En 1981, un joven israelí de 22 años llamado Yossi Ghinsberg se encontraba en una encrucijada. Tras completar su servicio en la marina israelí, su alma buscaba algo más que la rutina diaria. Inspirado por las aventuras narradas en el libro ‘Papillon’ de Henri Charrière, Yossi ansiaba explorar lo desconocido, vivir una experiencia que desafiara sus límites y lo conectara con la esencia más pura de la naturaleza. Así, con ese fuego en el corazón, ahorró todo lo que pudo y partió hacia Sudamérica.
Primero llegó a Venezuela, luego a Colombia y finalmente a Perú. Cada paso lo acercaba más a su destino final: la selva amazónica. Sus días estaban llenos de anécdotas y encuentros fortuitos, pero fue en La Paz, Bolivia, donde su vida tomó un giro inesperado. Allí, en una ciudad vibrante y llena de contrastes, conoció a un hombre enigmático: Karl Ruprechter. Este austríaco, que decía ser geólogo, capturó la imaginación de Yossi con historias de tribus remotas y tierras inexploradas en el corazón de la Amazonía boliviana.
La promesa de una aventura inolvidable
Con el corazón acelerado y la mente llena de imágenes de selvas densas y aventuras sin igual, Yossi aceptó la propuesta de Karl sin pensarlo dos veces. No estaba solo en este viaje; junto a él estaban Kevin Wallace, un fotógrafo estadounidense, y Marcus Stamm, un maestro suizo. Los cuatro formaron un equipo decidido a adentrarse en lo desconocido.
Partieron con entusiasmo, cada uno llevando sus sueños y expectativas a cuestas. Sin embargo, la selva amazónica no tardó en mostrar su cara más feroz. Mientras avanzaban, las habilidades de Karl como guía fueron puestas en duda. Lo que inicialmente parecía una aventura prometedora se transformó en una lucha constante contra la naturaleza y sus propios límites.
Después de varios días de trekking y condiciones cada vez más precarias, el grupo decidió dividirse. Karl y Marcus optarían por continuar a pie, mientras que Yossi y Kevin construirían una balsa para navegar por el río Tuichi. Pero el río, caprichoso y traicionero, tenía otros planes. La balsa volcó, y Yossi se encontró arrastrado por la corriente, separado de sus compañeros y perdido en la inmensidad verde.
La lucha por la supervivencia
Aquí comenzó la verdadera odisea de Yossi. Solo, sin recursos y en medio de una de las selvas más inhóspitas del mundo, cada día se convirtió en una lucha por la supervivencia. “El silencio de la selva era ensordecedor”, recordaría más tarde en una entrevista con The Jerusalem Post. “Cada crujido, cada sombra, se convertía en una amenaza potencial”.
Las primeras noches fueron las más duras. La selva, con su sinfonía de ruidos desconocidos y criaturas acechando en la oscuridad, parecía querer devorarlo. En una de esas noches, mientras intentaba dormir bajo un manto de estrellas apenas visible entre las copas de los árboles, Yossi se despertó sobresaltado por un sonido que le heló la sangre. Frente a él, a solo unos metros, estaba un jaguar hambriento. Sin armas, sin más defensa que su ingenio, Yossi improvisó un lanzallamas con una lata de repelente de mosquitos y un encendedor, logrando espantar al depredador.
Los días pasaban y cada uno traía consigo nuevos desafíos. La deshidratación y el hambre eran constantes. Las heridas en sus pies, infectadas por la humedad y el barro, lo hacían caminar con un dolor insoportable. En un momento de desesperación, al ver que sus pies eran solo trozos de carne expuesta, Yossi se arrastró hasta un árbol lleno de hormigas de fuego y lo sacudió sobre su cabeza. “Las olas de dolor y adrenalina me distrajeron del dolor de mis pies”, relató.
La selva no tenía piedad. Yossi enfrentó ataques de jabalíes, la constante amenaza de serpientes venenosas y picaduras de termitas. En un momento, descubrió gusanos incrustados bajo su piel, y en otro, se clavó un palo roto en el recto tras deslizarse por un barranco embarrado. Sin embargo, su espíritu indomable no se quebró. A pesar de las alucinaciones causadas por el agotamiento extremo, se aferró a la esperanza de ser encontrado.
Rescate y renacimiento
Finalmente, cuando todo parecía perdido y Yossi se preparaba para un final trágico, una luz de esperanza apareció en forma de un sonido lejano. Era el motor de un bote. Con las últimas fuerzas que le quedaban, se dirigió hacia el río, donde fue encontrado por Kevin Wallace y un grupo de nativos liderados por Abelardo “Tico” Tudela. Kevin había logrado llegar a un asentamiento y organizar una búsqueda para encontrar a su amigo perdido.
El rescate fue un milagro. Yossi, apenas consciente y al borde de la muerte, fue llevado de regreso a la civilización. Pasó tres meses en un hospital recuperándose de sus heridas físicas y psicológicas. Pero la selva había dejado una marca indeleble en su espíritu.
Después de su recuperación, Yossi escribió ‘Jungle’, un libro que relataba su increíble historia de supervivencia. El libro se convirtió en un éxito y llevó su historia a audiencias de todo el mundo. En 2017, su odisea fue llevada al cine en la película ‘Jungle’, protagonizada por Daniel Radcliffe.
A lo largo de los años, Yossi se transformó en un orador motivacional de renombre, compartiendo su historia con audiencias globales y inspirando a otros a nunca rendirse. Su mensaje de determinación y coraje frente a la adversidad extrema resonó en todos aquellos que lo escucharon.
En 1992, fundó la empresa de rafting y ecoaventura ‘EthnoBios’ en Australia, ofreciendo expediciones guiadas por la selva amazónica y otras aventuras al aire libre. Cada expedición es una oportunidad para que los participantes se conecten con la naturaleza y comprendan la belleza y la complejidad del mundo natural.
Hoy, Yossi Ghinsberg es reconocido como un verdadero héroe y un testigo viviente de la fortaleza del espíritu humano frente a la adversidad más extrema. Su experiencia en la selva amazónica se ha convertido en una lección perdurable de determinación y coraje para todos aquellos que sueñan con superar los límites y enfrentarse a lo desconocido.