John F. Kennedy y su esposa Jacqueline protagonizan una historia poco conocida sobre un proyecto cinematográfico casero. Según Vanity Fair, el presidente filmó una breve comedia de espías en septiembre de 1963 en Hammersmith Farm, la casa de verano de la familia de Jackie, dos meses antes de su asesinato.
La película, dirigida por Jacqueline, muestra, de manera insólita y premonitoria, un “asesinato” simulado del presidente. En la película, JFK representó su propio asesinato, lo que ahora adquiere un significado oscuro, destaca VF.
Durante aquel período, Estados Unidos enfrentaba una intensa agitación política. La revista recuerda que el verano de 1963 estuvo marcado por tragedias como el asesinato de Medgar Evers y la histórica Marcha sobre Washington liderada por Martin Luther King Jr.
En este contexto convulsionado, Kennedy comenzó a centrarse en la Ley de Derechos Civiles de 1964, lo que muestra su sintonía con el espíritu de la época. Paul Landis, un agente del Servicio Secreto, reveló a VF: “Participé en una película de broma sobre un asesinato”, lo cual ahora, a la luz de los eventos futuros, resulta inquietante.
¿Un juego inocente o un presagio perturbador?
La película, de aproximadamente 16 minutos de duración y grabada por el fotógrafo de la Casa Blanca Robert Knudsen, captura a JFK y su familia en escenas de Newport, Rhode Island.
Según el medio, las viñetas incluyen a Kennedy leyendo las palmas de las manos de Anita Fay a bordo del yate presidencial, el Honey Fitz. Este hecho en un principio se interpretó como “un chiste, que resalta el ambiente juguetón de la pareja presidencial”.
VF explica que la idea de filmar esta parodia de espías surge del interés de Kennedy por James Bond y el cine en general. Incluso los agentes del Servicio Secreto fueron convocados a participar, recreando una escena donde reaccionaban a un ficticio asesinato del presidente.
Según contó Landis a VF, al ingresar a la mansión de Hammersmith Farm, “los agentes hallaron a un JFK fingiendo su muerte con kétchup esparcido como sangre”. A pesar de ser una simple travesura en ese momento, el contexto histórico posterior otorga a la filmación un matiz perturbador.
Las coincidencias entre una trama fílmica y el destino de Kennedy
Mientras tanto, el escenario político americano no era ajeno a los rumores y amenazas. VF menciona que diversos factores conspirativos pudieron haber empezado a tomar forma alrededor de Kennedy, incluyendo tensiones con la CIA, la mafia italoamericana, y relaciones internacionales, especialmente con Rusia y Cuba. Todo esto en un momento en que el presidente impulsaba cambios transcendentales, como la firma del tratado de prohibición de pruebas nucleares con la Unión Soviética.
La inquietud por la seguridad del presidente no era nueva. Como recuerda la revista, Kennedy a menudo habló sobre posibles atentados contra su vida, mostrando una reflexión que ahora parece premonitoria.
Esta percepción resonó en los discursos y decisiones políticas del presidente. Curiosamente, antes de visitar Dallas, Kennedy vio El mensajero del miedo, una película en la que un personaje es inducido a asesinar a un candidato presidencial, lo cual añade un escalofriante presagio.
Un fotógrafo ausente, un destino caprichoso y el enigma de los Kennedy
El destino jugó con los detalles personales y profesionales de quienes rodeaban a Kennedy. Knudsen, quien capturó la ficticia escena de asesinato, no estuvo presente en Dallas debido a una lesión ocular. “Fue un capricho del destino,” dijo su hijo a Vanity Fair, relatando cómo salvó a su padre del trágico día del asesinato.
Esta triste simetría -asesinato ficticio y real- invita a reflexionar sobre las premoniciones y las casualidades en los altos niveles del poder, desde las películas de espías hasta las tragedias reales, y cómo un filme casero quedó como testimonio de la visión de una era.