Isla McNabb, una niña de apenas tres años originaria de Crestwood, Kentucky, se convirtió en una de las figuras más destacadas a nivel mundial gracias a su impresionante capacidad intelectual. Con solo dos años, esta pequeña alcanzó un hito histórico al convertirse en la miembro más joven en ingresar a Mensa, la sociedad de alto coeficiente intelectual más antigua y reconocida mundialmente.
La historia de Isla comenzó a revelarse cuando, a tan solo un año de edad, sus padres comenzaron a notar su impresionante capacidad de concentración y aprendizaje. Desde ese momento, Isla aprendió a reconocer colores, números y letras y comenzó a mostrar habilidades cognitivas avanzadas para su edad.
Sin embargo, fue un regalo de su tía, una tableta borrable para escribir, lo que activó la curiosidad de sus padres sobre su potencial. Según explicó Jason McNabb, su padre, al sitio Guinness World Records, él escribió la palabra “rojo” en la pizarra y, para su asombro, Isla la leyó sin dificultad. Intrigados por su respuesta, continuaron escribiendo otras como “azul”, “amarillo”, “gato” y “perro”, las cuales Isla leyó con una sorprendente facilidad, a pesar de ser mucho más pequeña que la edad promedio en la que los niños adquieren esta habilidad.
A los 2 años y medio, un test reveló que Isla había alcanzado un porcentaje de inteligencia en el 99% para su edad en la escala de Stanford-Binet, una de las pruebas de coeficiente intelectual más utilizadas a nivel mundial. La niña logró la puntuación necesaria para ser aceptada en Mensa, la organización que agrupa a individuos con una puntuación superior al 98% en pruebas de inteligencia estandarizadas. El 2 de junio de 2022, Guinness World Records la reconoció oficialmente como la más joven miembro de la historia.
La decisión de los McNabb de inscribirla allí estuvo motivada por su deseo de conectar con otros padres en situaciones similares, ya que descubrieron que los recursos para menores superdotados son limitados, especialmente cuando se trata de niños tan pequeños. Según detalló The Guardian, el psicólogo que evaluó a Isla estaba especializado en niños superdotados, aunque raramente realizaba pruebas a menores de dos años. No obstante, hizo una excepción al conocer el extraordinario desarrollo cognitivo de Isla.
La rápida evolución de Isla no se limita a su capacidad lectora. A lo largo de su corta vida, ha demostrado un interés particular por las matemáticas, en las que sobresale de manera notable, y comenzó a desarrollar otras habilidades sorprendentes, como el aprendizaje del lenguaje de señas americano.
En la casa, sus padres encontraron letras de juguete dispuestas en diversos lugares que formaban palabras como “silla” junto a una silla y “sofá” junto al sofá. Incluso en una ocasión, encontraron las letras “C-A-T” al lado de su gato Booger, lo que Jason McNabb describiera como “raro” en una conversación con The Guardian.
Además, los padres han señalado que aunque Isla es muy consciente de su habilidad para aprender y sobresalir y verse en videos en la televisión y en YouTube, todavía no tiene conciencia de lo que representa ser una de las personas más jóvenes en lograr una membresía en Mensa.
El futuro educativo de Isla es otro aspecto que preocupa a sus padres. Actualmente, está inscrita en una escuela preescolar, pero los McNabb esperan poder adelantarla para que pueda seguir su desarrollo intelectual a un ritmo acorde a sus capacidades.
Isla es especialmente aficionada a los libros, y sus preferidos incluyen títulos como The Very Hungry Caterpillar y Pete the Cat. Además, disfruta de actividades creativas como el dibujo y se entretiene con su gato Booger, lo que demuestra que, aunque es una niña prodigio, también mantiene su interés por las actividades típicas de su edad.
A pesar de sus logros, la historia de Isla McNabb es también un recordatorio de los retos que enfrentan los padres de niños con habilidades excepcionales. Según contaron sus padres al sitio web Guinness World Record, la falta de recursos y apoyo adecuado para niños superdotados, especialmente en etapas tan tempranas, puede ser abrumadora. La inscripción en Mensa ha sido para ellos una forma de obtener orientación y conectarse con otras familias en situaciones similares, algo que consideran esencial para garantizar el bienestar y desarrollo integral de su hija.