La Navidad de 2024 podría tratarse de la última tras las rejas de los hermanos Lyle y Erik Menéndez, quienes desde hace 34 años cumplen una sentencia a cadena perpetua por el asesinato de sus padres, José y Kitty Menéndez, en 1989. Con una audiencia programada para enero de 2025, donde se revisará su caso a raíz de pruebas recientemente presentadas, esta temporada festiva tuvo un matiz especial.
El pasado 25 de diciembre, los hermanos Menéndez compartieron una comida navideña con otros reclusos en la prisión Richard J. Donovan en San Diego, California. Según fuentes oficiales, el menú de ese día incluyó pechuga de pollo, puré de papas fresco, ensalada verde y acompañamientos como maíz dulce, salsa de arándanos y galletas de suero de leche. Como postre, se sirvió un pastel de cerezas, completando una comida que intentó aportar un aire festivo dentro de un entorno rutinario.
TMZ informó que el chocolate con leche también fue parte de la cena, un lujo limitado en esta época del año. Este pequeño gesto se sumó al esfuerzo de las autoridades penitenciarias por ofrecer un momento de disfrute a los reclusos, incluso en un contexto tan restrictivo.
Actividades recreativas y programas especiales
Además del menú especial, los reclusos tuvieron la oportunidad de participar en actividades recreativas como torneos de cartas, principalmente el popular juego de pinochle. Estas iniciativas buscaron generar un ambiente más relajado y fomentar la interacción entre los internos durante las fiestas.
Los programas religiosos, tanto de carácter tradicional como no confesional, también formaron parte de las festividades, y algunos grupos externos organizaron visitas y actividades especiales para quienes no tienen familiares cercanos. Sin embargo, no se permitió el intercambio de regalos entre los reclusos, lo que limitó ciertas tradiciones navideñas habituales.
La prisión Richard J. Donovan se caracteriza por su enfoque rehabilitador y los programas diseñados para ayudar a los reclusos a obtener créditos de reducción de sentencia. Desde 2018, los hermanos Menéndez han participado en el llamado “Echo Yard”, una unidad experimental que opera fuera de las normas tradicionales del sistema penitenciario.
El programa permitió a los internos participar en actividades educativas, artísticas y de entrenamiento de perros guía. Por cada 52 horas completadas en estos programas, los reclusos podían reducir hasta 40 días al año de su sentencia, lo que ha dado a Erik y Lyle una nueva herramienta para enfrentar su condena.
Las festividades navideñas también fueron una oportunidad para que los reclusos recibieran visitas de sus seres queridos. Erik Menéndez, de 53 años, compartió este día con su esposa, Tammi Ruth Saccoman, con quien se casó en 1999 en la prisión Folsom de Sacramento. La pareja ha mantenido una relación sólida a lo largo de los años, a pesar de las limitaciones impuestas por el sistema penitenciario. Erik describió su relación con Tammi como un pilar emocional: “El amor de Tammi fue un paso importante en mi elección de vida. Tener a alguien que te ama incondicionalmente [...] es bueno para cualquiera”.
Por su parte, Lyle Menéndez, de 56 años, también habría recibido la visita de Milly Bucksey, una estudiante británica de 21 años con quien desarrolló una relación reciente. A pesar de que Lyle está legalmente casado con Rebecca Sneed, su conexión con Milly ha sido significativa, según allegados. Estas relaciones subrayan cómo los hermanos han encontrado apoyo emocional fuera de la prisión, incluso en circunstancias tan complejas.
Esperanzas para el futuro
Con una audiencia programada para enero de 2025, los hermanos Menéndez podrían estar enfrentando su última Navidad tras las rejas. La decisión de reabrir su caso surge de nuevas pruebas y testimonios que alegan un historial de abuso en el hogar por parte de su padre, José Menéndez. “Siempre esperé que la verdad sobre mi padre saliera a la luz”, aseguró Erik.