Un camino para entender y combatir la violencia de género, flagelo que amenaza la vida de las mujeres

Según la OMS, el 35% de las mujeres del mundo han sido víctimas de agresión física y/o sexual en algún momento de su vida. Si bien en México esta realidad se recrudece, también surgen nuevas iniciativas para proteger a las mujeres que padecen la violencia de género. Buscando alzar la voz sobre la problemática, realizamos un recorrido posible para comprenderla, particularmente en el contexto mexicano. Indagamos en la importancia de concientizar a las comunidades, generar espacios de confianza que habiliten las denuncias, y la narrativa de las sobrevivientes para apoyar a otras mujeres

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Carmen Correa es CEO de Pro Mujer.
Carmen Correa es CEO de Pro Mujer.

ROMPER EL SILENCIO, CONTAR LO INENARRABLE

Para iniciar este recorrido me gustaría plantear algunos interrogantes que surgen como producto de mi experiencia específica trabajando por la igualdad de género en América Latina, cerca de las comunidades que pueblan la región, y de la coyuntura en la que todos estamos insertos: ¿Cómo enfrentar la violencia contra las mujeres que, arraigada a las relaciones de género dominantes, puede ser tanto física, psicológica como sexual, económica o institucional? ¿Cuál es su origen? ¿De qué manera desmontar el manto de silencio que se erige sobre ella en tantas ocasiones? Me gustaría que estas palabras sirvan para plantear hipótesis, debates, posibles respuestas.

Si queremos actuar, debemos echar luz sobre la naturaleza de este fenómeno y su alcance en la actualidad. En ese sentido, me interesa recuperar a Rita Segato, antropóloga y una de las mayores referentes en el tema, cuando define a este tipo particular de violencia como surgida por una “pedagogía de la crueldad”, a partir de la cual los sujetos son criados e incorporados en un paradigma que convierte al cuerpo de las mujeres en un terreno deshumanizado, donde la cosificación de la vida tiene lugar, y puede ser aniquilada sin consecuencias.

Si bien sus investigaciones tienen un alcance más amplio, en La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez Segato centra sus análisis en los femicidios acaecidos al menos desde 1991 en esta localidad del estado de Chihuahua. La especialista afirma que la violencia contra las mujeres se ejerce con un fin expresivo, para denotar poder en un contexto social signado por los imaginarios que se desprenden de esta pedagogía, justamente donde los crímenes quedan impunes, otra vez denotando la potencia de los perpetradores, su condición soberana sobre el territorio.

A la fecha, Ciudad Juárez registró 2.376 femicidios y 282 mujeres desaparecidas en tres décadas, y el 70% de los crímenes permanecen irresueltos.

El 70.1% de las mujeres en México experimentó algún tipo de violencia de género a lo largo de toda su vida. EFE/Luis Torres
El 70.1% de las mujeres en México experimentó algún tipo de violencia de género a lo largo de toda su vida. EFE/Luis Torres

LAS MUJERES MEXICANAS, ENTRE LA VULNERABILIDAD Y LA RESISTENCIA

Brenda Navarro, intelectual mexicana, sentencia que “Las mujeres estamos desapareciendo, físicamente, nos están matando”, pero que al mismo tiempo son las sobrevivientes quienes apoyan a otras, se organizan, crean lazos para amortiguar las agresiones. Por nombrar una referencia de este tipo, podemos recurrir a la iluminadora investigación de Patricia Ravelo Blancas y Sergio Sánchez Díaz, antropólogos investigadores del  CIESAS-México, que analizan cómo las obreras de las maquiladoras de la Ciudad Juárez crearon organizaciones y espacios conjuntos para protegerse contra la violencia sexual y los femicidios, incluyendo sus propias campañas de concientización, carteles que irrumpían en la vía pública con consignas como “¡Hagamos alto a la violencia!”.

En circunstancias donde el dolor nos paraliza y pareciera que el lenguaje es insuficiente para expresar el horror, es fundamental superar esa barrera de silencio para intervenir sobre la realidad. Sin dudas, México es un país signado por la violencia de género y los femicidios, donde las mujeres están expuestas a todo tipo de agresiones y vejaciones. Según estadísticas comunicadas por el INEGI en noviembre de 2022, el 70.1% de las mujeres experimentó algún tipo de violencia de género a lo largo de toda su vida, mientras que el 43% padeció violencia entre octubre de 2020 y octubre de 2021. Específicamente, durante su vida, el 51.6% de las mujeres sufrió violencia psicológica, el 34.7% agresiones físicas, el 49.7% violencia sexual y el 27.4% violencia económica o patrimonial.

