de Ucrania que son empleadas así.
— ¿La embajada mexicana te ha seguido ofreciendo su apoyo como en el inicio?
— El apoyo de la Embajada mexicana hacia mi persona es seguir en contacto conmigo, me han preguntado si sigo dentro del país y que cómo me encuentro, pero ellos no están laborando en Ucrania, son de las pocas embajadas que no han regresado a laborar. Es estresante saber que no hay esa parte de respaldo, si bien es cierto que yo me quedé, también es cierto que muchas embajadas ya están laborando físicamente aquí.
Para cuando quise ir de visita a México yo les pedí el pasaporte de mi hija, dijeron que no era posible porque era obligación que estuviera a mi esposo presente, a pesar de que llevaba yo un oficio que por la situación me dejaba, viajar no me lo permitieron. Ya hasta mucho después, es frustrante porque yo esperaba más apoyo en la relación, resolución de distintos trámites y bien, mi hija es mexicana y tiene su derecho de recibir todos los papeles.
— ¿Qué reflexión te deja este año del conflicto armado?
— Con toda esa presión va pasando el tiempo, fue el primer respiro de que tuvimos es cuando desocuparon nuestra región y al norte, a pesar de que muchos analistas decían que iba a caer en muy poco tiempo, nos dieron esperanza de que no fue así y tratamos de mantenernos fuertes mentalmente.
La parte del temor está siempre presente, obviamente de que si hay alarma pueda haber bombardeos. nuestras vidas ha cambiado rotundamente y justamente hace un par de días platicábamos yo y mi esposo de rehacer ese plan constantemente, porque dentro de las muchas cosas que nos robaron los rusos con esta invasión es quitarnos esa ilusión de seguridad a futuro.
Sabemos que nadie tiene la vida comprada y se puede acabar en un instante, pero es importante que la gente siga creyendo que va a haber un mañana, que haya planes en un año, dos años y nos lo quitaron, entre muchas otras cosas.
Esa paz de levantarte, escuchar pájaros en lugar de eso una alarma, nos hemos ido adaptando. Lo que quedamos es seguir viviendo con la cabeza lo más alto posible y tenemos la ventaja de que tenemos un trabajo que estamos bien físicamente mental y económicamente por nuestro esfuerzo. Y esa unión familiar nos ha hecho un tanto más fuertes y más persistentes, claro que hay puntos donde nos caemos, lloramos, sentimos, reaccionamos con enojo, con llanto y desesperación, pero seguimos creciendo, aprendiendo y lo más importante es que juntos.