Sin duda alguna, Porfirio Díaz es uno de los personajes históricos mexicanos más polémicos. Y es que quien fuera presidente de México a finales del siglo XIX, y hasta inicios del siglo XX, realizó algunas cosas buenas por el país, por ejemplo, impulsó la inversión extranjera y mejoró la economía en México.
Sin embargo, también es criticado por muchas otras cosas, como la desigualdad que se remarcó en su gobierno, la manera en la que eran ignorados los pobres y cómo se reeligió en diversas ocasiones, a pesar de haberse declarado, antes de llegar al poder, como un férreo enemigo de la reelección.
Fueron las malas decisiones de Díaz las que llevaron a que en México iniciara la lucha armada conocida como Revolución Mexicana, que buscaba derrocarlo del poder, algo que se logró en poco tiempo.
Y es que la Revolución Mexicana inició el 20 de noviembre de 1910, y el 25 de mayo de 1911, unos meses después, el presidente presentó su renuncia en la Cámara de Diputados. Tras esto, viajó de la capital mexicana a Veracruz, de donde partió la tarde del 31 de mayo hacia Francia. Pero Díaz no se exilió en soledad, pues con él se fue su esposa, Carmen Romero Rubio, y su hijo, Porfirio Díaz Ortega.
Díaz tuvo ocho hijos, de los cuales, siete fueron dentro del matrimonio con su primer esposa y sobrina, Delfina Ortega Díaz. Lo que se sabe de cómo fue la vida de estos ocho individuos es que al final sólo tres sobrevivieron y el resto falleció en la infancia. Dos niñas y un varón fueron quienes quedaron.
La vida de sus tres hijos, Amada Díaz Quiñones, Porfirio Díaz Ortega y Luz Aurora Díaz, tomó diferentes caminos que cada uno vivió a su manera.
El nombre completo del varón era Deodato Lucas Porfirio Díaz Ortega. Nació el 18 de octubre de 1873, y murió el 28 de diciembre de 1946. Fue el cuarto hijo de Porfirio Díaz, y de Delfina Ortega.
Díaz Ortega fue un ingeniero militar y contribuyó a varios proyectos importantes en el país. Se sabe que tuvo ocho hijos.
El hijo varón del expresidente nació en la Finca de la Candelaria, en Tlacotalpan, Veracruz. Él fue el primer hijo de Díaz en llegar a la edad adulta, ya que sus tres hermanos mayores, Porfirio Germán, Camilo y Laura, murieron muy pequeños. Los primeros años de su infancia los vivió con la familia del general Luis Mier y Terán, en Veracruz, mientras que su familia se encontraba en la Ciudad de México.
En 1880, luego de la muerte de otros dos de sus hermanos, de nombres Camilo y Victoria, regresó con su familia a la ciudad, para luego trasladarse todos a Oaxaca. Para 1884, la familia Díaz volvió a la Ciudad de México, y “Porfirito”, como era conocido, para distinguirlo de su padre, inició sus cursos en el Liceo, a cargo de Pedro García de León, junto con dos de sus primos, a manera de internos.
A pesar de ser muy bueno para el estudio, el joven solía causar problemas en la escuela, debido a su conducta, por lo que su padre decidió enviarlo al Colegio Militar para que continuara su educación.
Porfirito ingresó en 1887, a los 13 años, al Colegio Militar en Chapultepec, cuando este se encontraba bajo la dirección de Juan Villegas. Ahí cursó, con éxito, sus estudios de Ingeniería Militar.
En 1900, participó en la maqueta para el proyecto del Monumento a la Independencia, sin embargo, el concurso fue ganado por Antonio Rivas Mercado. En 1904, con el grado de capitán, ingresó a servir en el Estado Mayor Presidencial, donde trabajó como ingeniero en varios proyectos, por ejemplo, la modificación al Palacio del Marqués del Apartado.
Para 1910 fue ascendido al grado de Teniente Coronel, y se encontraba trabajando en los proyectos de La Castañeda, en Mixcoac, la Escuela Normal de Maestros, en Tacuba, y algunas acciones en la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila.
Con la Revolución huyó con su padre a Europa, pero tras su muerte, y años después, pudo volver a México gracias a un decreto de Lázaro Cárdenas que permitía a los exiliados políticos volver al país. Murió el 28 de diciembre de 1946, a los 73 años.