Enrique Rojas es un médico que escribe: un psiquiatra al que le gusta transmitir su conocimiento y un escritor que aborda los temas sensibles de la sociedad contemporánea: la ansiedad, la depresión y el vacío existencial, la felicidad. Lleva más de 40 años ayudando a sus pacientes a resolver sus problemas y ha vendido más de tres millones de libros en todo el mundo.
Rojas es catedrático de psiquiatría y psicología médica y director del Instituto Rojas-Estape, de Madrid, España, dedicado a la investigación, estudio, conocimiento y clínica de los trastornos psicológicos y psiquiátricos. Su formación clínica y universitaria se desarrolló sobre todo en Madrid, Oxford, Londres y Nueva York.
En estos días Rojas está en Argentina. El jueves 4 de mayo estará en la Feria del Libro de Buenos Aires donde hablará de inteligencia emocional y presentará su último libro Todo lo que tienes que saber de la vida, publicado por Editorial Planeta, una guía para conseguir un desarrollo personal pleno.
Este libro aborda la importancia de alcanzar la madurez psicológica para conseguir un desarrollo personal pleno, y cómo afecta a los diferentes aspectos de la vida, tanto a la hora de relacionarse con las personas que tenemos a nuestro alrededor, como para enfrentarse a las adversidades o superar los traumas.
Los libros de Rojas tienen dos vertientes: los clínicos, dedicados a las depresiones, la ansiedad, las crisis de pánico, los trastornos de la personalidad y los trastornos de conducta en los adolescentes; y otros de ensayo y temas humanísticos, sobre la felicidad, la voluntad, el mundo de los sentimientos o el desamor.
Infobae Leamos habló con él.
-¿Qué aporta su nuevo libro al mundo de la salud mental?
-Se trata de un GPS práctico para moverse con soltura en esos grandes temas psicológicos.
“La felicidad no depende de la realidad sino de la interpretación de la realidad”
-El mundo está cada vez más hostil y en ese contexto el rol del psiquiatra está cambiando, está tomando más preponderancia ¿coincide?
-El psiquiatra es el médico de la conducta. En Estados Unidos y en los países más importantes del mundo se ha convertido en el médico de cabecera. El psiquiatra es el médico de cabecera de Occidente.
-¿Por qué?
-Porque la sociedad ha cambiado más en quince años que en un siglo. Todo cambia, fluye, oscila y el ser humano anda bastante perdido.
-¿Cuáles son los principales padecimientos psiquiátricos más frecuentes hoy?
-En este orden: las depresiones, la ansiedad y las crisis de pánico y los trastornos de la personalidad.
-En los últimos años se ha avanzado mucho en el tratamiento de las depresiones.
-Así es. Los avances son enormes.
-¿Se puede curar una depresión?
- Por supuesto. Hoy se curan más del 90 por ciento de las depresiones endógenas. Contamos con “vacunas” que frenan las recaídas en las depresiones.
-¿Cómo define la felicidad?
-Le voy a dar dos definiciones. Una: “la felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria”. La otra: “la felicidad consiste en estar contento con uno mismo al comprobar que hay una buena relación entre lo que uno ha deseado y lo que uno ha conseguido”.
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-Y en el medio la realidad…
-Mire, la felicidad no depende de la realidad sino de la interpretación de la realidad. La felicidad también es no equivocarse en las expectativas.
- ¿Qué quiere decir ‘no equivocarse en las expectativas’?
-La felicidad completa y total no existe. No se da en este barrio. Se da en el otro barrio. Por eso digo que hay que tener objetivos grandes, pero no querer demasiadas cosas. La felicidad consiste en moderar las expectativas, no pedirle a la vida demasiado, al igual que en el amor.
En la Feria
Cuándo: Jueves 4 de mayo
Hora: 17.30
Sala: Julio Cortázar
Pabellón: Amarillo
Quién es Enrique Rojas
♦ Nació en Granada, España, en 1949.
♦ Es catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica y director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas de Madrid.
♦ Su formación clínica y universitaria se desarrolló en Madrid, Oxford, Londres y Nueva York.
♦ Es conferencista internacional y ponente en congresos y reuniones científicas sobre tema relacionados con su especialidad.
♦ Participó en numerosas ferias del libro en Europa y América; vendió más de tres millones de libros y su obra fue traducida a numerosos idiomas.
♦ Entre sus libros se destacan: “5 consejos para potenciar la inteligencia”, “El hombre light”, “Remedios para el desamor”, “Adiós depresión”, “La conquista de la voluntad”, entre otros éxitos.
