“La literatura tiene el valor de fijar en la memoria las emociones de un momento dado de la historia, no tanto la información oficial, sino las emociones personales”, afirma en una entrevista con EFE la escritora española Lea Vélez sobre su más reciente novela, La hija de Gardel, enmarcada en la dictadura militar argentina (1976-1983).
“Y te da una idea sobre los temas psicológicos de lo que sucede en un país”, añade Vélez, quien explica que la represión en el país formó parte de su familia y su infancia de manera indirecta, pues muchos intelectuales y artistas que habían llegado a España huyendo de Argentina acudían al programa literario ‘Encuentros con las letras’, dirigido por su padre Carlos Vélez.
La autora de Nuestra casa en el árbol y El jardín de la memoria quería escribir en esta ocasión sobre una chica joven, una periodista que descubre que no es hija de quien cree y a demás se da cuenta de que su padre es un secuestrador.
Esa historia cobró fuerza al leer un artículo sobre un miembro de Montoneros -la organización guerrillera peronista surgida en la década de 1970- secuestrado y llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el más grande centro clandestino de detención y tortura de la dictadura argentina, donde le obligaron a falsificar para que los militares se hicieran con las propiedades de los detenidos.
Una novela “difícil”
Las vivencias aparentemente dormidas en sus “repisas mentales” se materializaron en 1998 cuando comienza el borrador de lo que sería La hija de Gardel.
“Ahora parece que la novela está ambientada en esa fecha, pero en realidad refleja aquella época en España”, señala, marcada por los juicios en la Audiencia Nacional de los acusados de la represión, los testimonios de las víctimas y las declaraciones en la prensa.
“Esta es una novela difícil”, afirma la escritora, por el tema que trata y lo complejo que resulta publicar sobre asuntos difíciles, lo que hizo que regresara varias veces al borrador del libro y lo enriqueciera con el paso de los años y una profunda investigación acerca de los desaparecidos, las torturas, los vuelos de la muerte, los asesinatos y las adopciones ilegales.
La búsqueda de la verdad y la identidad
La novela, editada bajo el sello Contraluz, tiene estilo cinematográfico y un lenguaje directo, despojado de adornos, en el que su autora combina la destreza literaria con su formación como periodista y guionista.
Ana, una de las protagonistas, representa una versión joven de la escritora, “obsesionada por la verdad, la veracidad y la objetividad”, y desde esa visión Vélez crea su novela, con saltos temporales que se convierten en metáforas del sentir de sus propios personajes, atormentados por la culpa y el silencio.
Para la escritora española su apuesta es atrevida al abordar la represión en Argentina, un tema que en teoría le es ajeno, pero que, desde el lenguaje periodístico y el cine, es capaz de contar y de sumergir al lector en un pasado doloroso.
“En una historia que va más allá de un contexto geográfico, de una concepción preestablecida del bien y el mal y en la que nadie es quien dice ser”, añade.
En las 272 páginas de La hija de Gardel cada personaje busca su propia identidad, que forma parte también de la identidad de un país, y en ese tránsito literario, sin juzgar y emitir valoraciones morales, la autora también reflexiona en qué nos hace ser como somos.
Fuente: EFE