Mariano Federici vivió casi la mitad de su vida fuera del país. Bruselas, París, Milán y últimamente en Estados Unidos fueron algunos de sus hogares. En 2019, Mauricio Macri lo convocó para liderar la Unidad de Información Financiera (UIF). Estuvo hasta el último día de la gestión. En esos cuatro años, se impulsaron decenas de causas por corrupción y se profesionalizó el rol del organismo anti lavado. Con el cambio de gobierno, Federici regresó a Estados Unidos para trabajar en una consultora especializada en delitos financieros, prevención de lavado de dinero, y compliance. Actualmente asesora a gobiernos y al sector privado.
En una entrevista con Infobae, Federici cuestionó los alineamientos del Gobierno nacional con las dictaduras de Venezuela o Cuba. “Hubo muchos negocios entre los Kirchner y (Hugo) Chávez, y luego con (Nicolás) Maduro. Los Kirchner tiene una sociedad con las dictaduras latinoamericanas, no solo por cuestiones ideológicas sino por los negocios”, asegura.
En esa línea, considera que el gobierno de Estados Unidos mira con desconfianza a nuestro país por “el avance del narcotráfico, de elementos terroristas, y la penetración de Irán en la región”.
Federici no descarta volver al país ante un eventual triunfo de Juntos por el Cambio en las elecciones presidenciales. “Siempre me interesó colaborar en los temas de inteligencia, de seguridad y de justicia”, asegura. Más allá del resultado electoral, considera que es esencial un acuerdo entre las fuerzas políticas mayoritarias sobre el rol de la Justicia. “Hace falta un pacto de integridad entre las fuerzas políticas para respetar a la Justicia. El punto de partida está en la política, se necesitan políticos íntegros”, reclama.
Estuvo cuatro años al frente de la Unidad de Información Financiera (UIF). ¿Qué cambios lograron en el funcionamiento de ese organismo y que quedó pendiente?
Se hizo mucho pero quedaron cosas importantes por hacer. Nos faltó tiempo. En materia preventiva, logramos dar vuelta una forma de relacionarse con los sujetos obligados, para establecer una relación seria, apuntando a que la información fluyera. Reformamos la norma madre que regulaba al sector financiero, incorporando el enfoque basado en riesgos, que es lo que exigía el estándar internacional, y logramos avanzar con regulaciones para el sector financiero, bancario, bursátil y de seguros. Terminamos la gestión creando un diálogo público-privado que era la tendencia a nivel global. No es solamente sentarse con los sujetos obligados a hablar de Reportes de Operación sospechosa (ROS), sino institucionalizar el diálogo. Lamentablemente todo esto se dejó de lado con la nueva gestión.
Nos quedó pendiente terminar de regular a otros sectores no financieros que también representan riesgos para el sistema argentino. En material penal y judicial, logramos impulsar las investigaciones más grandes por lavado de dinero, incluso con causas que habían sido pisadas en gestiones anteriores, pero nos quedó pendiente sostener las acusaciones en juicio.
-¿El apoyo político fue clave para esas transformaciones?
-Sí claro, En primer lugar, hubo un gobierno que no interfirió en la Justicia y en las investigaciones. Eso permitió generar un clima de confianza para los investigadores. Por otro lado, los organismos de gobierno aportaron información. Lo hizo la UIF, pero también la Oficina Anticorrupción (OA), la AFIP y otros organismos que tienen el deber de colaborar. En tercer lugar, fue clave la cooperación internacional, la confianza que el país generó en el resto del mundo permitió que fluyera la información desde afuera.
Cuando culminó nuestra gestión, la mayoría de las causas importantes por lavado de dinero se encontraban con la fase investigaba terminada. No hubo condenas en ese momento pero la Justicia tiene sus tiempos.
-En el área de Litigios Penales de la UIF pasaron cosas muy graves. Hubo abogados que denunciaron aprietes para cambiar los alegatos en el caso de “la ruta del dinero K”, renunció un jefe en medio de un escándalo, y luego se retiraron la mayoría de las querellas. ¿Por qué pasó todo eso?
