La rutina de Chickasha, Oklahoma, se quebró con un hallazgo que ninguno de sus habitantes olvidará. El 11 de mayo, en una casa modesta de la calle 6, las autoridades encontraron los cuerpos de James Mayhugh, de 50 años; Patty Mayhugh, de 48; y Shayla Mayhugh, de 18. Las tres víctimas, miembros de una misma familia, habían sido asesinadas a tiros. La noticia de este triple homicidio se propagó rápidamente, transformando el tranquilo vecindario en el epicentro de una tragedia que estremecería a la comunidad.
Los primeros indicios llegaron gracias a una llamada que reportó la presencia de casquillos de bala en las inmediaciones de la vivienda familiar. Cuando los agentes ingresaron, la escena era devastadora.
En el interior de la casa yacían los cuerpos, y junto a la puerta, un rifle AR-15 que se convertiría en la pieza clave para identificar al principal sospechoso: Jacob Mayhugh, el hijo y hermano de las víctimas. Este arma, según determinaron las autoridades, había sido adquirida el 25 de abril por Jacob, de 22 años que hasta entonces no contaba con antecedentes penales ni registros que sugirieran un historial de violencia.
Un plan calculado
La investigación pronto reveló que los asesinatos no habían sido un acto impulsivo. Jacob había planeado cuidadosamente el crimen. Según los registros judiciales, desactivó su cuenta de Facebook y apagó su teléfono móvil la noche del 10 de mayo. Horas antes, le había dicho a su novia que cenaría con su familia.
No obstante, no fue hasta el día siguiente cuando el silencio en la casa y los casquillos descubiertos en el exterior dieron la alarma. La policía identificó rápidamente a Jacob como persona de interés, pero él ya había desaparecido.
Durante tres días, las autoridades buscaron a Jacob con urgencia. Fue visto por última vez conduciendo su GMC Yukon gris. Cámaras de seguridad lo captaron moviéndose por diferentes lugares de Oklahoma City antes de abandonar su vehículo y desaparecer.
Dentro del SUV, los agentes encontraron elementos incriminatorios: dos cargadores de municiones para rifle, más de 750 dólares en efectivo, un teléfono móvil y una billetera con su identificación. Estos objetos lo vinculaban al crimen y mostraban un intento deliberado de huir y evitar su captura.
Finalmente, el 14 de mayo, cámaras de seguridad en la zona de Bricktown, en Oklahoma City, identificaron a Jacob sentado en un banco. El equipo de Aprehensión de Criminales Violentos de la Policía de Oklahoma City actuó rápidamente y lo detuvo sin incidentes. El joven no mostró resistencia y fue trasladado para enfrentar a la justicia. Los residentes de Chickasha, que habían vivido días de tensión e incertidumbre, se enfrentaron entonces a la oscura realidad detrás de los asesinatos.
La confesión y el juicio
En una sala de audiencias abarrotada, Jacob Mayhugh pronunció las palabras que sellaron su destino. “Maté intencionadamente a mi madre, padre y hermana”, escribió en su declaración de culpabilidad. Estas palabras estremecieron a los presentes, incluidos amigos y familiares de las víctimas.
En su confesión, Jacob no mostró remordimiento ni ofreció explicaciones sobre los motivos que lo llevaron a cometer el triple homicidio. Sin embargo, la fiscalía presentó pruebas que apuntaban a que el joven había contemplado realizar otros actos de violencia antes de su captura.
El rifle AR-15, que yacía junto a la entrada de la casa, era el mismo arma que Jacob había comprado semanas antes. Los casquillos encontrados en el lugar coincidían con los cargadores hallados en su vehículo, creando un relato claro y devastador de los hechos.
Testigos y expertos presentaron pruebas detalladas, y más de una docena de declaraciones de familiares y conocidos de las víctimas fueron leídas en la corte, exponiendo el impacto emocional y psicológico que este crimen había causado.
El acuerdo judicial alcanzado por la defensa de Jacob evitó la pena de muerte. En su lugar, el joven aceptó una condena de tres cadenas perpetuas consecutivas sin posibilidad de libertad condicional. Como parte de este acuerdo, renunció a cualquier derecho de apelación y se le prohibió comunicarse con los medios o solicitar una conmutación de su sentencia en el futuro.
Las preguntas sin respuesta
Mientras la comunidad intenta reconstruirse, las preguntas sobre los motivos de Jacob siguen sin respuesta. La fiscalía argumentó que el crimen fue premeditado, pero nunca se esclareció por completo qué llevó a este joven, sin antecedentes penales, a asesinar a su familia. Los documentos judiciales sugieren que Jacob había considerado actos violentos adicionales, aunque las autoridades no especificaron cuáles ni contra quiénes estaban dirigidos.
Los vecinos describieron a los Mayhugh como una familia unida y amigable. La madre, Patty, era conocida por su calidez; James, por su dedicación al trabajo, y Shayla, una joven con un futuro prometedor, acababa de graduarse de la escuela secundaria.