En la tranquila ciudad de Duluth, en Minnesota, Estados Unidos, Drifter era un gato de interiores, un felino de tres años que aspiraba a explorar el mundo. Su vida transcurría entre los muros de la casa de Clifton Nesseth y Ashley Comstock, bajo la atenta mirada de su hija, April Dressel, de 12 años. Hasta que, el 18 de julio, Drifter desapareció.
Los dueños del gato supusieron que, atraído por el bullicio y las máquinas del barrio, se habría aventurado hacia las obras de construcción que avanzaban a pocos metros de su hogar. Fue la última vez que lo vieron. En los días siguientes, la familia inició su búsqueda.
Colocaron carteles en cada esquina de la ciudad, preguntaron a los vecinos y recorrieron los lugares más insospechados, pero Drifter parecía haberse desvanecido. A medida que las semanas pasaban, la esperanza se desvanecía.
La sombra de la pérdida comenzó a instalarse entre ellos, y en sus corazones, la certeza de que Drifter no volvería se fue consolidando, hasta el punto de que la familia comenzó a planificar un pequeño servicio conmemorativo, afirmó la agencia AP.
El rescate y el estado de Drifter
Justo cuando la familia había aceptado lo inevitable, algo inesperado ocurrió. Este martes, a punto de rendirse por completo, unos niños del barrio se acercaron a las corridas a la casa de los dueños del gato. Habían escuchado lo que parecían ser maullidos provenientes de un desagüe pluvial en la zona de construcción.
Nesseth y su familia no tardaron en ir al lugar, y al llegar, comenzaron a excavar frenéticamente la tierra que cubría la alcantarilla. Mientras cortaban la tela que la sellaba, oyeron también los débiles maullidos de Drifter, que parecían clamar por ayuda.
El primer signo de vida fueron unas garritas que emergieron por una abertura en la tela. “Una pequeña patita salió disparada de un desgarro en la tela. Era la patita de un gato atigrado”, dijo Nesseth, conmocionado, según AP.
Siguieron desgarrando la tela hasta que finalmente apareció su cabeza: Drifter había sobrevivido. Tras casi ocho semanas atrapado, el gato fue sacado del oscuro inframundo que había habitado.
Según Nesseth le contó al medio estadounidense KY3, ese mismo día, pero más temprano, la pequeña Dressel pasó por la zona y llamaba a su mascota. Esto, probablemente, ayudó al gato a encontrar el camino a casa.
El felino seguía con su collar puesto, lo que reconfirmó que era él. El gato, que había partido pesando unos 6,8 kilos, apenas rozaba ahora los 2,9. Su esquelético cuerpo contaba la historia de supervivencia; se había alimentado de lo que pudo encontrar, tal vez cazando ratas y bebiendo agua de alcantarilla.
El reencuentro familiar
Esa noche, después del dramático rescate, Drifter se acurrucó junto a Dressel, la niña que nunca dejó de llamarlo durante aquellas interminables semanas de búsqueda. El gato, aunque extremadamente débil, parecía haber encontrado consuelo y comodidad en el calor de su joven dueña. Los días que siguieron fueron de recuperación.
La familia lo llevó al veterinario, quien, a pesar del estado famélico en que se encontraba, fue optimista: Drifter tenía una segunda oportunidad y, con el tiempo, podría recuperar su peso y salud, según AP.
La familia lo atiende con dedicación, ofreciéndole líquidos y alimentos cuidadosamente, aunque Drifter, siempre hambriento, se muestra impaciente por devorar todo a su alcance. “Es un amante de la comida, como ningún otro gato. Estamos tratando de darle líquidos y él quiere comerse la jeringa”, comentó Nesseth entre risas a AP.
La historia de supervivencia se extendió rápidamente por el barrio y los vecinos, que habían presenciado el emotivo reencuentro, fueron parte fundamental de esta historia de esperanza por la ayuda que le dieron a los dueños de Drifter.