Los hermanos Erik y Lyle Menéndez, quienes cumplen cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional en la prisión Richard J. Donovan Correctional Facility en San Diego, California, volverán a los tribunales en diciembre en un intento por reducir sus sentencias y lograr la libertad. Para esta audiencia de re-sentencia, marcada para el próximo 11 de diciembre, su abogado, el reconocido defensor Mark Geragos, ha preparado un equipo de testigos clave: seis empleados del Departamento de Correcciones de California, quienes testificarán sobre la rehabilitación de los hermanos y sus contribuciones a la vida dentro del penal.
Los Menéndez, condenados en 1996 por el asesinato de sus padres, José y Kitty, han pasado más de tres décadas tras las rejas, pero según sus defensores, su tiempo en prisión ha sido dedicado a la rehabilitación y al apoyo de otros reclusos. Los testimonios de los empleados de la prisión (que incluyen dos oficiales de corrección, un oficial educativo, un guardia, un teniente de corrección y otro empleado no especificado) buscan demostrar que ambos se han transformado en figuras ejemplares dentro del sistema carcelario.
El abogado de la defensa ha delineado en documentos legales los detalles de este cambio de vida. Uno de los programas mencionados en la documentación es Green Space, una iniciativa de embellecimiento para el patio de la prisión que Lyle fundó en 2018, mientras que Erik asumió el rol de pintor principal.
Este proyecto incluye murales que representan lugares icónicos de San Diego, además de áreas destinadas a clases al aire libre, espacios de entrenamiento para perros de servicio y áreas de reunión para grupos de rehabilitación. La intención de la defensa es demostrar que estos esfuerzos reflejan el crecimiento personal y el compromiso de los hermanos con el bienestar de la comunidad carcelaria, al mismo tiempo que evidencian el potencial de los Menéndez para reintegrarse a la sociedad.
El apoyo de la familia de las víctimas
Uno de los elementos más inusuales en el caso de los hermanos es el apoyo que reciben de varios familiares de sus padres asesinados. En documentos presentados ante el tribunal, el abogado Geragos incluyó una carta firmada por numerosos parientes de José y Kitty Menéndez, quienes aseguran que liberar a los hermanos contribuiría a su propio proceso de sanación emocional. La carta, que ha despertado un considerable interés mediático, podría jugar un rol crucial en la audiencia de resentencia, en especial si algunos de estos familiares deciden testificar.
La estrategia de la defensa no solo se enfoca en los testimonios de los empleados y familiares, sino que Geragos también ha solicitado que la condena de los hermanos sea modificada de asesinato a homicidio involuntario. Según reportes de TMZ y NY Post, este cambio de calificación permitiría que Erik y Lyle quedaran en libertad de inmediato, pues habrían cumplido el tiempo máximo estipulado para un delito de esa índole.
El juicio de los Menéndez capturó la atención nacional e internacional en la década de 1990, cuando sus abogados argumentaron que los hermanos habían actuado en defensa propia, alegando años de abusos físicos y sexuales por parte de su padre. Sin embargo, los fiscales sostuvieron que los hermanos asesinaron a sus padres con la intención de apoderarse de la fortuna familiar, estimada en alrededor de 15 millones de dólares. Tras dos juicios y un jurado dividido en el primero, finalmente ambos fueron condenados en 1996 por dos cargos de asesinato en primer grado.
En la audiencia de diciembre, los hermanos, que ahora rondan los 50 años de edad, tendrán varias posibles rutas hacia la libertad. Si el juez acepta la moción de la defensa para cambiar su condena a homicidio involuntario, la sentencia quedaría reducida al tiempo ya cumplido y los hermanos quedarían en libertad. En caso contrario, el juez podría optar por re-sentenciarlos sin modificar la condena, lo que pondría su libertad en manos de la junta de libertad condicional, aunque el proceso podría extenderse por seis meses o más.
Otra opción, aunque menos predecible, es que el gobernador de California, Gavin Newsom, intervenga otorgándoles clemencia, una solicitud que también ha sido presentada formalmente por Geragos. Aunque la clemencia es una medida poco común y extraordinaria, su posible otorgamiento otorgaría la libertad a Erik y Lyle sin la necesidad de modificar su condena.
La opinión del fiscal de distrito: Un cambio de postura
El mes pasado, el fiscal de distrito del condado de Los Ángeles, George Gascón, hizo una declaración pública recomendando que los Menéndez sean considerados elegibles para libertad condicional. Gascón sostuvo que los hermanos han cumplido su deuda con la sociedad y que ya no representan una amenaza. Su posición podría influir en el proceso de resentencia y en la decisión del juez, ya que el fiscal es uno de los principales representantes del sistema judicial de California y su postura sobre casos de larga duración como el de los Menéndez suele tener peso en las decisiones judiciales.
Este respaldo de Gascón y la carta de los familiares se suman a los recientes testimonios de rehabilitación de los hermanos en prisión, los cuales, según el reporte de TMZ, buscarán reforzar en la audiencia de diciembre con los seis testimonios de funcionarios del Departamento de Correcciones.
Durante años, el caso Menéndez había pasado a un segundo plano, hasta que la reciente serie de Netflix, “Monsters: The Lyle and Erik Menendez Story”, volvió a despertar el interés del público. El documental revisita el contexto de abusos y el trauma que la defensa presentó en su momento como el detonante de los asesinatos. La exposición mediática ha reabierto el debate en torno a si la justicia actuó de manera imparcial o si factores externos influyeron en la condena, y ha generado un renovado interés en el desenlace del caso.
Mientras se acerca la fecha de la audiencia, la atención mediática y social se centra nuevamente en los hermanos Menéndez. La pregunta que se cierne sobre los tribunales de California y sobre la sociedad misma es si Erik y Lyle Menéndez, los mismos jóvenes que cometieron uno de los crímenes más sonados en la historia de Estados Unidos, son ahora hombres distintos, rehabilitados y listos para reintegrarse a una sociedad que, décadas después, los observa bajo una luz distinta.