-El Gobierno (de Alberto Fernández) no tenía la más mínima intención de hacer funcionar a los organismos como debían funcionar. La UIF debe ser autónoma y operativamente independientes. Querían una UIF cooptada, que ayudara a avanzar en el plan de impunidad de Cristina (Kirchner). Eso explica todas las acciones que se tomaron en la UIF. Le dieron el organismo a un tipo que había sido abogado de una persona investigada por lavado. Me refiero a Carlos Cruz. Vino sin saber cómo funciona la UIF, una institución que requiere de conocimientos técnicos para relacionarse con sus fuentes locales e internacionales. Eso también explica los cambios tan bruscos en las causas penales.
En la causa de “la ruta del dinero K”, me refiero a la parte residual que queda en el juzgado del doctor Casanello, nosotros pedimos que sea procesada la actual vicepresidenta porque había muchas pruebas sobre el vínculo con (Lázaro) Báez. Semanas antes de irnos, le presentamos al juez un escrito que titulamos “Las 75 pruebas que muestran la asociación entre Cristina y Báez”. Luego vino Cruz y lo primero que dicen es que no tienen más nada para aportar. Un contraste enorme que se explica en la falta de autonomía de la UIF.
-¿Los cambios bruscos en las causas por corrupción no hablan también de ciertas falencias en la Justicia federal?
-No me gusta hablar de los jueces porque son otro poder del Estado y además no me gusta generalizar. Pero obviamente hubo jueces que tuvieron más reparos por temor o cobardía. Un juez o un fiscal tiene que ser un tipo valiente porque tiene todas las garantías de la ley. Ahí está lleno de cobardes. Y también hay cómplices, hay jueces y fiscales que son parte del problema. Hay un problema muy serio de integridad. Pero, insisto, no todos son iguales.
Es uno de los desafíos más complejos que tiene por delante nuestro país. Sin una Justicia eficaz e independiente, es muy difícil atraer inversores extranjeros y hasta locales. El mensaje que está dando la Justicia penal cuando no se avanza con un juicio que está parado hace tres años es muy peligroso. Hace falta un pacto de integridad de las fuerzas políticas para respetar la independencia del Poder Judicial. Un pacto que permita que funcionen los organismos como el Consejo de la Magistratura. Tiene que haber un pacto que permita encausar el funcionamiento de esos organismos.
-¿Cómo se analiza el caso del avión venezolano-iraní en Estados Unidos? ¿Están conformes con la respuesta del Estado argentino?
-El Gobierno hizo todo mal desde el día uno. Autorizó que el avión aterrizara en nuestro país, dejó entrar a los tripulantes, y les dio la autorización para que se fueran. Eso contrastó con la actitud de Uruguay, que no los dejó ingresar a su espacio aéreo. Cuando el avión regresó a Ezeiza, ahí hay que destacar la actitud de Patricia Bullrich, de Gerardo Milman, y de Ricardo López Murphy, que dieron impulso a una investigación penal.
Cuando intervino la Justicia, el Gobierno intentó obstaculizar la causa. El entonces titular de la AFI (Agustín Rossi) dijo que se trataban de ‘instructores de vuelo’. El ministro de Seguridad también minimizó la llegada de iraníes. Acá teníamos a las Fuerzas Quds, que brindaron suministros a una organización terroristas como Hezbollah, que cometió un atentado contra nuestro país. Esos son los tipos a los que el Gobierno intentó proteger.
Creo que el juez y la fiscal estaban muy presionados por el Gobierno, que quería un resultado favorable a los intereses de Venezuela e Irán. A mi juicio había elementos para detener y procesar a la tripulación por apoyo a Hezbollah. Sobran las pruebas. El Gobierno norteamericano aportó pruebas sobre que la gente que estaba en el avión pertenecía a las Fuerzas Quds y a la Guardia Revolucionaria de Irán.
El Gobierno ahora está dilatando el pedido de entrega de la aeronave.
-¿Todo esto tiene que ver con los alineamientos del gobierno argentino con Venezuela?
-Hay una sociedad, hubo muchos negocios entre los Kirchner y (Hugo) Chavez y luego (Nicolás) Maduro. Hubo más de diez causas penales vinculadas a esos negocios. Lamentablemente están navegando en las aguas de la Justicia. En otros países se avanzó mucho más sobre esto.
