Microsoft y Gamers Outreach han anunciado el segundo capítulo de su serie experimental “Beyond Xbox”, donde intentan ilustrar todos los escenarios donde el gaming tiene un papel fundamental en la interacción entre las personas. La nueva edición se llama “A Player Like Me” y cuenta el inicio de la amistad entre dos jóvenes que padecen del síndrome Ehler-Danlos.
Este lanzamiento es la secuela de “Beyond Generations”, un corto publicado a fines de diciembre de 2020 donde se seguía la historia de un abuelo y su nieto que solo podían conectarse a través de los videojuegos debido a las circunstancias de la pandemia.
El objetivo de los cortos es retratar el rol que cumplen los videojuegos en las vidas de sus jugadores y cómo a partir de la digitalidad se generan conexiones imprescindibles. Para demostrarlo, las cámaras siguen de cerca la incipiente amistad entre Megan Shaw y Jordan Strong: se ríen, hablan de su vida cotidiana y logran compartir cómo es su vida afectada por su rara enfermedad.
Michael Flatt, el director de Marketing Integrado a nivel global en Xbox, contó que su mayor interés para “A Player Like Me” era retratar esta dinámica única, donde dos extraños se sentían unidos por una situación común y que los videojuegos actuaban como puente entre ellos.
“Hablamos sobre cómo a veces te dan consejos médicos, pero al final del día, vos sos quien conoce tu propio cuerpo. Vos sos la persona que tiene que vivir con el síndrome. Así que es bueno hablar con alguien que entiende y al final del día no importa si son de una edad distinta o están en otro país. Mis amigos y familia realmente me apoyan, pero la situación es difícil de entender si nunca lo experimentaste”, contó Shaw, una de las protagonistas del corto.
Según lo que muestra “Beyond Xbox: A Player Like Me”, Shaw (quien vive en Escocia) nunca conoció a otra persona que tuviera Ehler-Danlos y aunque ha buscado en internet por grupos de ayuda, no pudo encontrarlos. En la serie, ella al fin conectó con Jordan Strong, un adolescente de 14 años que vive en Estados Unidos, que también padece la extraña enfermedad.
Otro de los objetivos de la serie de Xbox es mostrar el trabajo que realiza Gamers Outreach, una fundación construida por Zach Wigal en el 2007. La iniciativa comenzó cuando él todavía estaba en la secundaria y había organizado un torneo de Halo 2 para celebrar en su escuela. Tres días antes del evento, el torneo fue cancelado bajo la perspectiva que los videojuegos estaban “corrompiendo las mentes de la juventud de Estados Unidos”.
Wigal no se pudo quedar quieto tras lo sucedido: al siguiente año fundó Gamers Giving, una competencia y LAN party masiva con el fin de recaudar fondos para caridad. Esa fue la semilla que gestó Gamers Outreach donde se propuso construir y hacer llegar estaciones de videojuegos accesibles para los niños que estaban en tratamiento dentro de hospitales.
“En Pediatría, a veces se trata de ayudar a los niños a vivir con la condición que tienen. Se trata de ayudarlos a controlar sus síntomas a un punto donde pueden hacer las cosas que ellos desean hacer”, describió Shaw.
Una iniciativa similar nació en España gracias a la Fundación Juegaterapia, cuando en el 2010 logró comprobar que los pacientes pediátricos oncológicos necesitaron un 20% menos del consumo de morfina cuando se dedicaban al gaming. La ONG convirtió las azoteas de distintos hospitales en espacios lúdicos, como manera de acercar distintas experiencias digitales a las infancias internadas.
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