Se sentía un bicho raro, encontró un camino y ahora ayuda a los demás: “Se puede vivir mejor, simplemente hay que entrenarse”

“La felicidad, más allá de una decisión, es un entrenamiento”, dijo alguna vez el psicólogo Marcelo Brosky a Infobae. Se estaban publicando sus libros El buen amor. Cómo querernos sin lastimarnos y Cien pensamientos para la vida (Que es corta, pero bien vivida, alcanza), que ahora forman parte de la Biblioteca Leamos y se pueden descargar gratuitamente desde Bajalibros.

Brosky fue director del Departamento de Psicología y Coaching del Club Boca Juniors de Argentina, además de Consultor en el Consejo del Derecho del Niño, Niña y Adolescentes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

En sus libros, como en su práctica, Brosky se dedica a la difusión del bienestar y el buen vivir, que sintetiza en frases como “La vida es corta, pero bien vivida alcanza”; “El buen amor es el que nos hace crecer” y “El arte de avivarse es el arte de vivir plenamente”.

El autor, especialista en constelaciones familiares, combina reflexiones personales y profesionales con sugerencias prácticas para mejorar las relaciones afectivas. Propone un camino para liberarse de las dependencias emocionales y vivir plenamente el presente. Sus libros invitan a quererse bien, a responsabilizarse por los propios deseos y a disfrutar de la vida sin lastimarse ni lastimar a los demás.

-¿Cómo llegó a encontrar este camino?

-Creo que para todos los que nos dedicamos a acompañar a un otro a sanar, a vivir mejor, todo empieza por una necesidad propia de poder sanar. En mi caso, de muy chico me sentía muy diferente a mi sistema familiar, sentía que se esperaban muchas cosas de mí, muchos mandatos... Y eso es lo que me hizo a empezar en la búsqueda de entender por qué estaba tan mal de ser como uno es. Así llegué a la carrera de Psicología y la carrera de Psicología me abrió más preguntas, me puso más en conflicto.

-¿Por qué?

-Porque lo que se estudiaba en ese momento me hacía sentir un bicho raro. Entonces en algún momento, hace más de 20 años, llegué al coaching ontológico. Y escuché que el coaching dice que para transformar tu realidad tenés que cambiar el observador que sos. Y, de hecho, en algunos casos me sirvió mucho porque empecé a aceptarme como quien soy, empezar a darme cuenta de que había otra posibilidad de vivir, que la culpa tenía que ver con el crecimiento y que uno siente culpa cuando crece y deja de cumplir mandatos.

-¿Y entonces qué pasó?

-Una vez que me transformé, que cambié el observador, que pude aceptar quién era, vino otro dolor, inesperado, que fue que no todo el mundo me aplaudió. Yo decía “bueno, fui un buen hijo, fui un buen hermano, un buen amigo”, y sin embargo cuando pasó esto, cuando me acepté, todo el mundo se abrió. Muchos amigos de años me dejaron de hablar, una hermana también.

-¿Qué hizo entonces?

-Entonces ese dolor hizo que tuviera el impulso de conocer esta mirada sistémica que traen las constelaciones familiares, que tiene que ver con el amor, tiene que ver con el empezar a reconciliarse, a entender que todo ocurre por amor, que venimos de un sistema familiar donde pasaron muchas cosas y que nada es casual. La mirada sistémica de las constelaciones familiares, pudo calmar mi dolor, pudo ayudarme a sanar, entendiendo que soy parte de un todo, que soy algo chiquito frente a algo muy grande. Y eso fue lo que me llevó a inspirarme y hablar tanto de amor, el amor de pareja, el amor entre padres e hijos, el amor de hermanos, el amor de amigos.

-Y ayudar a los demás...

-Y también el empezar a comprender y a poder acompañar a un otro desde este camino de hacer fácil lo difícil. Y para hacer fácil lo difícil hace falta ir a lo esencial. Y lo esencial es todo aquello que no podemos cambiar, todo aquello de donde venimos, de donde somos.

-Hacer fácil lo difícil... parece obvio pero en un mundo tan duro puede ser una forma de resistencia.

-Muchas veces nos metieron en la cabeza que vivir es una lucha, que hay que vivir peleando. Y desde la pelea y la lucha se genera más resistencia. Y cuanto más resisto, más persiste. Entonces, en vez de calmar el dolor, lo hacemos tan, tan grande que uno se termina encariñando el dolor. Yo descubrí, y esto es lo que les hago ver a mis pacientes, a la gente que me consulta, descubrí que se puede vivir mejor, simplemente hay que entrenarse, hay que darse cuenta, hay que avivarse. ¿Cómo hacerlo? No desde la lucha.

Todos tenemos nuestro guion de vida, como un libreto secreto, guiones que van pasando de generación en generación y se manifiestan en el sistema familiar, son como modelos de identificación ciegos que nos hacen muy pertenecientes a nuestra familia y que sólo pueden ser modificados si se los trae a la luz, si se puede ver.

Y cuando se ve se sale de la inocencia, se deja de echar culpas y se llega a las decisiones que toma el Ser Adulto.

¿Qué es más importante para mí? ¿Mis ideales o seguir pagando deudas que ya están pagas? ¿Qué es lo que más me importa: mis sueños, mi propia vida, mi salud, mi bienestar, mi abundancia? Por lo tanto, ¿de qué soy capaz de hacerme cargo?

Poder ser leal a los míos sin necesidad de partirme en veinte pedazos.

Sin necesidad de sacrificar mi decisión de ser feliz de una buena vez...

Agradecer a todos mis ancestros que me trajeron hasta aquí: por ellos hoy estoy en esta vida.

Pero llega un instante, un momento en el que decido... ahora me toca a mí.

Hacer algo diferente...

Después de todo, la mayor lealtad no es pegarse a viejas deudas que ni siquiera son mías, la mejor lealtad es hacer algo lindo y bueno con mi propia vida.

Ahora me toca a mí.

Y yo como adulto decido cómo quiero vivir .

Porque... la vida es corta pero, bien vivida, alcanza.