Los Kirchner tiene una sociedad con las dictaduras latinoamericanas, no solo por cuestiones ideológicas sino por los negocios. Ellos saben que tanto Cuba como Venezuela tienen la capacidad para salir en defensa de líderes corruptos que se ven acorralados por el avance de la Justicia.
-¿Cómo nos ven desde Estados Unidos por esos lineamientos políticos e ideológicos?
-No ven como un país con enorme potencial, gobernado por personas seriamente comprometidos con problemas de integridad. Están muy preocupados con el avance del narcotráfico, el avance de elementos terroristas, y la penetración de Irán en la región.
También pasan cosas como lo de Santiago Del Estero, una narcoprovincia en manos de un gobernador que no hace nada para detenerlo. Hay informes publicados al respecto. En nuestra gestión tuvimos una situación cuando el gobierno de Santiago del Estero se apersonó en un banco para extraer 30 millones de dólares en efectivo. Nosotros intervinimos, la Procelac solicitó congelar la cuenta y la jueza federal María Servini hizo lugar. Lamentablemente a los pocos días dio vuelta su fallo y habilitó que se llevaran los 30 millones de dólares. Cuando terminamos la gestión ese gobernador nos denunció a nosotros.
-A la distancia, ¿cómo analiza las diferencias entre los líderes de Juntos por el Cambio y la indefinición de las candidaturas?
-No me preocupa el debate interno, creo que es sano para que queden claras las diferentes posturas. A mi modo de ver, la problemática de la corrupción es uno de los problemas centrales. El crimen organizado, las mafias en la política y en el sindicalismo, son los problemas centrales que comprometen el desarrollo de nuestro país. Se necesitan gobernantes íntegros, plenamente comprometidos en la lucha contra la corrupción, que tengan el coraje para ir contra las mafias. El modelo de la negociación y del acuerdo ya lo probamos durante décadas y no funcionó. Argentina necesita gobernantes con coraje para hacer valer la legalidad. El déficit más grande que tiene Argentina es con la legalidad, es un país al margen de la ley. Hace falta coraje, valentía y mucha integridad, ese es el tema central de la política. Hace falta un pacto de integridad entre las fuerzas políticas para respetar a la Justicia. El punto de partida está en la política, se necesitan políticos íntegros.
-¿Le gustaría volver a la función pública si gana algunos de los candidatos de Juntos por el Cambio?
-Sigo en contacto con los líderes de Juntos por el Cambio. Cuando Mauricio Macri me ofreció ser parte del proyecto, yo estaba viviendo en Estados Unidos, no sería raro tomar la misma decisión y volver a mi país. Me gustaría hacerlo desde otro lugar. Ya di mucho en la UIF. Si consideran que puedo ser útil en otro lugar, lo consideraré. A mí siempre me interesó colaborar en los temas de inteligencia, de seguridad y de justicia. Creo que puedo aportar relaciones con el mundo y los contactos que el país necesita para salir adelante.
-¿En materia de inteligencia dónde estamos parados?
-Se cometieron errores por todos lados, y se siguen cometiendo errores. Hay mucho margen para dar una vuelta fundamental. Es un tema que va ser muy importante para la relación del país con el resto del mundo. Si Juntos por el Cambio gana las elecciones, Argentina va a ser uno de los pocos países de Latinoamérica con un gobierno de centro o centro derecha. Es una enorme oportunidad para la relación con Estados Unidos y otras potencias occidentales. Argentina no tiene que correr atrás de la cola de Brasil. Tenemos una gran oportunidad de liderar, macando el diferencial. La inteligencia va a ser fundamental en el marco de esa estrategia.
Tenemos que profesionalizar el servicio de inteligencia del Estado para lograr lo que debió ser siempre el objetivo: analizar las amenazas externas. Por ejemplo, la amenaza de Irán y del terrorismo de Hezbollah, la penetración de China con la depredación de nuestros recursos naturales, y las amenazas que representa Rusia en la región.
Los servicios de Inteligencia están destruidos. Se cometieron errores imperdonables como la filtración de agentes que ocupaban roles en sedes diplomáticas. Ni las dictaduras que ellos admiran se comportan de esa manera con los servicios de inteligencia.
Obviamente hay que cerrar para siempre las puertas de la AFI para tareas de inteligencia doméstica. Y utilizar los recursos escasos para lo que importa verdaderamente.
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