Higiene urbana: cuáles son los diez hábitos a incluir en la educación de los más chicos

La conciencia de cuidado del medio ambiente requiere aprender desde la infancia algunos comportamientos fundamentales relativos al uso racional del agua y la energía, la alimentación saludable y el reciclado, entre otras, para un mundo más saludable

Aprender hábitos desde niños garantiza un planeta más saludable para el presente y el futuro (Delta Higiene)

El mundo afronta grandes desafíos ambientales y que irán en aumento con el paso de los años. En ese contexto, los niños de hoy deben llegar a la adultez con las herramientas suficientes para afrontar grandes cambios. El ejemplo de la casa y de la escuela se vuelve crucial en este proceso.

En tal sentido, los hábitos sustentables cotidianos son esenciales para generar una conciencia ambiental que priorice el cuidado del planeta. Y si son aprendidos desde la infancia, mucho mejor. Ellos se expresan fundamentalmente en medidas como el uso racional del agua y también de la energía, sea cual sea su origen.

Asimismo, la separación de residuos para su reciclado y reutilización son centrales para fomentar la economía circular. A ello se suma el consumo responsable y la alimentación saludable, además de un cuidado responsable de las mascotas.

Los chicos pueden colaborar con el reciclado de la basura y así, aprender sobre economía circular (Delta Higiene)

Diez pequeños hábitos

Tomando como punto de partida el ejemplo propio, se pueden enseñar a los niños diez hábitos muy simples que, al adoptarlos, harán posible producir grandes cambios en la huella ecológica del hogar.

Uno de ellos es cuidar los recursos naturales. Esto se puede poner en práctica al apagar las luces de los espacios que no se estén usando, como las habitaciones. También, cerrar la canilla mientras se lavan las manos ayuda a ahorrar el recurso vital del agua.

Separar los materiales reciclables es algo en lo que los niños pueden colaborar. Limpiarlos y secarlos primero, y luego acompañarlos a que los inserten en los contenedores verdes o Puntos Verdes puede ser una lección cotidiana.

La alimentación saludable tiene en cuenta, entre otros factores, comer alimentos de estación. Llevar a los niños a realizar las compras en la verdulería, enseñarles a elegir las verduras y cocinar juntos puede ser muy divertido y colabora con ese objetivo.

Otro hábito que no es menor es sacar la basura en el horario indicado para ayudar a mantener la limpieza. En la Ciudad de Buenos Aires se puede sacar los residuos de 19 a 21, todos los días menos los sábados, por lo que los más chicos pueden ayudar a recordarlo cada día y, de paso, aprender a organizar el tiempo.

En la misma línea, es importante enseñar a los más pequeños a ser responsables también de los residuos que se generan estando en la calle, parque o reserva natural. Allí nunca se deben tirar desperdicios al piso, sino dejarlos en los cestos correspondientes o llevarlos para tirarlos en la casa.

Por otra parte, el consumo más sustentable incluye hábitos como llevar a la escuela y al club tazas reutilizables y botellas térmicas.

La regla de las 7 R puede ser un excelente recurso lúdico para que los niños comprendan e incorporen el paradigma de la economía circular. Rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, renovar, recuperar y reciclar se puede aprender, por ejemplo, juntando los plásticos en una botella, arreglando los juguetes o reutilizando los frascos vacíos de la cocina y adaptarlos como lapiceros.

Otro de los diez hábitos para enseñar a los más chicos es incorporar los ciclos naturales. Una manera entretenida es hacer una pequeña huerta en maceta, con lo cual pueden aprender cómo se producen los alimentos, el impacto del clima y la importancia del riego. Aquí se puede armar también un recipiente para compost donde se depositen los residuos orgánicos.

Entre las opciones más interesantes para los pequeños están los paseos naturales a través de “expediciones de investigación” en las plazas y parques del barrio. Allí podrán aprender a reconocer árboles, pájaros, mariposas y plantas, e incorporar la importancia de convivir con otras especies en un mismo su entorno.

La conciencia ambiental que debe incorporarse desde niño incluye el ser responsables con las mascotas. Esto va desde la elección de la especie más apropiada para el espacio y las posibilidades de cuidado, hasta su atención cotidiana.

Cada hábito puede convertirse en una instancia de aprendizaje, solo requiere el compromiso de los adultos a cargo.