A mediados de los noventa, el mundo del internet era apenas un rumor que circulaba entre círculos académicos y gubernamentales. En esta época de incertidumbre, un joven llamado Jeff Bezos veía algo que otros no alcanzaban a vislumbrar. A sus 30 años, decidió abandonar su trabajo en un fondo de inversión en Nueva York y lanzarse en una aventura que muchos consideraban insensata: abrir una librería en línea en un entorno virtual poco explorado.
El proyecto, que bautizó Amazon, necesitaba un respaldo económico que iba más allá de sus propios recursos. Fue entonces cuando Bezos realizó una de las propuestas más audaces de su vida: pedir a su familia y amigos que apostaran sus ahorros en lo que él consideraba “el futuro del comercio”.
Para Jacklyn y Mike, sus padres, esta propuesta significaba una inversión considerable. Con ahorros acumulados tras años de vida frugal, decidieron poner USD 245.573 en el negocio de su hijo. Pero Jeff necesitaba aún más, y así fue como se dirigió a sus dos hermanos menores, Mark y Christina Bezos. Lo que les pedía era prácticamente un salto al vacío.
Jeff sabía que el éxito no estaba garantizado y que la posibilidad de fracasar era tangible; incluso él mismo calculaba una probabilidad de un 70% de perderlo todo. “Necesito que entiendan los riesgos, porque quiero poder seguir yendo a casa para el Día de Acción de Gracias si esto no funciona”, les dijo, según se relata en el libro The Everything Store: Jeff Bezos and the Age of Amazon de Brad Stone.
Mark y Christina, movidos por el apoyo familiar y una confianza casi ciega en su hermano mayor, decidieron aceptar. En 1996, cada uno invirtió USD10.000, adquiriendo 30.000 acciones de Amazon, una cantidad que no parecía mucho en ese entonces, pero que representaba un acto de fe en el potencial de Jeff. Hoy, esas acciones tienen un valor estimado en más de USD 1.260 millones, convirtiendo esa primera inversión en una de las más rentables de la historia contemporánea.
La apuesta por una visión audaz
Jeff no solo estaba convencido de que los libros eran una puerta de entrada al comercio digital; su verdadera apuesta era crear una plataforma que trascendiera las barreras físicas y conectara a los consumidores con productos de manera ágil y directa. En un momento en que las ventas online parecían una fantasía, él visualizaba Amazon como un espacio de comercio ilimitado, donde el tiempo y la geografía dejarían de ser obstáculos. Sin embargo, las palabras no siempre bastan para convencer a los inversores, y Bezos tuvo que dar casi 60 reuniones para encontrar a aquellos que creyeran en su sueño. De esas reuniones, 38 personas le dijeron que no.
Sus hermanos, sin embargo, decidieron confiar. Christina y Mark recordaban a Jeff como el hermano mayor que los había sumergido en proyectos y experimentos científicos durante su niñez. En su adolescencia, Jeff incluso inventó una alarma eléctrica para evitar que sus hermanos menores entraran a su habitación sin permiso. Con ese antecedente, no les sorprendía la tenacidad de Jeff, aunque tampoco imaginaban que la empresa que su hermano soñaba pudiera convertirse en un coloso del comercio digital.
Un riesgo calculado: los desafíos de Amazon
La inversión inicial de los hermanos Bezos y sus padres fue fundamental para el despegue de Amazon, que en 1997 salió a bolsa con un precio de USD 18 por acción. Sin embargo, los desafíos no tardaron en llegar. La burbuja de las punto-com, que crecía desmesuradamente en esa década, puso a prueba la resiliencia de muchas empresas emergentes, y Amazon no fue la excepción. Pero, a diferencia de otros emprendedores, Jeff supo diversificar sus productos y expandir su visión, moviéndose más allá de los libros hacia una amplia gama de bienes de consumo. Así, Amazon sobrevivió la explosión de la burbuja, emergiendo como una de las pocas empresas de la era digital temprana que logró consolidarse.
Durante este tiempo, el perfil de Mark y Christina permaneció bajo la sombra de la creciente fama de Jeff. Mark, que construyó su carrera en publicidad y fundó su propia agencia, nunca pretendió involucrarse activamente en la gestión de Amazon. Su apoyo fue más un acto de confianza familiar, y aunque siempre creyó en el potencial de su hermano, nunca imaginó la escala que alcanzaría la compañía. Christina, por su parte, se enfocó en su vida personal y en actividades filantrópicas, y ambos optaron por no hablar públicamente sobre su participación en Amazon.
El legado de una apuesta ganadora
El tiempo demostró que la intuición de Jeff y la fe de sus hermanos estaban justificadas. La empresa que nació en un modesto garaje se convirtió en un titán con presencia global y un valor de mercado de USD 1,5 billones, transformando los USD 20.000 iniciales de los hermanos Bezos en una fortuna personal. Aunque se desconoce si Mark y Christina han mantenido todas sus acciones hasta la fecha, su inversión inicial les habría proporcionado un porcentaje de retornos de más de 12.000.000.
Además, el apoyo que brindaron a Jeff les permitió participar en una historia que trasciende las cifras. En 2021, Mark acompañó a su hermano en una misión espacial organizada por Blue Origin, la empresa aeroespacial de Jeff, con el fin de realizar su primer vuelo tripulado. Para Mark, esta experiencia fue una manera de compartir la pasión de Jeff por la exploración y, en cierta medida, cerrar un ciclo que había comenzado con una inversión en un sueño.
A lo largo de los años, los hermanos Bezos han mantenido su vínculo fuerte y cercano. La familia ha sabido equilibrar su fortuna con un compromiso en iniciativas filantrópicas, destacando su participación en la Bezos Family Foundation, que apoya proyectos educativos. Con cada donación, la familia busca retribuir parte del éxito que la audacia y el apoyo familiar hicieron posible, dejando un legado que va más allá de lo económico.
La historia de los hermanos Bezos y Amazon no es sólo una anécdota de inversiones exitosas, sino un recordatorio de que, en las palabras de Jeff Bezos, “el alto riesgo conlleva altas recompensas”.