Entre los placeres que se vieron en aumento durante los días en cuarentena, el vino está a tope: según informó el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), el consumo se incrementó un 25,5%, dato extraído de los registros de los despachos enviados desde las bodegas.
Al sur del país, más precisamente en San Patricio del Chañar, en la provincia de Neuquén, hay una bodega que, en la pandemia, vio una oportunidad. Y no dudó en acelerar. “La pandemia nos agarró en un momento especial, con muchos proyectos en curso y en plena cosecha. Pero fuimos muy ágiles en reaccionar y acomodarnos al nuevo contexto, terminamos rápidamente una gran cosecha de la cual estamos muy orgullosos. Fue clave el gran trabajo en equipo, describió Juliana Del Aguila Eurnekian, presidenta de la Bodega Del Fin Del Mundo, ante la consulta de Infobae.
“No detuvimos nada, en ningún momento frenamos. Terminamos la cosecha y nos da mucha ilusión porque la calidad es espectacular. Al día siguiente del anuncio de la cuarentena, trabajamos en los protocolos para seguir con el curso natural, tanto en Buenos Aires, que están las oficinas, como en Neuquén, que están las operaciones. El desafío pasó por sostener la productividad y seguir con las tareas sin perder la interacción laboral. En ese sentido, no vimos que ningún índice de productividad haya bajado”, explicó Del Aguila Eurnekian.
La pandemia trajo consigo una serie de novedades para la Bodega Del Fin Del Mundo. Por un lado, se puso el foco en el desarrollo del e-commerce, que permitieron un mayor caudal de ventas y que se puede visitar en shopfindelmundowines.com: “Abrimos nuestro propio canal de e-commerce y vimos que las ventas crecieron mucho. En muchos casos, las ventas de nuestra bodega se duplicaron en comparación al mismo mes que el año pasado”, puntualizó.
Pero también innovaron en cuanto a los productos. Dentro de la línea La Poderosa (“Es una de nuestras marcas más exitosas y que nos da muchísimas alegrías”), lanzaron un dulce natural y un rosado. “Es una marca con la que aún no vemos techo, porque el vino es muy rico, el precio está muy bien y la marca es muy atractiva. Es de las primeras marcas en Argentina que tuvieron una imagen mucho más disruptiva, rompió el mercado en un montón de sentidos y se posicionó como una marca joven, accesible y muy rica”, explicó sobre el éxito de La Poderosa. Y amplió: “Tuvo muy buena llegada a la gente porque es un vino distinto. Nuestra idea no es solamente mostrar lo clásico que se encuentra en esa línea de precios, sino realmente ser innovadores, que la gente pueda probar vinos de cepas diferentes, como es el semillón o el pinot noir -en el que somos líderes-, a un precio y calidad súper competitivos”.
La pandemia también trajo los vinos armenios de la bodega Karas, con origen en el Valle de Ararat, lo que vincula al consumidor con el adn y el origen familiar de la bodega. “Tuvo muy buena repercusión: agotamos el primer stock que trajimos y estamos trayendo más. Es un vino buenísimo, distinto, ya que no hay muchos importados en el mercado. Es una aventura y una apuesta a que la gente los pruebe: tenemos dos cortes a la venta, blanco y tinto. El blanco es un corte de Kangun, que es la típica cepa blanca armenia, Chardonnay y Viognier. Y el tinto es un corte tinto de base Syrah. Son dos vinos muy distintos, con carácter armenio. Vale la pena probar, te acerca a una región. En Armenia está la cuna de la vitivinicultura, tiene toda una historia y un peso muy particular en el mundo del vino”, contó la presidenta de la Bodega Del Fin Del Mundo.
Al margen de estas novedades, Bodega Del Fin Del Mundo no descansa y trabaja en más: “Estamos por hacer un relanzamiento de todo nuestro porfolio con nuevas etiquetas y nuevas presentaciones, nuestro nuevo packaging va a tener una nueva cara”, reveló Del Aguila Eurnekian. También apuestan a la línea orgánica (“Estamos trabajando en convertir una parte de nuestro viñedo a orgánico y ya para el año que viene vamos a tener la primera línea orgánica”, adelantó) y continúan abriendo nuevos mercados internacionales: “Firmamos acuerdos muy importantes en Inglaterra, Rusia y Holanda, para trabajar con los números 1 y seguir llevando nuestro vino al mundo”.
-¿Cómo recibe el consumidor extranjero al vino argentino?
-El vino argentino está muy bien posicionado y muy bien considerado en el mundo. Hay mercados más conservadores, que solo toman vino de la región. Por ejemplo, en Francia, no se toma tanto vino extranjero. Pero después tenés mercados espectaculares, más abiertos, como los de Estados Unidos, Brasil, Holanda o Inglaterra, que toman vinos de todo el mundo. Y el vino argentino les encanta. Lo más conocido es, por supuesto, el Malbec y principalmente de Mendoza. Nosotros estamos haciendo un trabajo muy importante en expandir la mente del consumidor y contarle que se está haciendo vino en la Patagonia. Y eso gusta mucho, llama la atención, porque muchos quieren probar otra cosa. Lo que nosotros tenemos para ofrecer tiene un atractivo distinto.
-Desde tu mirada de sommelier, ¿qué diferencia a los vinos patagónicos de los demás?
-La Patagonia tiene un sex appeal muy particular. Es reconocida en el mundo como un lugar con su propia magia. Atrae mucho turismo y eso es importante porque el vino está muy asociado al lugar. No es que el vino sale de la nada: es un producto natural, que viene de la tierra y a través del vino podemos conocer distintos lugares.
Nosotros somos de los mayores productores de Pinot Noir así que, por supuesto, la cepa en sí es nuestro gran diferencial. Pero sobre todo, el clima hace la diferencia. Al ser un desierto tiene una gran amplitud térmica: la diferencia de temperatura entre el día y la noche puede llegar hasta los 20 grados. Eso provoca que la uva, cuando está en su momento de maduración en el verano, durante el día reciba más calor. Y cuando baja la temperatura, transpira y pierde agua. En esa pérdida de agua, se concentran los sabores, el azúcar, los aromas. El viento también es muy particular, porque es constante, sobre todo en el verano. Y ese viento ayuda a que el ambiente esté seco y libre de enfermedades al viñedo. También engrosa la piel de las uvas, lo que genera una gran concentración de sabores: al engrosarse la piel se concentran los sabores y el color.
Todos estos factores hacen que la uva sea muy balanceada: tenemos acidez bastante alta, gran concentración de aromas y colores, entonces los vinos en sí ya vienen naturalmente muy balanceados desde el viñedo y no requieren de tanta intervención en la bodega. La uva de nuestros viñedos, naturalmente, nos brindan todos lo necesario para hacer grandes vinos.