La Ciudad de México (CDMX) alberga diversos tesoros culturales que corresponden a diversos periodos de la historia nacional, desde la época prehispánica, hasta la colonia y la consolidación del México moderno. Sin embargo, algunos vestigios han sufrido daños propios del tiempo y la naturaleza, como el Templo de San Fernando Rey en la colonia Guerrero.
Se trata de un monumento barroco que fue erigido entre el año 1735 y 1751, en el último siglo en el que se vivió la Nueva España. Perteneció a la Orden de los Franciscanos, donde se instruían a los frailes misioneros que eran parte de la evangelización, pues formó parte del Colegio Apostólico de Propaganda Fide.
El edificio original se mantuvo por muchos años, hasta que en 1860 —con la entrada en vigor de los Leyes de Reforma— el predio se dividió en tres, mientras que la iglesia y la biblioteca fueron saqueados. El colegio fue destruido y sillería del coro fue traslada a la basílica de Guadalupe.
Además, el templo resultó afectado tras el sismo del 19 de septiembre de 2017, por lo que los bienes muebles que aún se conservan en su interior resultaron dañados. Por ello, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se aventuró a recuperar cuatro de cinco pinturas contenidas en los muros del Templo de San Fernando Rey.
Se trata de un óleo monumental de más de 15 metros de alto por 20 de ancho, el cual se encuentra en el muro oriente de los lunetos del coro. Lleva por nombre Visión de escala blanca y colorada y Pénsil Seráfico, de quien se desconoce su autor y la fecha exacta de su realización.
Y es que recientemente diversos especialistas del Laboratorio-Taller de Pintura de Caballete de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) encontraron cinco fragmento de la pintura original, los cuales estaban desmontados y fuera de su lugar original.
Fue así que, tras los primeros análisis, se determinó que —a su vez— pertenecen a una serie conformada de siete pinturas que fueron estudiadas entre 2008 y 2012. De acuerdo con la restauradora encargada de los trabajos, Martha Amparo Fernández Ortiz, con las primeras indagaciones se logró determinar que los óleos datan de finales del siglo XVIII, mientras que su contenido narra la vida de San Francisco de Asís.
Los cuatro segmentos que se intervendrán contienen frailes subiendo al cielo a través de una escalera; frailes sentados en dos mesas junto a una figura con alas y traje franciscano; un Cristo sentado en un trono, rodeado de ángeles, nubes, y una representación de San Francisco con la Virgen detrás, y, por último, otras tres representaciones religiosas que no se tienen identificadas aún.
De todos los fragmentos, el que más presenta desgaste es el de las figuras que no se logra identificar, pues sufrió un ataque de insectos en el bastidor, así como diversas perforaciones, roturas, manchas de humedad y hasta orines de murciélagos y excrementos de palomas.
Es por ello que la intervención comenzó con una limpieza físico-química para retirar los residuos corrosivos de la capa superior y, posteriormente, se realizaron rayos X, estudios de fluorescencia y registro fotográfico. Será una vez concluido el proceso de corrección que se comience con la conservación y restauración de las pinturas coloniales.
Dichas obras son de suma relevancia para la historia nacional, principalmente por el peso que tuvo la orden franciscana (instalada en territorio mexicano desde 1523) en la evangelización de la población nativa, principalmente en todo el norte del país (desde Querétaro hasta Sonora y la península de Baja California), así como en los ahora territorios de Nuevo México y Texas.