En julio de 2016, un accidente cambió para siempre la vida de Harry Studley y su familia. Harry tenía solo 18 meses cuando un vecino de 24 años, mientras limpiaba un rifle de aire comprimido, apuntó el arma hacia el niño en un aparente intento de calmarlo, convencido de que no estaba cargada. Sin embargo, un disparo salió del rifle e impactó la cabeza de Harry. El perdigón, que se alojó en su cerebro, causó una fractura de cráneo desplazada y provocó una grave inflamación y una hemorragia.
La gravedad de la situación fue evidente desde el principio. Los médicos dieron a Harry apenas un 1% de probabilidades de sobrevivir, debido a la delicada ubicación del perdigón y los múltiples daños en su cerebro. Lo que parecía un simple descuido se transformó en una tragedia que dejó a la familia Studley enfrentando un panorama desolador.
A pesar de las probabilidades, Harry desafió todas las expectativas médicas. Durante los primeros días tras el accidente, el personal médico del Bristol Royal Hospital for Children logró estabilizar su condición. La familia vivió meses de incertidumbre; cada pequeño avance era un paso hacia lo que parecía imposible: que el niño sobreviviera.
El caso de Harry es un ejemplo del poder de la determinación humana y de los avances en la medicina. Después de varios meses en la sala Bluebell, dedicada a la neurocirugía pediátrica, Harry finalmente pudo salir del hospital. El 1% de probabilidades se convirtió en su caso entero.
Aunque sobrevivió al accidente, las secuelas físicas y neurológicas acompañarán a Harry de por vida. La lesión cerebral causada por el disparo dejó importantes daños que afectan su día a día. Actualmente, Harry sufre de epilepsia, una condición que provoca convulsiones y requiere un seguimiento constante. Además, perdió parcialmente la visión, lo que limita su capacidad para realizar actividades cotidianas.
A nivel motor, también enfrenta debilidad en algunas partes de su cuerpo, lo que dificulta su movilidad y le impone retos significativos en sus movimientos. Estas dificultades, junto con problemas cognitivos que afectan su aprendizaje, hacen que las tareas que para otros niños serían sencillas representen grandes desafíos para él. Sin embargo, la resiliencia de Harry y el apoyo de su familia le han permitido progresar y le dan la oportunidad de tener una vida feliz.
A pesar de los desafíos que enfrenta, Harry está animado y enfrenta sus limitaciones. Junto con su padre, Ed Studley, participará en la Gran Caminata por la Gran Campaña el 15 de septiembre, un evento benéfico en el que caminará 5 kilómetros para recaudar fondos para el hospital que salvó su vida. Aunque para muchos puede parecer una distancia corta, para Harry representa un reto monumental, dado que aún sufre problemas de movilidad y se fatiga fácilmente.
La marcha tiene un significado especial para Harry y su familia, ya que es una manera de agradecer y retribuir al Bristol Royal Hospital for Children, particularmente a la sala Bluebell, donde recibió los cuidados que le salvaron la vida. Los Studley quieren reunir apoyo y recursos para que el hospital pueda seguir ayudando a otros niños con condiciones graves.
La familia de Harry siempre ha expresado un profundo agradecimiento hacia el hospital y su personal. Según palabras de su padre, Ed, “sin el increíble esfuerzo y dedicación del personal de la sala Bluebell, Harry no estaría aquí hoy”. Por esta razón, han hecho de la recaudación de fondos para el hospital una misión personal.
La familia Studley ha creado una página de donaciones en JustGiving, con el fin de canalizar las contribuciones al hospital. Cada donación ayudará a mejorar las instalaciones y a continuar el trabajo esencial que se realiza en la sala Bluebell para niños que padecen condiciones críticas.