Una vez más, nos enfrentamos al silencio: según encuestas actuales realizadas a mujeres sobrevivientes de la violencia de género, el 88.4% de las mexicanas entrevistadas no buscaron ni buscan apoyo profesional o institucional alguno (INEGI). Dentro de las mujeres que experimentaron violencia física y/ o sexual en el ámbito de pareja, tan solo el 13.1 % presentó una queja o denuncia ante alguna autoridad, mientras que en el ámbito escolar el porcentaje fue del 7.8% y en el familiar del 7.1%. Detrás de estas cifras se esconden problemáticas complejas, que dificultan las denuncias y dejan a los hechos impunes.

Es frecuente que las mujeres perciban actitudes de microviolencia, antecesoras de mayores agresiones.
Es frecuente que las mujeres perciban actitudes de microviolencia, antecesoras de mayores agresiones.

TEJER REDES PARA DESANUDAR LA VIOLENCIA

Como lo constatan las investigaciones del INEGI que venimos refiriendo, el escaso porcentaje de mujeres denunciantes es multicausal: algunas no denuncian por miedo a sus agresores, por el estigma que acarrea ser una denunciante en sus comunidades, y otras por una ausencia de contención institucional que las ampare, desconociendo dónde efectivizar sus reclamos. También es frecuente que las mujeres perciban actitudes de microviolencia, antecesoras de mayores agresiones, como hechos irrelevantes de ser denunciados, al ser parte de sus vidas cotidianas y de las mujeres que las criaron. Esta última es la causa mayoritaria de ausencia de denuncias tanto en contextos de violencia de pareja, violencia intrafamiliar como en ámbitos comunitarios, laborales y escolares (INEGI).

Desde Pro Mujer, como parte de nuestro trabajo integral para avanzar hacia la igualdad de género en América Latina, tomamos a las agresiones basadas en género como una de nuestras principales preocupaciones y atendemos estos factores que dificultan las denuncias, siempre velando por el bienestar de las mujeres. Siguiendo a Nidia Hidalgo (2020), Especialista Líder en la División de Género y Diversidad del BID en la Representación de El Salvador, centramos nuestra estrategia en la realización de capacitaciones personalizadas y talleres de prevención, que buscan, a grandes rasgos, brindarles a las mujeres herramientas concretas para que puedan reconocer situaciones de violencia naturalizadas y actuar sobre ellas.

Próximamente, en el sureste mexicano, donde comenzamos a trabajar en 2022, implementaremos nuevos talleres sobre la problemática especialmente pensados para las mujeres de la zona, pertenecientes mayormente a comunidades indígenas; donde las mujeres, al mismo tiempo que son un motor para la economía mexicana y el sostén de muchas familias, enfrentan diversos tipos de discriminación que pueden dificultar su salida de los círculos de violencia, dados en la inequidad en el acceso a los servicios de salud, a la educación y al empleo de calidad (CDHCM, 2020). Actualmente, Yucatán es una de las localidades con más agresiones de género en contextos de noviazgo o matrimonio, con un 45.1% de mujeres en relación de pareja violentadas, y Oaxaca es el octavo Estado del país con mayor incidencia de violencia de género en el ámbito familiar (ENDIREH, 2021).

Las agresiones basadas en género tienen una raigambre profundamente cultural, (Foto: pixabay)
Las agresiones basadas en género tienen una raigambre profundamente cultural, (Foto: pixabay)

Al ser la desigualdad de género y la violencia que afecta a las mujeres un fenómeno transversal a los orígenes étnicos, de clase o región, desde Pro Mujer buscamos estar presentes a lo largo del país, con 16 sedes estratégicamente distribuidas. De hecho, este enero hemos abierto un nuevo espacio integral para capacitaciones, financiamiento y servicios de salud a mujeres en la zona metropolitana del Valle de México, y a mediados de febrero inauguraremos otra sede con consultorio médico en Tultepec, Estado de México. Nuestro modelo holístico busca apoyar a las mujeres desde un enfoque integral, que considere sus singularidades y las impulse a desarrollar su máximo potencial, su autonomía.

Como vislumbramos a través de investigaciones de calibre global, las agresiones basadas en género tienen una raigambre profundamente cultural, vinculada a relaciones de poder sedimentadas por siglos. Es nuestra responsabilidad romper esos constructos ideológicos basados en la cosificación de las mujeres y las nociones dominantes de masculinidad y feminidad; siempre concientizando y dándoles la palabra a las propias sobrevivientes de la violencia de género, que participan en nuestras redes de apoyo bajo el programa Mujer Segura. Es nuestra realidad la que reclama que los lentes de género estén, por fin, al alcance de los ojos de toda la sociedad.

Carmen Correa, (@carmen_correaPM) es CEO de Pro Mujer

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