“Todo lo que tienes que saber sobre la vida” (fragmento)
El término madurez tiene un aspecto indefinido, polisémico, ambiguo, desdibujado; es como un pozo sin fondo, todos sabemos aproximadamente de qué estamos hablando, pero no es fácil apresar su concepto. Existe en todas las lenguas: reife, maturity, maturité, madureza… En alemán, inglés, francés e italiano. Su uso social se ha generalizado y esos términos los manejamos a diario, pero no es sencillo dar una definición pues son muchos sus componentes y en su seno se hospedan ingredientes muy diversos. Pasa algo parecido con el término salud mental: buen equilibrio físico, psicológico y social en el que no aparecen síntomas psíquicos que afecten al normal desenvolvimiento de la persona. Esta definición que yo ahora pongo sobre la mesa es demasiado vaga, difusa, imprecisa y poco útil. Todo va a depender de las diversas teorías y modelos que tengamos sobre lo que es la personalidad.
Madurez de la personalidad es equilibrio, autonomía, capacidad para tener una conducta apropiada según las circunstancias, responsabilidad, y saber tener unos objetivos en la vida realistas, medibles y que nos ayuden a crecer como seres humanos. Esta definición que propongo es demasiado compleja, y quizá poco operativa, aunque nos sitúa de una manera provisional frente a este concepto tan amplio y disperso a la vez.
Otra definición es esta: madurez de la personalidad es saber afrontar las transiciones de la vida y hacerlo de forma positiva, que ayude al crecimiento de las principales dimensiones de uno mismo. Pero vemos lo difícil que es hacer esto. Definir es limitar. Se trata acercarse uno a este término sabiendo su dificultad. No obstante, son muchas las expresiones que se manejan y que van en esta línea: “salud mental positiva, funcionamiento afectivo, buen equilibrio de conducta, óptimo desarrollo de la personalidad”. Se trata de intentar ordenar sus dimensiones: física, psicológica (cognitiva, de conducta y sentimental), social y cultural. Y a la vez, todas ellas están envueltas por dos notas: una estática (que se refiere a un cierto punto de llegada en donde esas variables tienen un buen nivel) y otra dinámica (que se refiere a un proceso en continuo movimiento de ganancias y pérdidas, de aciertos y errores, de capacidad para adaptarnos a los cambios y acontecimientos vividos y, a la vez, el no haber sabido gestionarlos de forma adecuada).
Se la puede nombrar de distintos modos: madurez psicológica es conocer el sentido de la vida y ser capaz de recorrer el trayecto que va desde el ideal que uno tiene a su mejor realización. La felicidad la encontramos de nuevo por ahí: consiste en la realización más completa de uno mismo, sabiendo aceptar las limitaciones y errores propios del ser humano. Realización y proyecto forman una unidad. Realización y felicidad forman otro binomio esencial.
Hay dos campos en la madurez de especial relieve, el que se refiere a la personalidad y otro que trata de los sentimientos. Son muy diferentes, como veremos en el curso de las próximas páginas, aunque tienen zonas comunes en donde una vertiente se adentra en la otra y viceversa. Ahora nos vamos a referir a la primera.
Pues bien, lo primero es tratar de explicar qué entendemos por Personalidad. Lo expresaré de entrada con una fórmula sencilla: es la forma de ser de cada uno. Un conjunto de pautas de conducta actuales y potenciales, que se mueven sobre tres grandes columnas: la herencia, el ambiente y la biografía. A la parte hereditaria de la personalidad se la llama temperamento y viene con el equipaje genético. A la parte que procede del entorno, del tipo de familia y educación recibida, estudios, formación, amistades y un largo etcétera en esa misma línea, se le llama carácter. Y el tercer ingrediente se refiere a la historia personal, en donde se acumulan hechos, vivencias, traumas, éxitos y fracasos que forman una constelación rica y plural de todo lo que uno ha vivido, es la biografía.
Por tanto, la personalidad está hecha de herencia, ambiente y biografía. Se trata de una complicada matriz que se mueve entre las disposiciones biológicas y el aprendizaje y que da lugar a una serie de conductas manifiestas y encubiertas, públicas y privadas, externas e internas, visibles y ocultas que forman esa forma de ser. Por tanto, hay que dejar claro que la personalidad es un estilo de vida que afecta a la forma de pensar, sentir, reaccionar, interpretar y conducirse. Esta definición hace referencia a cuatro áreas. El pensamiento, la afectividad, la manera de afrontar las circunstancias y, por último, una forma concreta de actuar. Los psiquiatras y los psicólogos nos dedicamos a la ingeniería de la conducta. Ponemos todo nuestro conocimiento para ayudar a nuestros pacientes y a nuestros lectores a mejorar su comportamiento y hacerlo más sano y equilibrado.
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