En medio del caótico y glamuroso mundo del modelaje, Laura La Rue, quien inició su carrera en Elite Models a los 13 años, comenzó a sentir que su vida necesitaba un cambio. Según Los Angeles Times, su infancia en Thousand Oaks, California, estuvo marcada por un amor profundo hacia la naturaleza, inspirado por su madre, una apasionada de los caballos, y su padre, quien dedicaba sus días a la observación de aves y el campamento. Fue una niñez que La Rue describe en una entrevista con ese medio, como feliz y privilegiada, donde aprendió a apreciar la simplicidad y el aire libre. Sin embargo, la tentación del mundo de la moda la condujo rápidamente por otro camino, uno que la llevaría a la fama, pero también al agotamiento y la insatisfacción.
A los 16 años, tras abandonar la escuela secundaria, La Rue se mudó a Los Ángeles para perseguir su carrera como modelo. Según el New York Post, durante casi una década, La Rue navegó en el ambiente de la alta moda y trabajó con el aclamado fotógrafo David LaChapelle y rodeándose de figuras icónicas de Hollywood como Leonardo DiCaprio y Jared Leto. Las noches se llenaban de fiestas en lugares exclusivos como Soho House y No Vacancy; eran los años de su juventud dorada, donde exploró una vida de excesos y glamour. Sin embargo, poco a poco, la rutina frenética y la dieta extrema que el modelaje le imponía empezaron a pasarle factura.
Un día, todo ese brillo dejó de deslumbrarla. “Estaba cansada de la vida de ciudad, no me gustaba en absoluto”, contó La Rue a Los Angeles Times, refiriéndose a los problemas de salud y el aumento de su ansiedad. El estrés acumulado le hizo tomar una decisión radical: cambiar su vida y encontrar paz. A sus veintitantos años, la modelo abandonó la ciudad y se mudó a una cabaña de apenas un metro por doce en el rancho de su madre en Santa Paula. Pero la vida en el campo no tardó en verse ensombrecida. Los incendios en Ventura y Santa Bárbara en 2017 arrasaron la cabaña que había sido su refugio.
A pesar de la tragedia, el retorno a sus raíces rurales le había dado un nuevo propósito. En el rancho, La Rue reavivó su amor por la naturaleza y se reencontró con un vaquero de Idaho al que había conocido tiempo atrás. La pareja se embarcó en una vida sin las comodidades de la ciudad y vivieron en una trailer Silver Streak de 1981, sin agua ni electricidad, en medio de la naturaleza en Carpintería. A través de esas experiencias, Laura comenzó a redefinir sus metas personales y a encontrar en la soledad y los paisajes abiertos, el tipo de libertad que en su juventud nunca había conocido.
Durante la pandemia de COVID-19, el tiempo de introspección y su entorno la condujeron a desarrollar una pasión inesperada: los teñidos naturales. Su nueva vocación por el teñido la llevó a transformar ropa de segunda mano en piezas únicas, utilizando tintes a base de plantas y materiales naturales. Así nació su marca Ride or Dye Ojai, que ha crecido rápidamente y le ha permitido reconstruir una vida profesional que sigue siendo rentable, pero en una modalidad completamente alejada de la industria de la moda.
El nacimiento de su hija Lasca en 2022 se convirtió en otro hito que la obligó a tomar decisiones drásticas. La Rue comprendió que la vida nómada en una caravana, lejos de una comunidad estable y sin acceso a servicios básicos, no era viable para criar a un bebé. Su relación con su novio comenzó a deteriorarse, y en paralelo, decidió mudarse a un terreno alquilado en Ojai, donde encontró una pequeña parcela rodeada de robles y equipada con agua y electricidad, perfecta para una vida un poco más estable. Fue ahí donde empezó a vivir en un micro escolar renovado, que había adaptado para cubrir sus necesidades básicas.
Actualmente, la vida de La Rue se transformó por completo. La mayor parte de sus días transcurren en la pequeña parcela donde cultiva su propio jardín de plantas y vegetales, incluyendo tintes naturales como índigo, raíz de rubia y cosmos azufre. Esta actividad le proporciona un sustento económico y le permite transmitir a su hija los valores de la autosuficiencia y el respeto por la naturaleza, aquellos mismos que le inculcaron sus padres. El autobús, aunque pequeño, se ha convertido en su hogar ideal, un espacio donde ella y Lasca pueden disfrutar de los lujos mínimos y de una libertad que no puede medirse en bienes materiales.
No obstante, este estilo de vida también le plantea desafíos. “Los veranos en el autobús son terribles, no hay aire acondicionado, y el espacio es tan reducido que a veces se siente claustrofóbico”, admite La Rue en una entrevista con Los Angeles Times. Pero frente a esos obstáculos, ella se muestra resiliente. La cercanía de su madre, Holly, y su padre, Allan, ambos residentes de la zona, ha sido clave en su éxito. Holly, según el Daily Mail, ha apoyado incondicionalmente a su hija, recordando cómo temía por Laura cuando vivía en Los Ángeles.
Al mirar hacia atrás en su vida, La Rue no muestra arrepentimientos. “Los desastres naturales, los nacimientos, las rupturas, los nuevos amores, todo ha valido la pena”, dice La Rue con satisfacción. A través de su canal de YouTube, Ride or Dye Ojai, y los talleres de teñido natural que organiza en su propiedad, Laura intenta inspirar a otras personas a romper con lo convencional y a arriesgarse a vivir de forma más sencilla y autónoma. La vida que hoy lleva en el autobús es el resultado de años de cambios, desafíos y aprendizajes, y aunque las noches de fiesta y la vida de celebridad en Los Ángeles parecen lejanas, Laura La Rue ha encontrado, finalmente, el sentido de paz que siempre buscó.