El año 2024 fue una temporada soñada para los cazadores de tormentas en Estados Unidos

La combinación de eventos extremos y paisajes deslumbrantes hizo que 2024 fuera un periodo excepcional para los aficionados de la meteorología. Un especialista en la rama detalló los acontecimientos más importantes en un informe de The Washington Post

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Los tornados en las Grandes
Los tornados en las Grandes Llanuras mostraron una excepcional actividad atmosférica durante este año (Amanda Hill/NOAA)

El año 2024 será recordado como uno de los más prolíficos en la historia de la meteorología extrema en Estados Unidos. Tanto cazadores profesionales como aficionados recorrieron el país para documentar un período de actividad atmosférica excepcional. Tornados de una impresionante belleza se manifestaron durante meses en las Grandes Llanuras, auroras boreales iluminaron cielos insólitos, un eclipse total de sol cruzó América del Norte y una temporada de huracanes especialmente activa dejó aprendizajes y devastación. Debido a la ajetreada temporada climática, The Washington Post publicó un artículo con la participación de Matthew Cappucci, experto meteorólogo estadounidense.

Entre los primeros y más impactantes fenómenos del año se destacó el eclipse solar total del 8 de abril. De acuerdo con Capucci, este evento representó un punto culminante personal, planificado con más de un año de anticipación. La búsqueda de cielos despejados lo llevó inicialmente a San Antonio (Texas) donde había organizado todos los detalles logísticos. Sin embargo, dos semanas antes del fenómeno, los modelos meteorológicos señalaron una mayor probabilidad de nubosidad en esa región y cielos despejados en Nueva Inglaterra.

Mediante su relato, el autor transmitió la experiencia como un momento transformador. Describe cómo “la luna perforó el cielo, formando un portal negro hacia otro universo”. Los destellos rojizos del sol, los filamentos de su corona y la intensa oscuridad generaron una reacción emocional colectiva. Incluso su padre, una persona habitualmente reservada, no pudo contener las lágrimas. Según Cappucci, un eclipse total de sol es una vivencia de carácter espiritual que solo se comprende al presenciarla.

El eclipse total de sol
El eclipse total de sol del 8 de abril, cruzó América del Norte y maravilló a miles de observadores (REUTERS/Eduardo Munoz)

Una temporada marcada por la destrucción y enseñanzas de huracanes

La temporada de huracanes de 2024 se convirtió en una de las más activas y devastadoras de la historia reciente en Estados Unidos, dejando una huella tanto en las comunidades afectadas como en quienes documentaron sus impactos. Los cinco huracanes principales: Beryl, Debby, Francine, Helene y Milton, tocaron tierra en diferentes puntos del país norteamericano, poniendo a prueba la resiliencia de la infraestructura y las capacidades de respuesta. Para los cazadores de tormentas, este ciclo representó una oportunidad para observar fenómenos meteorológicos extremos y comprender su efecto en vidas humanas.

El huracán Beryl marcó el inicio de la temporada con vientos de hasta 144 kilómetros por hora al llegar a Houston. Aunque menos destructivo que otros eventos, ofreció un adelanto del impacto que tendrían los huracanes posteriores. Por su parte, Francine fue un huracán de categoría 2 y destacado por las intensas lluvias que provocaron una emergencia por inundaciones en Nueva Orleans tras acumular más de ocho pulgadas de agua en dos días.

Asimismo, el huracán Helene fue el que dejó la marca más profunda de la temporada. Clasificado como categoría 4, este fenómeno generó una catástrofe mediante las lluvias extremas en las Carolinas. Con hasta 30 pulgadas de agua concentrada en zonas montañosas de Carolina del Norte, el daño fue extenso y sus consecuencias se sentirán por años. Según el autor, “Helene fue el huracán más mortal en el territorio continental de Estados Unidos desde Katrina”, aseguró el escritor de The Washington Post.

Milton se presentó como el último gran huracán de la temporada y cerró con un impactante ejemplo del poder de la naturaleza. A su paso por Sarasota (Florida) generó vientos de 185 kilómetros por hora acompañados de un fenómeno conocido como “chorro de aguijón” (sting jet), que incrementó la intensidad del sistema al incorporar aire seco en sus bandas externas. Es por ello que Cappucci describió cómo observó paneles arrancados de edificios, tráfico paralizado por objetos voladores y una inundación repentina que casi atrapó su vehículo.

El impacto humano y material de esta temporada de huracanes fue profundo: no solo se convirtió en la segunda más costosa de la historia, sino que también puso de manifiesto la urgencia de mejorar la preparación y respuesta frente a estos eventos. Para los cazadores de tormentas, como el autor del artículo, documentar la fuerza destructiva de estos fenómenos sirvió como recordatorio de la fragilidad de las comunidades expuestas.

Helene fue el huracán más
Helene fue el huracán más mortal en Estados Unidos desde Katrina, con más de 200 fallecidos y lluvias extremas en las Carolinas (REUTERS/Marco Bello)

Reflexión sobre los cazadores de tormentas

Ser cazador de tormentas es un oficio que combina ciencia, arte y un profundo compromiso con la observación de fenómenos extremos. Para quienes se dedican a esta labor, cada tormenta representa una oportunidad para comprender la dinámica atmosférica en acción y documentar momentos que rara vez se presencian de cerca. Más allá de eso, este trabajo también implica desafíos emocionales y éticos al enfrentarse a la devastación propia de los eventos meteorológicos severos.

El autor destacó sobre cómo esta actividad exige tanto preparación técnica como intuición. Debido a esto, amplió: “Como meteorólogo predigo lo que los elementos desatarán. Y como artista, pienso en cómo interactuar con ellos”. Esta dualidad subraya el delicado equilibrio entre la precisión científica y la sensibilidad necesaria para captar la grandeza natural en imágenes o narrativas impactantes.

La cercanía con las áreas afectadas permite observar de primera mano el impacto humano de los desastres naturales, una experiencia que el autor describe como emocionalmente desgarradora. Testimoniar cómo las tormentas despojan a las comunidades de sus hogares y medios de vida es un recordatorio constante de la vulnerabilidad humana frente a la naturaleza. Además Cappucci encuentra consuelo en los momentos en que estas fuerzas se despliegan lejos de centros poblados, permitiendo disfrutar de su belleza sin consecuencias trágicas.

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