En una clase que promete ser única en su tipo, la Universidad de Yale ofrecerá el próximo semestre un curso centrado exclusivamente en la obra de Beyoncé. Más allá de su fama mundial y sus éxitos musicales, este curso estudiará a la artista como un símbolo de la tradición afroamericana y la explorará como una voz clave en la historia cultural y política contemporánea de Estados Unidos. Los estudiantes tendrán la oportunidad de sumergirse en el legado de la cantante, desde sus propuestas estéticas hasta su impacto político, todo bajo la dirección de la profesora Daphne Brooks, reconocida experta en Estudios Afroamericanos y en la intersección entre cultura pop y teoría crítica.
El curso, titulado “Beyoncé hace historia: la historia, la cultura, la teoría y la política de la tradición afroamericana a través de la música”, se enfocará en el periodo desde 2013 hasta 2024, abarcando el trabajo artístico de la cantante desde su álbum homónimo hasta su último lanzamiento, Cowboy Carter. La profesora Brooks, responsable de la cátedra, ha expresado en el sitio oficial de la universidad Yale Daily News: “Este análisis profundiza en la influencia de Beyoncé como un portal para pensar en el grado en que el arte puede articular el mundo en el que vivimos, nutrir nuestros espíritus y darnos el espacio para imaginar mundos mejores y la ética de la libertad”.
Metodología del curso
La metodología de enseñanza se basará en una combinación de análisis teórico, recursos audiovisuales y proyectos interactivos. Los estudiantes realizarán lecturas de autores fundamentales en la teoría cultural afroamericana, como Hortense Spillers y el Combahee River Collective, además de analizar visualmente los álbumes de Beyoncé, como Lemonade y Renaissance. También se espera que los alumnos participen en proyectos públicos de humanidades, diseñados para “estudiar el impacto físico de Beyoncé en la comunidad afroamericana” mediante trabajos en los archivos de la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos.
Impacto social y político de Beyoncé
La figura de Beyoncé en el curso de Yale se examina como una expresión de resistencia cultural y activismo. A través de su obra, la cantante ha articulado temas profundos sobre el feminismo afroamericano y la identidad racial en los Estados Unidos, en particular en su icónico álbum Lemonade (2016), en el que explora las vivencias y luchas de las mujeres afroamericanas. La profesora Daphne Brooks subraya: “Este trabajo representa una ruptura con ciertas dimensiones de un repertorio pop típico” y que, a partir de 2013, Beyoncé se convirtió en la primera artista pop en integrar en su música fragmentos de una feminista afromaericana como Chimamanda Ngozi Adichie. Brooks afirmó: “Ella entrelaza la historia y la política, y usa su voz como un portal para pensar sobre la historia y la política”
La inclusión de cursos dedicados a la cultura pop y sus protagonistas se ha vuelto una tendencia en el ámbito universitario. En los últimos años, han surgido cursos similares sobre figuras como Taylor Swift en Harvard y Lady Gaga en la Universidad de Gante, lo que evidencia el creciente interés académico en explorar el papel de los íconos pop en la cultura y política actuales. Sin embargo, Brooks considera que Beyoncé ocupa un lugar especial debido a su implicación en causas de justicia social. “No hay nadie como ella”, afirmó Brooks, destacando que Beyoncé ha elevado “espectacularmente la conciencia y el compromiso con las ideologías y movimientos sociales y políticos de base” en su música, incluyendo su apoyo al movimiento Black Lives Matter.
La iniciativa de Yale se suma a una corriente académica que busca ampliar el canon de estudios culturales para incluir fenómenos de la cultura pop que impactan en la sociedad y la política. “La música de Beyoncé resuena con el trabajo crítico de nuestros más grandes pensadores en la cultura estadounidense, como Frederick Douglass y Toni Morrison”, explicó Brooks a Associated Press. La profesora espera que, al estudiar a Beyoncé, sus alumnos adquieran una visión más profunda de cómo el arte puede articular la realidad actual, nutrir el espíritu y abrir espacios para la creación de “mundos mejores y la ética de la libertad”.