El 14 de abril de 1912 es una fecha grabada en la historia por uno de los desastres marítimos más trágicos: el hundimiento del Titanic. Entre los 2.240 pasajeros y tripulantes, solo lograron sobrevivir 706 personas. Entre esos pocos supervivientes estaba Masabumi Hosono, el único pasajero japonés que sufrió este naufragio. Sin embargo, salvarse no fue el fin de sus penurias, sino el comienzo de una serie de humillaciones y ostracismo tanto en Japón como en el exterior.
Masabumi Hosono era un funcionario japonés, director de ferrocarriles, que había viajado a Rusia para estudiar su sistema ferroviario. Después de dos años fuera de su país, tenía previsto regresar a Japón a través de Londres y Estados Unidos. Para ello, compró un billete de segunda clase en el Titanic. La noche del desastre, cuando el Titanic chocó contra un iceberg, Hosono fue sacudido por un mayordomo que le urgía a dirigirse hacia los botes salvavidas. Sin embargo, al llegar fue bloqueado por dos marineros que lo tomaron por un pasajero de tercera clase. Después de una explicación urgente, logró acceder a un bote que estaba a punto de zarpar, salvando su vida.
La cruzada del honor y la supervivencia
Hosono escribió en una carta lo abrumador que fue el pensamiento de no volver a ver a su familia, recordando: “Estaba sumido en la desolación del pensamiento de que ya no podría ver a mi amada esposa e hijos”. La decisión de subir al bote salvavidas fue rápida y casi instintiva, sin consideraciones sobre el honor que en ese momento predominaban.
Irónicamente, Hosono fue decisivo en salvar la vida de otros pasajeros del bote, en su mayoría mujeres y niños, al remar con todas sus fuerzas, alejando el bote de las explosiones del Titanic y la succión que provocó su hundimiento. En palabras de un testigo: “Los tripulantes del bote, casi todos mujeres y niños, salvaron la vida porque Masabumi Hosono fue uno de los que remó con todas sus fuerzas”.
Sin embargo, su acto de supervivencia fue visto con ojos críticos tanto en Estados Unidos como en Japón.
Ostracismo y desacreditación post naufragio
Tras ser rescatado por el RMS Carpathia, Hosono enfrentó la humillación. En Estados Unidos, la prensa lo describió como “el polizón chino” e, incluso, hubo rumores de que se había disfrazado de mujer para colarse en el bote salvavidas. De regreso en Japón, las cosas no mejoraron. Por no seguir el código de honor samurái y no adherirse al principio occidental de “las mujeres y los niños primero”, Hosono fue víctima de lo que se conoce en Japón como mura hachibu, es decir, el ostracismo social.
En términos profesionales, Hosono fue despojado de tareas importantes y sus colegas lo excluyeron. Recibía diariamente docenas de cartas de odio, y los medios lo incitaban al Harakiri, acto de suicidio mediante el cual se clava un cuchillo en el estómago para recuperar el honor.
Recuperación del honor
Hosono se encerró en casa durante más de 25 años y falleció en 1939, llevando consigo la vergüenza que su sociedad le impuso. Fue casi 60 años después, en el contexto del estreno de la película Titanic en 1998, cuando su familia decidió liberar a los medios la carta que Hosono había escrito sobre su experiencia en el Titanic. En ella plasmó: “Si me hubieran arrastrado al fondo del océano con el Titanic, podría haber tenido una muerte noble. Habría sido un héroe en los libros de texto en lugar de un villano”.
Con los años, el código de honor japonés había evolucionado, y el hecho de que Hosono ayudara a los demás en el bote al remar con todas sus fuerzas favoreció la reinterpretación de sus actos. Su familia vio restaurado el honor de Masabumi Hosono, aunque este nunca tuvo la oportunidad de sentir ese alivio en vida. “El honor ha sido restaurado a los Hosonos”, declaró con orgullo su nieto Haruomi Hosono.